martes, 26 de octubre de 2021

Elena Poniatowska; Lilus Kikus


 

I. Los juegos de Lilus

Lilus nunca juega en su cuarto, ese cuarto que el orden ha echado a perder.

 

I. Los juegos de Lilus

Gentes que caminan muy apuradas, con cara de que van a salvar al mundo…

 

II. El concierto.

A Lilus no le vigilaban las lecturas, y un día cayó en este párrafo: «Nada expresa mejor los sentimientos del hombre, sus pasiones, cólera, dulzura, ingenuidad, tristeza, que la música. Usted encontrará en ella el conflicto que tiene en su propio corazón. Es como un choque entre deseos y necesidades; el deseo de pureza y la necesidad de saber».

 

II. El concierto

Es horrible dormirse entre despiertos.

 

II. El concierto

Muchas veces las gentes lloran porque encuentran las cosas demasiado bellas. Lo que les hace llorar, no es el deseo de poseerlas, sino esa profunda melancolía que sentimos por todo lo que no es, por todo lo que no alcanza su plenitud. Es la tristeza del arroyo seco, ese caminito que se retuerce sin agua… del túnel en construcción y nunca terminado, de las caras bonitas con dientes manchados… Es la tristeza de todo lo que no está completo.

 

II. El concierto

Hay unos que concentran su atención inquieta en la orquesta, y que sufren como si los músicos estuvieran a punto de equivocarse. Ponen cara de grandes conocedores, y con un gesto de la mano, o tarareando en voz bajísima algún pasaje conocido, inculcan en los vecinos su gran conocimiento musical. Hay otros que oyen con humildad. Avergonzados, no saben qué hacer con sus manos. Están muy pendientes de la hora del aplauso, vigilan su respiración, y se mortifican cada vez que a un desconocido se


VIII. La Borrega

Son amores que no se tocan pero que se evocan mucho.

 

XI. La amiga de Lilus

Pero un día que Chiruelita se acercó a su marido con una corona de flores en la cabeza, con prendedores de mariposas y de cerezas en las orejas, para decirle con su voz melodiosa: «Mi chivito, yo soy la Plimavela de Boticheli. ¡Hoy no hice comilita pala ti!», con gesto lánguido el artista de las manías le retorció el pescuezo.

 

XI. La amiga de Lilus

Lilus sabe cuántos peligros aguardan a quien trata de hablar bien, y prefiere callarse. Es mejor sentir que saber. Que lo bello y lo grande vengan a nosotros de incógnito, sin las credenciales que sabemos de memoria…

 

XI. La amiga de Lilus

Las mujeres que escuchan y reciben son como los arroyos crecidos como el agua de las lluvias, que se entregan en una gran corriente de felicidad.

 

XI. La amiga de Lilus

Esto puede parecer una apología de las burras. Pero ahora que hay tantas mujeres intelectuales, que enseñan, dirigen y gobiernan, es de lo más sano y refrescante encontrarse de pronto como una Chiruelita que habla de flores, de sustos, de perfumes y de tartaletitas de fresa

 

XII. El convento

Sus ojos recordaban a los ojos de las estatuas, que nunca se posan en las cosas feas.

 

XII. El convento

Que no juzgara… que no juzgara el adulterio, porque es lo que más se juzga y menos se entiende…

Oprah Winfrey, Lo que he aprendido en la vida


 

Alegría


Todo lo que hago durante el día entero, lo hago en preparación para mi tiempo de lectura. Con una buena novela o autobiografía, un poco de té y un sitio cómodo para acurrucarme, estoy en el cielo. Amo vivir dentro de los pensamientos de otras personas. Me maravillan los vínculos que establezco con las personas que cobran vida en las páginas, sin importar cuán diferentes puedan ser sus circunstancias de las mías. No sólo siento que conozco a estas personas sino que también descubro más sobre mí. Percepción, información, conocimiento, inspiración, poder: en un buen libro puede encontrarse todo eso y más.

 

Alegría


Leer un buen libro es una indulgencia sagrada.

 


Posibilidad


¿Qué ocurre cuando trabajas duro en algo que no te satisface? Consume tu espíritu. Te roba la fuerza de vida. Terminas agotada, deprimida y enojada.

 


Posibilidad


La verdad es aquello que sientes que es correcto, bueno y amoroso.

 


Posibilidad


La meta para todos nosotros también es seguir creciendo más allá de nuestros límites y evolucionar hasta lograr que nuestras vidas alcancen su mayor esplendor.



 

Christopher Morley; La librería ambulante.


Capítulo 2


PARNASO AMBULANTE DE ROGER MIFFLIN Sabed, amigos, que tiene mi percherón Más de mil libros, antiguos y de ocasión. Del hombre los mejores amigos son. Los libros que atiborran este gran vagón Libros para todos los gustos son, De líricos versos a las Musas, De buena cocina y agricultura, Novelas apasionadas de prosa pura. Cada necesidad tiene su libro justo Y los nuestros te dejarán a gusto. Jamás habrá librero que dé alcance A los finos libros de este Paraíso ambulante.

 

Capítulo 2


Su rostro era una mezcla cómica de apacible picardía y algo de cinismo bien curtido. 

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Capítulo 2


Ahora, si teme tanto que su hermano se encapriche con el Parnaso, ¿por qué no lo compra usted misma y se va de viaje?

 

Capítulo 3


Soy un alma hogareña, supongo, y amo mi cocina tanto como mi abuela.

 

Capítulo 4


Señorita McGill», dijo el hombrecito, «este pabellón rodante ha sido para mí esposa, doctor y religión durante siete años.

 

Capítulo 4


Cuando le vendes un libro a alguien no solamente le estás vendiendo doce onzas de papel, tinta y pegamento. Le estás vendiendo una vida totalmente nueva. Amor, amistad y humor y barcos que navegan en la noche.

 

Capítulo 4


Libros que les devolverán el amor por la vida;

 

Capítulo 4.


A mi entender, un hombre que ama los libros no tiene por qué morirse de hambre.

 

Capítulo 4


Lo que la gente necesita es algo bueno, familiar, honesto. Algo que les llegue a las entrañas, que los haga reír y temblar y marearse y pensar en la pequeñez de esta bola de palomitas de maíz que gira en el espacio sin obtener nada a cambio. Algo que los estimule a mantener limpio el hogar y la leña bien partida para hacer el fuego y los platos bien lavados y secados y ordenados. Cualquiera que haga leer a la gente del campo cosas que valgan la pena le estará prestando un gran servicio a la nación. Y eso es lo que esta caravana de la cultura pretende hacer… ¡Supongo que la estaré hartando con mi arenga! ¿Y la Saga de Redfield? ¿También se pone a salmodiar así?»

 

Capítulo 4


La atmósfera era ya lo suficientemente literaria

 

Capítulo 5


Y con este sentimiento de alegría en el alma, descendimos serenamente por la pendiente hacia Greenbriar.

 

Capítulo 5


El hombre que tiene unos cuantos buenos libros en su biblioteca hace feliz a su esposa, les proporciona a sus hijos un negocio redondo y se da la oportunidad de ser un mejor ciudadano.

 

Capítulo 6


He mezclado tantas lecturas a lo largo de mi vida que mi mente está llena de ecos y voces de hombres mejores que yo. Pero este libro que planeo escribir realmente merece ser escrito, creo yo, porque tiene su propio mensaje.

 

Capítulo 10


Todas las grandes cosas de la vida fueron hechas por gente que no estaba conforme.

 

Capítulo 10


Solitario corazón del hombrecillo.

 

Capítulo 11


Creo que leer un buen libro te hace modesto.

 

Capítulo 11


Cuando uno logra ver con lucidez el interior de la naturaleza humana, cosa que te proporcionan los grandes libros, uno siente la necesidad de hacerse pequeño. 

 

Capítulo 11


Un buen libro debe ser simple

 

Capítulo 11


Debe haber un corazón latiendo en su interior

 

Capítulo 11


Agape literario.

 

Capítulo 11


Seguro que recordáis la historia de Abe Lincoln cuando dijo: Si llamas cola a una pata, ¿cuántas colas tiene un perro? Cinco, me diréis. No es correcto. Porque, como dijo el señor Lincoln, llamar cola a una pata…»

 

Capítulo 12


A bordo del Parnaso en compañía del profesor. A duras penas lo conocía, claro, ¿pero qué más daba? Había llevado el esplendor de un ideal a mi vida rutinaria y gris.

 

Capítulo 13


Una aventura que, habiendo comenzado como una mera broma o un capricho, había acabado por convertirse en la sustancia misma de la vida.

 

Capítulo 13


Me dan pena las mujeres que nunca tuvieron la oportunidad de vivir una extravagancia.

 

Capítulo 13


Himno para una mujer de mediana edad

 

Capítulo 15


ya no éramos jóvenes, pero nos aguardaban grandes cosas.

 

Capítulo 15


Helen», dijo, «¿te casarías conmigo? No soy rico, pero he ahorrado lo suficiente para vivir. Siempre tendremos el Parnaso y este invierno iremos a vivir a Brooklyn y allí escribiré mi libro. Viajaremos con Peg y predicaremos el amor por los libros y por los seres humanos. Helen, eres justo lo que necesito, que Dios te bendiga.



Mercedes Salisachs; El secreto de las flores

1 Y lo que es peor, el desmoronamiento se produjo de repente, sin que hubiera intervenido antes un signo de alerta, ni los ecos de aquella n...