jueves, 12 de junio de 2008

Los llamados de Dios

Sin llamados, el hombre quedaría encerrado en los límites de su psiquismo, de sus representaciones, de sus pulsiones y de sus fantasmas.
Jacques Philippe: Llamados a la vida; San Pablo, Buenos Aires, 2008, p.20.

El drama de la humanidad después de su origen es este: correr tras una imagen de felicidad que es una elaboración cultural y psíquica, y jamás encontrar la verdadera felicidad.
Jacques Philippe: Llamados a la vida; San Pablo, Buenos Aires, 2008, p. 21.

El porvenir que nos trazan los llamados de Dios, no es siempre un porvenir a largo plazo; no es forzozamente un gran proyecto que ilumina nuestra vida….A veces es sólo un pequeño paso “sólo para hoy” (Como dice Teresa de lisieux) que se nos propone.
Jacques Philippe: Llamados a la vida; San Pablo, Buenos Aires, 2008, p. 22.

Es preferible para nosotros no conocer el porvenir y descubrirlo, a medida que se nos hace presente.
Jacques Philippe: Llamados a la vida; San Pablo, Buenos Aires, 2008, p. 23.

Los acontecimientos felices nos invitan a la acción de gracias. Los acontecimientos penosos nos invitan a la fe, a la esperanza.
Jacques Philippe: Llamados a la vida; San Pablo, Buenos Aires, 2008, p. 23.

Abrirse a un llamado, es recibir todos los días, una fuerza mayor, porque Dios es fiel, El da lo que manda.
Jacques Philippe: Llamados a la vida; San Pablo, Buenos Aires, 2008, p. 25.

Precisamente cuando el hombre responde a los llamados de Dios, se pierde y se encuentra a la vez, de manera auténticamente cristiana, y no de un modo desviado o enfermizo.
Jacques Philippe: Llamados a la vida; San Pablo, Buenos Aires, 2008, p. 25.

En medio de las peores situaciones, siempre hay un llamado de Dios, que es un llamado a vivir y que nos permite sacar, si lo acogemos, finalmente, provecho de todo.
Jacques Philippe: Llamados a la vida; San Pablo, Buenos Aires, 2008, p. 238.

Mercedes Salisachs; El secreto de las flores

1 Y lo que es peor, el desmoronamiento se produjo de repente, sin que hubiera intervenido antes un signo de alerta, ni los ecos de aquella n...