martes, 26 de octubre de 2021

Elena Poniatowska; Lilus Kikus


 

I. Los juegos de Lilus

Lilus nunca juega en su cuarto, ese cuarto que el orden ha echado a perder.

 

I. Los juegos de Lilus

Gentes que caminan muy apuradas, con cara de que van a salvar al mundo…

 

II. El concierto.

A Lilus no le vigilaban las lecturas, y un día cayó en este párrafo: «Nada expresa mejor los sentimientos del hombre, sus pasiones, cólera, dulzura, ingenuidad, tristeza, que la música. Usted encontrará en ella el conflicto que tiene en su propio corazón. Es como un choque entre deseos y necesidades; el deseo de pureza y la necesidad de saber».

 

II. El concierto

Es horrible dormirse entre despiertos.

 

II. El concierto

Muchas veces las gentes lloran porque encuentran las cosas demasiado bellas. Lo que les hace llorar, no es el deseo de poseerlas, sino esa profunda melancolía que sentimos por todo lo que no es, por todo lo que no alcanza su plenitud. Es la tristeza del arroyo seco, ese caminito que se retuerce sin agua… del túnel en construcción y nunca terminado, de las caras bonitas con dientes manchados… Es la tristeza de todo lo que no está completo.

 

II. El concierto

Hay unos que concentran su atención inquieta en la orquesta, y que sufren como si los músicos estuvieran a punto de equivocarse. Ponen cara de grandes conocedores, y con un gesto de la mano, o tarareando en voz bajísima algún pasaje conocido, inculcan en los vecinos su gran conocimiento musical. Hay otros que oyen con humildad. Avergonzados, no saben qué hacer con sus manos. Están muy pendientes de la hora del aplauso, vigilan su respiración, y se mortifican cada vez que a un desconocido se


VIII. La Borrega

Son amores que no se tocan pero que se evocan mucho.

 

XI. La amiga de Lilus

Pero un día que Chiruelita se acercó a su marido con una corona de flores en la cabeza, con prendedores de mariposas y de cerezas en las orejas, para decirle con su voz melodiosa: «Mi chivito, yo soy la Plimavela de Boticheli. ¡Hoy no hice comilita pala ti!», con gesto lánguido el artista de las manías le retorció el pescuezo.

 

XI. La amiga de Lilus

Lilus sabe cuántos peligros aguardan a quien trata de hablar bien, y prefiere callarse. Es mejor sentir que saber. Que lo bello y lo grande vengan a nosotros de incógnito, sin las credenciales que sabemos de memoria…

 

XI. La amiga de Lilus

Las mujeres que escuchan y reciben son como los arroyos crecidos como el agua de las lluvias, que se entregan en una gran corriente de felicidad.

 

XI. La amiga de Lilus

Esto puede parecer una apología de las burras. Pero ahora que hay tantas mujeres intelectuales, que enseñan, dirigen y gobiernan, es de lo más sano y refrescante encontrarse de pronto como una Chiruelita que habla de flores, de sustos, de perfumes y de tartaletitas de fresa

 

XII. El convento

Sus ojos recordaban a los ojos de las estatuas, que nunca se posan en las cosas feas.

 

XII. El convento

Que no juzgara… que no juzgara el adulterio, porque es lo que más se juzga y menos se entiende…

Oprah Winfrey, Lo que he aprendido en la vida


 

Alegría


Todo lo que hago durante el día entero, lo hago en preparación para mi tiempo de lectura. Con una buena novela o autobiografía, un poco de té y un sitio cómodo para acurrucarme, estoy en el cielo. Amo vivir dentro de los pensamientos de otras personas. Me maravillan los vínculos que establezco con las personas que cobran vida en las páginas, sin importar cuán diferentes puedan ser sus circunstancias de las mías. No sólo siento que conozco a estas personas sino que también descubro más sobre mí. Percepción, información, conocimiento, inspiración, poder: en un buen libro puede encontrarse todo eso y más.

 

Alegría


Leer un buen libro es una indulgencia sagrada.

 


Posibilidad


¿Qué ocurre cuando trabajas duro en algo que no te satisface? Consume tu espíritu. Te roba la fuerza de vida. Terminas agotada, deprimida y enojada.

 


Posibilidad


La verdad es aquello que sientes que es correcto, bueno y amoroso.

 


Posibilidad


La meta para todos nosotros también es seguir creciendo más allá de nuestros límites y evolucionar hasta lograr que nuestras vidas alcancen su mayor esplendor.



 

Christopher Morley; La librería ambulante.


Capítulo 2


PARNASO AMBULANTE DE ROGER MIFFLIN Sabed, amigos, que tiene mi percherón Más de mil libros, antiguos y de ocasión. Del hombre los mejores amigos son. Los libros que atiborran este gran vagón Libros para todos los gustos son, De líricos versos a las Musas, De buena cocina y agricultura, Novelas apasionadas de prosa pura. Cada necesidad tiene su libro justo Y los nuestros te dejarán a gusto. Jamás habrá librero que dé alcance A los finos libros de este Paraíso ambulante.

 

Capítulo 2


Su rostro era una mezcla cómica de apacible picardía y algo de cinismo bien curtido. 

1

Capítulo 2


Ahora, si teme tanto que su hermano se encapriche con el Parnaso, ¿por qué no lo compra usted misma y se va de viaje?

 

Capítulo 3


Soy un alma hogareña, supongo, y amo mi cocina tanto como mi abuela.

 

Capítulo 4


Señorita McGill», dijo el hombrecito, «este pabellón rodante ha sido para mí esposa, doctor y religión durante siete años.

 

Capítulo 4


Cuando le vendes un libro a alguien no solamente le estás vendiendo doce onzas de papel, tinta y pegamento. Le estás vendiendo una vida totalmente nueva. Amor, amistad y humor y barcos que navegan en la noche.

 

Capítulo 4


Libros que les devolverán el amor por la vida;

 

Capítulo 4.


A mi entender, un hombre que ama los libros no tiene por qué morirse de hambre.

 

Capítulo 4


Lo que la gente necesita es algo bueno, familiar, honesto. Algo que les llegue a las entrañas, que los haga reír y temblar y marearse y pensar en la pequeñez de esta bola de palomitas de maíz que gira en el espacio sin obtener nada a cambio. Algo que los estimule a mantener limpio el hogar y la leña bien partida para hacer el fuego y los platos bien lavados y secados y ordenados. Cualquiera que haga leer a la gente del campo cosas que valgan la pena le estará prestando un gran servicio a la nación. Y eso es lo que esta caravana de la cultura pretende hacer… ¡Supongo que la estaré hartando con mi arenga! ¿Y la Saga de Redfield? ¿También se pone a salmodiar así?»

 

Capítulo 4


La atmósfera era ya lo suficientemente literaria

 

Capítulo 5


Y con este sentimiento de alegría en el alma, descendimos serenamente por la pendiente hacia Greenbriar.

 

Capítulo 5


El hombre que tiene unos cuantos buenos libros en su biblioteca hace feliz a su esposa, les proporciona a sus hijos un negocio redondo y se da la oportunidad de ser un mejor ciudadano.

 

Capítulo 6


He mezclado tantas lecturas a lo largo de mi vida que mi mente está llena de ecos y voces de hombres mejores que yo. Pero este libro que planeo escribir realmente merece ser escrito, creo yo, porque tiene su propio mensaje.

 

Capítulo 10


Todas las grandes cosas de la vida fueron hechas por gente que no estaba conforme.

 

Capítulo 10


Solitario corazón del hombrecillo.

 

Capítulo 11


Creo que leer un buen libro te hace modesto.

 

Capítulo 11


Cuando uno logra ver con lucidez el interior de la naturaleza humana, cosa que te proporcionan los grandes libros, uno siente la necesidad de hacerse pequeño. 

 

Capítulo 11


Un buen libro debe ser simple

 

Capítulo 11


Debe haber un corazón latiendo en su interior

 

Capítulo 11


Agape literario.

 

Capítulo 11


Seguro que recordáis la historia de Abe Lincoln cuando dijo: Si llamas cola a una pata, ¿cuántas colas tiene un perro? Cinco, me diréis. No es correcto. Porque, como dijo el señor Lincoln, llamar cola a una pata…»

 

Capítulo 12


A bordo del Parnaso en compañía del profesor. A duras penas lo conocía, claro, ¿pero qué más daba? Había llevado el esplendor de un ideal a mi vida rutinaria y gris.

 

Capítulo 13


Una aventura que, habiendo comenzado como una mera broma o un capricho, había acabado por convertirse en la sustancia misma de la vida.

 

Capítulo 13


Me dan pena las mujeres que nunca tuvieron la oportunidad de vivir una extravagancia.

 

Capítulo 13


Himno para una mujer de mediana edad

 

Capítulo 15


ya no éramos jóvenes, pero nos aguardaban grandes cosas.

 

Capítulo 15


Helen», dijo, «¿te casarías conmigo? No soy rico, pero he ahorrado lo suficiente para vivir. Siempre tendremos el Parnaso y este invierno iremos a vivir a Brooklyn y allí escribiré mi libro. Viajaremos con Peg y predicaremos el amor por los libros y por los seres humanos. Helen, eres justo lo que necesito, que Dios te bendiga.



martes, 6 de julio de 2021

Gabriel Rolón; El duelo


Gabriel Rolón; El duelo

 

Dolores misteriosos e incomprensibles que provocan un tormento que no cesa.

 

El duelo es un trabajo.

 

Borges señaló que la pobreza de una nación no se mide tanto por la enorme magnitud de sus dolores sino por la pequeñez de sus alegrías. Y así de pequeñas eran las alegrías.

 

No basta el tiempo para borrar un hecho doloroso. El olvido es un trabajo, un esfuerzo que la psiquis realiza para expulsar de la consciencia una representación que lastima, un recuerdo que duele. Pero lo que creemos olvidado acecha como una criatura de la noche a la espera del momento preciso. Y el momento siempre llega. Entonces, lo enterrado regresa y su sombra aparece en los lapsus y los sueños, en los síntomas y actos fallidos, en los chistes que dicen lo que de otro modo no podría decirse.

 

No parece haber un plan divino que justifique tanto dolor. El mal ha sido siempre la piedra en el zapato para los hombres de fe.

 

No es necesario perder la vida para alcanzar el Cielo o condenarse al Infierno.

 

Una palabra que se aleja del vacío decir cotidiano.

 

Es intolerable pensar que tanto amor, tanto miedo, tanta pasión y tantos sueños puedan desvanecerse en la nada.

 

La nada es el verdadero nombre del Infierno.

 

Algunos sostienen que el poder corrompe. Lejos de eso, pienso que en realidad delata.

 

El arte es una bendición para el alma en duelo.

 

Polvo serás, mas polvo enamorado, sentenció Quevedo. Ese fue el sueño de los románticos.

 

Cuando el duelo no se refiera a la amenaza de morir, sino a la certeza de haber perdido a alguien amado y tener la obligación de seguir viviendo.

 

Es necesario simbolizar el dolor para quitarlo de la carne. Eso hace el arte. Encuentra un lugar para desplazar el sufrimiento. Así, lo perdido abandona su aspecto cruel y adquiere una forma más bella.

 

No hay dolor mayor que acordarse del tiempo feliz en la desgracia.


Instante efímero e incompleto. Por perfecto que parezca, todo momento aloja una ausencia. Y esa ausencia basta para empañar la felicidad.

 

El duelo implica una metamorfosis. Se trata de un trabajo que permite que una persona se convierta en alguien diferente después de recibir un golpe traumático. Que logre ponerse de pie después de algo tan tremendo como la muerte o el desamor.

 

Perder lo que se ama nos empuja a vivir en un espacio desconocido.

 

No se está en duelo por haber perdido algo importante sino por la dificultad de aceptar esa pérdida.

 

La persona cambia y deja de ser quien era hasta entonces.

 

El duelo es un proceso que se atraviesa y no un problema que se resuelve.

 

El trabajo de duelo no busca recuperar nuestro antiguo ser, sino que tengamos la valentía de animarnos a ser alguien diferente. Alguien que ha perdido, y a partir de esa pérdida es capaz de dar nacimiento a algo nuevo y distinto a la vez.

 

Solo nos enluta la muerte de aquellos, poco numerosos, que tienen el estatuto de irreemplazables.   JACQUES LACAN

 

El duelo podía ser suscitado por la pérdida de cualquier abstracción que hiciera las veces del amado. Hemos nombrado la libertad o la Patria. Pienso también en el duelo que implican los cambios de etapa, el paso de la niñez a la adolescencia o la pérdida de la juventud. Y hay más. La pérdida de un trabajo, la muerte de una mascota, la imposibilidad de alcanzar una vocación o la falta de vocación alguna. Son muchas las circunstancias que pueden despertar dolor y exigir un esfuerzo para superarlas

 

¿De qué dependerá la magnitud de ese dolor? Como dijo Lacan, de que la pérdida de esa persona, emoción o circunstancia sea experimentada como una pérdida insustituible.

 

Hemos señalado que en toda relación se construye algo que es independiente de uno y otro. Podemos pensar, entonces, que el vínculo de amor se sostiene en tres pilares: el enamorado, el objeto amado y «eso» que se erige entre ambos y los excede.

 

Parafraseando a Allouch podríamos decir que el amor contiene un trozo de mí, un trozo de ti y un trozo de sí.

 

El proceso de duelo evidencia el dolor de la batalla.

 

Las sombras pierden oscuridad y el presente se ilumina.

 

El sujeto recupera su contacto con el mundo y comienza su lucha por construir su destino.

 

Estar en duelo es haber amado. No hay duelo sin amor. No hay duelo si no existió alguien que alojó nuestro deseo y nos invitó a la aventura de crear algo que no existía antes.

 

Como sostuvo Thomas Carlyle, lo que amamos nunca nos es arrebatado por completo porque… … deja tras él un vestigio luminoso semejante a esas estrellas apagadas que se ven desde la tierra después de muchos siglos.

 

El duelo es un hecho misterioso y cruel, enigmático e incurable, porque la herida jamás sanará del todo.

 

Que debemos admitir que hay algo que ya no seremos más. Aunque volvamos a amar y construyamos sueños nuevos, ninguno reemplazará a los sueños perdidos.

 

Una metáfora eficaz para describir el efecto psíquico que ejercen los objetos amados y perdidos. Son luces que continúan iluminando aunque la estrella que las originó haya desaparecido hace tiempo.

 

Duelar no implica olvidar. Implica sí, una muerte personal. El antiguo escritor latino Sirius dijo que el hombre muere tantas veces como pierde a cada uno de los suyos.

 

Pero no solo morimos con cada uno de nuestros seres amados. También morimos un poco con cada amor perdido y cada ilusión frustrada. Eso es vivir: caer con cada pérdida. El duelo es la posibilidad de levantarse y volver en busca de un deseo más.

 

Una persona ha concluido su duelo cuando aceptó la pérdida, cedió una parte de sí mismo, renunció a ese «trozo de sí» propio del vínculo con lo perdido y además, ha sido capaz de dar origen a algo nuevo. Algo vital.

 

Un nacimiento más, producto del trabajo de duelo.

 

Morir no es una opción. Vivir sí. Nadie puede evitar la muerte, pero el suicida evita la vida. Y condena al infierno a quienes no mueren con él.

 

Todos, alguna vez, seremos duelados.

Philippe Delerm; El primer trago de cerveza


Philippe Delerm; El primer trago de cerveza

 

Tantos instantes, tantas pequeñas historias, tantos minúsculos placeres, al alcance de todos y que, sin embargo, nos parecen tan ajenos!

 

Símbolo de vida sencilla.

 

En ese presente gratuito, el pasado duerme.

 

Amenazado destino.

 

Sencillos domingos de familia, sencillos domingos de antaño, sencillos domingos de hoy, el tiempo se balancea, como una custodia, al extremo de un cordel castaño.

 

Es casi siempre a esa hora muerta de la mañana en que el tiempo no nos empuja ya hacia la nada.

 

Perfumes cocidos a fuego lento de la comida.

 

Ese poder flotante del olor.

 

Un instante precioso.

 

Pero hay días en los que se atrapa el día en el flotante momento de los posibles, en el momento frágil de una honesta vacilación, sin orientar de antemano el fiel de la balanza. Hay días en los que casi podríamos.

 

La engañosa sensación de un placer que se abre al infinito…

 

Decepcionado alquimista tan solo salva las apariencias y bebe cada vez más cerveza con cada vez menos alegría.

 

Silencio acolchado de soledad.

 

El primer gesto que lo cambia todo.

 

Esa suave molicie de la luz. 

 

Incluso para nosotros mismos es bueno vivir el final de las cosas en todos sus tonos. Elegir la comodidad de las melancolías.

 

Unos segundos de belleza.


domingo, 27 de junio de 2021

Claudia Celis; Donde habitan los ángeles


Claudia Celis; Donde habitan los ángeles

 

Después del entierro

MIS pasos retumban en el corredor. Las casas vacías exageran los sonidos. Y más todavía las que extrañan a sus dueños. Las que están tristes. Las que están de luto. Me detengo. El silencio es tanto que se puede escuchar. La casa parece más grande. Enorme. ¿Será que la tristeza nos hace empequeñecer?… Tengo miedo. Necesito un abrazo de mis tíos. Su consuelo. Su compañía. Su amor. Me siento como aquel niño indefenso y atolondrado que llegó aquí de vacaciones hace dieciocho años, sin siquiera sospechar que esta ciudad se convertiría en su ciudad, esta casa en su casa, y estos tíos abuelos en sus padres.

 

Mi tía Chabela

MI tía Chabela era una sonrisa, unas manos suavecitas; un mi niño, mi amor, m’ijito; un abrir los ojos durante las noches que estaba enfermo y encontrarla sentada en la orilla de mi cama; un pásate con nosotros, cuando yo no podía dormir. Era una sopa riquísima; una cucharada de emulsión que me tenía que tomar, para que crezcas mi cielo, mi tío siempre agregaba: para que no te quedes chaparro como tu tío Rubén; unos tamales para desayunar, un pastel recién hecho para merendar, y un baño en la tina antes de empiyamarme. También era un perfume, un chal tejido cuando atardecía, un cabello plateado, una canción tarareada mientras regaba sus plantas, y otra cantada a dúo con su perico; era una piel blanquísima y unos ojos azules que tan pronto eran lilas como verdes.

 

Judith

Los recuerdos domados no lastiman…

 

Ramsés

Hay mucho amor dentro de usted, Panchito, y el amor es lo único que transforma a las almas en excelentes.

 

La petición de mano

Quisiera pedir esta pieza a quien, como linda flor, ha venido a perfumar nuestra familia.

 

Alejandra

Le voy a explicar —enterró la pala y se recargó en ella—: Usted ha perdido las ganas de vivir, es decir, lo ha perdido todo, porque la vida es lo único que tenemos y que en verdad nos pertenece. Usted está presente sólo para sufrir y hacemos sufrir a los que lo queremos —me tomó de los hombros—; mire, Panchito: el vivir realmente la vida, el tomar en serio la responsabilidad de vivir, nos exige mucho más que respirar y comer. Es nuestro deber superar los obstáculos y seguir adelante. Comprendo su pena, pero usted no está solo, nos tiene a nosotros que lo queremos tanto… me tiene a mí que lo quiero como a un hijo… Me abrazó y lloramos. Por primera vez di rienda suelta a ese llanto que me oprimía el alma. Después de un rato, ya tranquilos, nos alejamos de allí. Me despedí de Alejandra pensando en no regresar. No tenía para qué; a ella me la llevaba, para siempre, en el corazón.

 

Alejandra

Vivimos momentos terribles que no puedo describir; sólo de recordar mi corazón se desgarra.

 

Alejandra

Yo no pude llorar, pero dejé de vivir.

 

Mi vida

—Mire, Pan chito —se puso de pie—, usted necesita, a como dé lugar, salir del abismo en el que ha caído. Sé que no va a ser nada fácil, que le llevará bastante tiempo ponerse en forma y aprender a escalar la empinada montaña de la tristeza, pero, por lo menos, ya tiene su equipo; todo está en que se decida y comience a practicar. Volvió a sentarse, abrió el periódico y siguió leyendo. Pensativo, me senté junto a él. Sentí los rayos del sol calentándome y noté el aroma de las plantas. Fue un reencuentro con la vida. —Lo voy a lograr —le dije.

 

Vuelo envidiable

Sabe? —continuó—, muchos de los que me conocen pensaban que yo tenía las alas cortadas, pero eso no es cierto. Mi hermosa Chabelita nunca me tuvo a la fuerza. Si viví pegado a ella y siempre le fui fiel, fue por amor. Ahora yo quisiera salir volando tras ella, igual que el tal Rorro —su voz se quebró—. Fíjese, Panchito, lo que es la vida; tan sin gracia que siempre me pareció ese perico, y resulta que ahora lo envidio…

 

Extraña despedida

Doy por concluído mi compromiso con la vida. Chabelita y yo acordamos esperar hasta este día, pero ni uno más. Me voy con ella, Panchito, ahí está mi sitio.

 

Extraña despedida

El equipo de alpinismo se lo dejo casi completo, sólo me llevo la brújula para no perder el rumbo donde habitan los ángeles, no vaya a ser que me desoriente y me vaya para el lado contrario. No olvide leer las instrucciones para después de nuestra muerte.

 

Extraña despedida

A veces, cuando se ha querido tanto en la vida y el ser amado se va, el corazón se ve atacado por una terrible enfermedad, para la que no hay cura, que se llama pena.

 

Extraña despedida

Dos que se amaron en verdad.

 

La última voluntad

Cuando me acerqué a despedirme de mis tíos, algo brillante, en el fondo de la caja, me llamó la atención. Era la brújula. Mi tío la había soltado. —¡Hallaste el rumbo! —grité. Todos se sorprendieron. Chucho se acercó y me tomó del brazo.


miércoles, 26 de mayo de 2021

Rosa Montero; La buena suerte


Rosa Montero; La buena suerte

 

En memoria de mi madre, Amalia Gayo, que me enseñó a narrar. Para la pequeña e inolvidable Sara, que se defendió. Defendamos nosotros a las Saras del mundo. Con mi gratitud y mi amor a las Salamandras, que han iluminado los oscuros tiempos del coronavirus.

 

Quien quiera estar contento que lo esté, del mañana no hay certeza. LORENZO DE MÉDICI

 

En él había descolocado, algo fallido y erróneo. Una ausencia de esqueleto, por así decirlo. Esto es, una ausencia completa de destino, que es como andar sin huesos. Se diría que ese hombre no ha logrado un acuerdo con la vida, un acuerdo consigo mismo, lo cual, a estas alturas ya todos lo sabemos, es el único éxito al que podemos aspirar. 

 

Los artistas nos reconocemos al primer vistazo. 


Se ilusionó, cuando ya hacía mucho que se habían acabado los tiempos de las ilusiones.

 

Dotar de belleza a lo fallido. 

 

Mira, a mi edad he llegado al convencimiento de que la gente no se divide entre ricos y pobres, negros y blancos, derechas e izquierdas, hombres y mujeres, viejos y jóvenes, moros y cristianos —dice al fin—: No. En lo que se divide de verdad la humanidad es entre buena y mala gente. 

 

Pablo está convencido de que es necesario aprender a amar en la infancia, como se aprende a caminar o a hablar. 

 

No son precisamente esos muros invisibles de cosas silenciadas uno de los elementos más habituales de la vida en común? Con los años, las parejas se van llenando de pequeñas desilusiones, de divergencias del proyecto amoroso que creyeron entrever en la primera pasión, de fallos propios y ajenos, rendiciones, aceptación acomodaticia de sus egoísmos y su cobardía. Con los años, el otro o la otra cada vez está más cerca en las rutinas pero más lejos en lo esencial. Hasta llegar a convertirse, en ocasiones, en perfectos extraños. Y los peores son los extraños bien sincronizados, aquellos que entran y salen juntos, que van de vacaciones, que cenan con los amigos y jamás discuten, pero que luego, cuando están los dos solos, ni se miran a los ojos, sideralmente separados por el telón de hierro de todo lo que han dejado de compartir y decirse.

 

No hay nada que envejezca tan deprisa como el amor mal amado. 

 

Envejecer es ser ocupado por un extraño. 

 

El Mal posee recursos que el Bien desconoce. 

 

Si el corazón pudiera pensar, se pararía, decía Fernando Pessoa.

 

Los muertos nunca se van solos: se llevan un pedazo del universo.



lunes, 24 de mayo de 2021

Robert Seethaler; Toda una vida


Robert Seethaler; Toda una vida

 

Según él, cuando uno va directo al infierno tiene que reírse con el diablo, no cuesta nada y hace que la vida sea más soportable.

 

 “Quien abre la boca, cierra las orejas»

 

En lugar de hablar, prefería escuchar a la gente, que con sus charlas ahogadas lo introducía en los secretos de vidas y opiniones ajenas.

 

Cada vez estaba más convencido de que en el fondo los turistas no caminaban tras él, sino en pos de un anhelo desconocido e insaciable.

 

Había tenido un amor y lo había perdido. A partir de ahí no le ocurriría nada comparable,

 

Se retiró a su vida privada.

 

Sin embargo, él consideraba que había conseguido salir adelante, y por lo tanto tenía motivos para estar contento.

 

Como todos los seres humanos, a lo largo de su vida había abrigado en su interior ilusiones y sueños. Algunos los había cumplido por sí mismo, otros le habían sido regalados. Muchos habían permanecido inalcanzables, o se los habían arrebatado cuando apenas los había logrado. Pero él seguía ahí. Y cuando, los primeros días tras el primer deshielo, caminaba por la mañana sobre el rocío de los prados empapados delante de su cabaña y se apoyaba en una roca plana de las que había diseminadas, notando la piedra fría en la espalda y en la cara los primeros rayos cálidos de sol, tenía la sensación de que no le había ido tan mal.

 

—¿Dónde te has metido durante todo este tiempo? —preguntó—. Tengo tantas cosas que contarte… ¡No te lo vas a creer, Marie! ¡Una larga vida! ¡Toda una vida!

 

Había sobrevivido a su infancia, a la guerra y a un alud. Nunca había estado demasiado ajado para trabajar, había abierto una cantidad incalculable de agujeros en la roca y probablemente había talado árboles suficientes para alimentar durante un invierno las estufas de una ciudad pequeña. Su vida había pendido de un hilo entre el cielo y la tierra, y durante los últimos años como guía turístico había aprendido más de las personas de lo que podía abarcar. Que él supiera, no cargaba con ninguna culpa digna de mención, y nunca había caído en las tentaciones del mundo: las borracheras, la prostitución o la gula. Había construido una casa, había dormido en infinidad de camas, establos, rampas de carga y unas cuantas noches incluso en una caja de madera rusa. Había amado. Y se había hecho una idea de hasta dónde podía llevar el amor. Había visto a dos hombres caminar por la Luna. Nunca se había visto en el apuro de creer en Dios, y la muerte no le daba miedo. No recordaba de dónde era, y últimamente no sabía adónde iba. Pero podía mirar atrás en el tiempo, a su vida, sin lamentos, con una media sonrisa y un gran asombro.

 

 

Mercedes Salisachs; El secreto de las flores

1 Y lo que es peor, el desmoronamiento se produjo de repente, sin que hubiera intervenido antes un signo de alerta, ni los ecos de aquella n...