martes, 17 de diciembre de 2019

Daniel Keyes; Flores para Algernon

Prefacio
Cualquier persona con sentido común recordará que la visión puede ser turbada de dos modos y por dos causas distintas, que son cuando uno pasa de la luz a la oscuridad o en el caso contrario cuando uno pasa de la oscuridad a la luz; y, si recordamos que esto ocurre igualmente con el alma, cuando veamos a una de ellas sumida en este tipo de turbación, incapaz de distinguir cualquier objeto, no nos echaremos a reír neciamente, antes al contrario nos preguntaremos si tal vez, falta de costumbre, no se hallará cegada debido a que llega de un lugar más luminoso o, por el contrario, surgiendo de una opaca ignorancia hacia la luz del conocimiento, puede que se encuentre cegada por una luminosidad inesperada para ella. En este último caso, nos regocijaremos por su forma de vivir y de sentir; en el otro, lo lamentaremos con ella, y si se nos ocurre reír será más bien con una cierta indulgencia hacia aquella alma que ha descendido del dominio de la luz.

E mirado a Algernon y e aprendido a ir asta el final del la berinto por mui lejos que me paresca estar.

Cuanto más inteligente te vuelvas, más problemas tendrás, Charlie.

Ella tenía razón en rehusar estar conmigo y torturarse. Ya no teníamos nada en común. La más sencilla conversación se había vuelto dificultosa. Y todo lo que quedaba ahora entre nosotros era un silencio forzado y un ardiente deseo insatisfecho, en una habitación con las cortinas echadas.

¿Quién y qué soy yo ahora? ¿Soy el producto de toda mi vida o solamente de los últimos meses?

Buscaba en los mundos imaginarios de la pantalla lo que me faltaba en mi nueva vida.
La tranquila calma de sus ojos azules revelaba una fuerza de carácter que iba más allá de su expresión juvenil.

Al guardar mi secreto para mí no me había entregado enteramente a Fay.

Tenía necesidad de ella —dije— y, en cierto modo, ella tenía necesidad de mí, de modo que vivir uno junto al otro era llamémosle cómodo, y eso es todo. Pero nunca le llamaría a eso amor... y no es lo mismo que lo que existe entre nosotros.

No hay mayor alegría que el estallido de la solución de un problema.

Todo intento de conversación se desvanece siempre al cabo de uno o dos minutos y en su lugar se levanta una barrera.

La inteligencia sin la capacidad de dar y recibir un afecto conduce al derrumbe mental y moral, a la neurosis e incluso a la psicosis.

La mente absorbida en un interés egoísta tomado como un fin en sí mismo, con exclusión de toda relación humana, no puede conducir más que a la violencia y al dolor.

¿Quién puede decir que mi luz vale más que tu oscuridad?


Mercedes Salisachs; El secreto de las flores

1 Y lo que es peor, el desmoronamiento se produjo de repente, sin que hubiera intervenido antes un signo de alerta, ni los ecos de aquella n...