sábado, 17 de abril de 2021

Rachel Cusk; Despojos. Sobre el matrimonio y la separación


Rachel Cusk; Despojos. Sobre el matrimonio y la separación

 

Rastrojos

Un plato se cae al suelo: la nueva realidad es que está roto.

 

Rastrojos

La nueva realidad, hasta donde yo era capaz de ver, sencillamente estaba rota.

 

Rastrojos

El relato o la verdad.

 

Rastrojos

Cuando escribo mal una novela, termina colapsando, se viene abajo, se detiene y no se deja seguir escribiendo, y tengo que retroceder y buscar los defectos de su estructura. El problema reside normalmente en la relación entre el relato y la verdad.

 

Rastrojos

Neutralidad, algo firme aunque vacío, algo ligeramente acusador a pesar de la vacuidad. Es como si estas horas solitarias, en las que por primera vez en muchos años no se espera ni se necesita nada de mí, fueran mi botín de guerra, lo que he recibido a cambio de todo este conflicto.

 

Parejas

Su idilio ha concluido, y ahora puede que sientan mutuamente una rabia asesina. Puede que ella pensara que él la querría más al nacer su hijo, pero lo cierto es que parece que lo ha perdido: él ha utilizado al hijo para librarse de ella. Ella en realidad no quiere un muñeco: quiere un hombre, un hombre que la ame y la desee. Ifigenia, con su túnica de novia de color azafrán, quizá sea el sacrificio que reside en el núcleo de todo matrimonio, la muerte sobre la que se construye toda la empresa.

 

Parejas

Familia y tragedia son lo mismo en cierto modo.

 

Parejas

El sufrimiento era una especie de formalismo, pero era también una perversión, un mal uso de las emociones.

 

Parejas

Es una mujer que manifiesta la tristeza con comportamientos extrovertidos y hedonistas.

 

Parejas

La mayoría de los matrimonios tienen una fachada pública, un aspecto de representación, como el cuerpo tiene su piel. Una pareja que discute en público es como un cuerpo que se desangra, pero existen otras formas de morir que no se ven desde fuera.

 

Parejas

Es curioso lo que la gente puede llegar a perdonar, lo que puede llegar a tolerar cuando tiene una creencia. Cuando duda, la gente no tolera nada, y todos dudan de Egisto, menos Clitemnestra.

 

Parejas

La forma de lo masculino y lo femenino se ha puesto a prueba y ha demostrado ser limitación y mentira.

 

Parejas

Todo son secuelas de la muerte de lo que existía antes. Para engendrar hace falta que una cosa domine a la otra, que el contenido masculino domine a la forma femenina; luego, para criar lo que se ha engendrado, hace falta lo contrario.

 

Parejas

¿Tienen todas las mujeres una capacidad especial para odiar a sus maridos, y todos los maridos la capacidad de odiar a sus mujeres con un odio fundado en los mismos orígenes de la vida?

 

Parejas

La primera vez que vi a mi marido después de la separación, me di cuenta, y me sorprendió mucho, de que me odiaba. Nunca lo había visto odiar a nadie: era como si estuviera lleno de una sustancia que no era suya, contaminado, como la costa teñida de negro por un vertido de petróleo. Varios meses estuvo supurando odio venenoso la herida mortal de nuestro matrimonio, brotando de todas las fuentes y conductos, empapándolo todo, hasta que cubrió a las niñas de alquitrán, como las cabezas sedosas de las aves costeras.

 

Parejas

Desterrada del matrimonio, veo a los matrimonios con otros ojos.

 

Parejas

Felicito en silencio a las parejas con las que me cruzo por la calle, a la vez que me pregunto por qué ellos están juntos y yo estoy sola. Sé que han triunfado en lo que yo he fracasado, pero no consigo recordar por qué.

 

Parejas

Hemos perdido el rumbo, perdido nuestra historia, y yo soy el capitán del barco que lleva el timón, lleno de temor.

 

Ventanas oscuras

Se ha instalado en casa una especie de letargo que puede transformar cualquier movimiento en dolor.

 

Ventanas oscuras

Yo creía que debía haber sido una tranquilidad para ella quedarse sola, después de tantos años. Aunque quería mucho a mi abuelo, veía su muerte como un indulto, una liberación, como quitarse unos zapatos que hacen daño.

 

Ventanas oscuras

Los hombres ofrecían protección y dinero.

 

Ventanas oscuras

Comprendí que una mujer no podía liberarse con tanta facilidad, no podía largarse a otra parte, sin más, con sus dones de amor y calidez.

 

Ventanas oscuras

Nunca se me ocurrió que mi abuela pudiera volver a casarse, que pudiera someterse de nuevo a ese cautiverio, y no lo hizo. Tampoco se me ocurrió nunca que pudiera seguir sola por lealtad a la empresa familiar; que pudiera sentirse sola y enfermar por falta de compañía, y aun así seguir interpretando su papel por el bien de sus hijos; que pudiera haber comprendido, como yo no supe, que el puzle es frágil, no fuerte, que es un espejismo, no una prisión. Que lo que exige fortaleza es conservarlo, no desmantelarlo, porque puede romperse en un instante.

 

Ventanas oscuras

Esa imagen se romperá, y lo que quede de ella no será una imagen diferente o nueva, sino un montón de piezas que no significan nada.

 

Ventanas oscuras

La doble naturaleza entre el ser y el aparentar.

 

Ventanas oscuras

Debajo de esos manteles tan bonitos hay una estructura improvisada, sin forma ni belleza propias.

 

Ventanas oscuras

El lado romántico del matrimonio como la envoltura de algo categóricamente práctico, lo veía como la metáfora de una mujer, esa hermosa criatura que limpia y cocina. ¿Por qué no podían ser iguales lo exterior y lo interior?

 

Ventanas oscuras

Mi abuela había sido valiente en el matrimonio: había conservado la fachada más de cuarenta años.

 

Ventanas oscuras

Tienes que aprender a esconder tus sentimientos delante de las niñas. Acabarán sintiendo lo que creen que tú sientes, porque son meros reflejos tuyos.


¿Tú no tomas nada?

Él conoció a otra mujer, tuvo hijos con ella y se compró otra casa de lujo para sustituir a la primera; y mi amiga y sus hijas se quedaron cortadas, como un retal caído de la mesa de una modista porque el patrón no lo necesita.

 

¿Tú no tomas nada?

Mi amiga se mudó a esta ciudad más barata y menos elegante, buscó un trabajo compatible con el horario escolar de sus hijas, dejó de beber y empezó a practicar yoga. Ahora se relaciona con otro tipo de gente, tiene opiniones nuevas y un corte de pelo distinto. En su casita de muñecas, todo es delicado, blanco y fresco. Parece como si, al no tener un hombre, la mujer aprovechara la oportunidad de recuperar su inocencia, de reconstruir su mundo virginal, de limpiarse la sangre de la sexualidad y de perfeccionar su feminidad.

 

¿Tú no tomas nada?

La comida que preparan habla de ellos: sana, moderada, lo contrario de punitiva o insulsa.

 

¿Tú no tomas nada?

No tengo ninguna sensación de futuro.

 

¿Tú no tomas nada?

El drama de mi vida domina, consume el combustible de la conversación como un feo tanque militar que traga gasolina.

 

¿Tú no tomas nada?

Tenía café en las venas en vez de sangre.

 

¿Tú no tomas nada?

Un presente itinerante y frágil.

 

¿Tú no tomas nada?

He aprendido a asustarme de las cosas bonitas, por miedo a que escondan lacerantes astillas de nostalgia.

 

¿Tú no tomas nada?

Delante de la floristería, siento de golpe la magnitud de mi empobrecimiento. Siento que la pérdida me ha vuelto transparente: ya no hay nada que, al mirarlo, me haga sentir segura.

 

El filo de la navaja

Este esfuerzo incesante por producir normalidad es como una falsificación artística, tan laborioso comparado con la facilidad con que se creó el original.

 

El filo de la navaja

Habla de la pérdida de valor de una mujer cuando envejece, de la decadencia de un cuerpo que antes era el origen de su autoridad humana, de su rabia porque la han dejado sola: los hombres y los hijos se han ido. Impresiona a la gente con sus ganas de vivir: todos esperan que se rinda, que se retire en silencio, que se esconda en cualquier parte y se pudra sin molestar. Y ella ha aprendido a disfrutar con la sorpresa de los demás, con su desaprobación. Se viste con colores chillones. Sale a pelearse con el mundo y, tanto si resulta herida en ese campo de batalla, tanto si cae derrotada y encuentra su final como si no, ese final es mejor que el que la sociedad ha previsto para ella, es una especie de rebelión suicida, un intento de exhibirse rodeada por un halo de gloria.

 

El filo de la navaja

Sentí que tenía que amarla, porque de pronto comprendí que su fracaso no venía de una intención perversa, sino del hecho de que nadie la quería. Ese fracaso me asustó, me intimidó más que la peor amenaza directa a mi seguridad; necesitaba protegerme de él y proteger a mis hijas, pero mientras estaba sola en aquella casa, comprendí que el verdadero logro, la verdadera seguridad, la verdadera autoridad podían estar más allá del instinto de salvaguardar lo que era mío.

 

XYZ

No tengo ganas de hablar. No tengo nada que decir.

 

XYZ

Cargada de experiencias que me han silenciado, ahogado en el silencio de la experiencia.

 

XYZ

Nuestra conversación es como masticar un alambre de acero, como comer cristal molido. Nuestra conversación es como un pozo envenenado, pero bebo de él de todos modos.

 

XYZ

La antigua guerra puede transformarse en palabras, pero un silencio vivo no se debe alterar.

 

XYZ

Procesar el violento pasado en resmas de conversación. El presente es un presente hablador, pero del futuro ¿qué se puede decir?

 

 

martes, 13 de abril de 2021

Joseph Conrad; Amy Foster


Joseph Conrad; Amy Foster

 

Maravillosa quietud del exterior. —Los relatos de viejos naufragios nos hablan de grandes sufrimientos.

 

Misteriosamente irónico. »Ésas eran las personas a las que él debía lealtad, y una profunda soledad parecía descender del cielo plomizo en aquel invierno sin sol. 

 

Sospecho que su agudeza mental, al igual que un ácido corrosivo, ha destruido su ambición.

 

Tuvo suficiente imaginación para enamorarse.

 

Se necesita imaginación para formarse un ideal de belleza, y todavía más para descubrirlo bajo una forma poco común.

 

Es como si esta tierra estuviera maldita, pues, de todos sus hijos, los más apegados a ella son de cuerpo tosco y andar pesado.

 

Como si llevaran los corazones llenos de cadenas.

 

A menudo los náufragos se salvaban de morir ahogados para perecer ignominiosamente de hambre en algún árido lugar de la costa; otros sufrían una muerte violenta o se veían convertidos en esclavos, y pasaban largos años de existencia precaria entre gentes que desconfiaban de ellos, los odiaban o temían por el mero hecho de ser extranjeros. Leer estas cosas nos inspira una gran lástima. Es duro para un hombre encontrarse en una tierra extraña, indefenso, sin nadie que comprenda su lengua, procedente de un misterioso país en algún rincón recóndito de la tierra. Pero de todos esos viajeros que han naufragado en los lugares más salvajes de la tierra, no hay uno solo, en mi opinión, que tuviera un destino tan trágico como el hombre del que hablo, el más inocente de ellos, arrojado por el mar en la ensenada de esta bahía, casi a la vista desde esta ventana.

 

He ido explicándole a usted más o menos con mis palabras lo que descubrí de forma fragmentaria a lo largo de dos o tres años, en los que casi nunca desaproveché la oportunidad de conversar amigablemente con él.

 

Me contó sus aventuras entre numerosos destellos de sus dientes blancos y el alegre fulgor de sus ojos negros; al principio, con una especie de inquieto balbuceo infantil, y más tarde, cuando ya aprendió nuestro idioma, con enorme fluidez, pero siempre con aquella entonación suave y melodiosa, además de vibrante, que confería un poder singularmente intenso al sonido de las palabras inglesas más familiares, como si hubieran sido vocablos de una lengua misteriosa.

 

Condenado a la más amarga soledad mientras yacía en su litera de emigrante; pues su naturaleza era tremendamente sensible.

 

Parecían haber dejado en su alma una oscura huella de asombro e indignación.

 

Se trataba de un nativo de la cordillera oriental de los Cárpatos, y el buque hundido la noche anterior en Eastbay había zarpado de Hamburgo lleno de emigrantes y era el Herzogin Sophia-Dorothea, de infausta memoria.

 

Unos meses después, supimos por los periódicos de la existencia de las fraudulentas «agencias de emigración» que actuaban entre los campesinos eslavos de las regiones más remotas de Austria. El objetivo de aquellos rufianes era apoderarse de las granjas y caseríos de aquellas gentes pobres.

 

la sensación de desamparo y sufrimiento que había experimentado, su desconsuelo y su asombro ante el hecho de que nadie pareciera verlo ni entenderlo, su consternación al no encontrar más que hombres enojados y mujeres furiosas.

 

Es cierto que se había acercado a ellos como un pordiosero, decía; pero en su tierra, incluso cuando no daban limosna, se dirigían a los mendigos con amabilidad. A los niños de su país no se les enseñaba a tirar piedras a quienes imploraban compasión.

 

No es de extrañar que Amy Foster apareciera ante sus ojos con la aureola de un ángel de luz.

 

Gracias a este acto impulsivo de piedad, él volvió a formar parte de la sociedad humana en aquel nuevo entorno. Jamás lo olvidó… jamás.

 

La serenidad que dan los años añade solemnidad a su porte.

 

Los semblantes reflejaban tristeza.

 

Con el tiempo, la gente se acostumbró a verlo. Pero jamás se acostumbró a él.

 

Ah! Él era diferente: inocente de corazón y lleno de una bondad que nadie parecía desear.

 

Aquel pobre náufrago era como un hombre trasplantado a otro planeta, separado de su pasado por una inmensa distancia y de su futuro por una inmensa ignorancia. Su forma de expresarse rápida y apasionada escandalizaba a todos.

 

»Supongo que era consciente de la hostilidad que le rodeaba. Pero era un hombre fuerte… no sólo espiritual, sino también físicamente.

 

Decía, ¿cómo iba a volver a casa con las manos vacías cuando habían vendido una vaca, dos ponis y un pedazo de tierra para pagarle la travesía?

 

Había encontrado el oro que buscaba. Era el corazón de Amy Foster, «un corazón de oro, capaz de conmoverse ante el sufrimiento ajeno», decía con absoluta convicción.

 

Aunque tal vez le sedujera el don divino de su compasión.

 

Hyeonseo Lee; La chica de los siete nombres

 


Hyeonseo Lee; La chica de los siete nombres

 

Introducción

La solución fácil a mis problemas de identidad sería decir que soy coreana, pero no existe tal nacionalidad. No existe Corea a secas.

 

Prólogo

Fue entonces cuando entendí que se puede salir adelante casi sin nada, sin hogar y hasta sin país, pero nunca sin otras personas, nunca sin familia.

 

1

El songbun es el sistema de castas que impera en Corea del Norte.

 

2

La familia lo era todo para mi madre. Nuestra vida social tenía lugar dentro de la familia; fuera, hizo pocas amistades.

 

3

Pintoresca vida familiar lo convertían en un lugar mágico para nosotros.

 

3

Una de las tragedias de Corea del Norte es que todo el mundo lleva una máscara, que se pone cuando le conviene.

 

3

A los seis años entré en el parvulario de Anju y, aunque era demasiado pequeña para darme cuenta, este hecho marcó un cambio sutil en mi relación con mis padres. En cierto sentido, yo ya no les pertenecía a ellos, sino al Estado.

 

4

El bowibu no estaba interesado en los verdaderos crímenes que afectaban a la gente, como el robo, muy común, o la corrupción, sino solo en la deslealtad política, cuyo menor atisbo, real o imaginario, bastaba para hacer desaparecer a una familia entera —abuelos, padres y niños—: se acordonaba su casa y los miembros eran trasladados de noche en un camión, sin que se volviera a saber de ellos.

 

5

Presencia intimidante que no invitaba a la conversación.

 

6

Las sesiones de autocensura

 

6

Unirse a los Exploradores es obligatorio entre los nueve y los catorce años,

 

8

Una mujer fascinante, inteligente y siempre con historias que contar.

 

9

A pesar de las interminables y agotadoras actividades colectivas, yo contaba con un reino privado al que podía escapar: los libros

 

9

La lectura era un hábito heredado de mi madre.

 

21

Tuve la mejor maestra: la necesidad

 

30

Solo se tienen tres oportunidades en la vida, y esta no la dejaría escapar.

 

32

Su voz me reconfortaba tanto.

 

32

En su mundo, la ley estaba patas arriba. La gente tenía que quebrantarla para vivir. La prohibición del tráfico de drogas, un crimen grave en la mayoría de países, no se ve como un modo de proteger a la sociedad; traficar solo se considera un riesgo comparable a aparcar en un lugar no autorizado.

 

37

El edificio 63 —señaló el agente—. Un símbolo de 63 pisos. No construimos más alto para no ser el blanco de un ataque norcoreano. Cuánta luz. Cuánta riqueza.

 

40

Yo había crecido en un Estado comunista donde el Líder Paternal nos proveía a todos. La cualidad más importante de los ciudadanos era la lealtad, no la educación; ni siquiera la capacidad para trabajar duro. La categoría social la determina el songbun de la propia familia. En Corea del Sur, también la categoría social cuenta mucho, pero no es hereditaria, sino que viene determinada por la educación. Y aunque la educación es un gran nivelador en Corea del Sur (ni los hijos de las familias más ricas llegan a nada si no se aplican en la escuela), también comporta sus propias formas de opresión. Esta es en parte la razón de que el pueblo surcoreano sea, según

 

38

Es curioso que la gota que colma el vaso sea invariablemente un incidente trivial.

 

40

Vi enseguida lo difícil que era para los propios surcoreanos hallar la felicidad dentro de su sociedad.

 

 

Mercedes Salisachs; El secreto de las flores

1 Y lo que es peor, el desmoronamiento se produjo de repente, sin que hubiera intervenido antes un signo de alerta, ni los ecos de aquella n...