martes, 26 de octubre de 2021

Christopher Morley; La librería ambulante.


Capítulo 2


PARNASO AMBULANTE DE ROGER MIFFLIN Sabed, amigos, que tiene mi percherón Más de mil libros, antiguos y de ocasión. Del hombre los mejores amigos son. Los libros que atiborran este gran vagón Libros para todos los gustos son, De líricos versos a las Musas, De buena cocina y agricultura, Novelas apasionadas de prosa pura. Cada necesidad tiene su libro justo Y los nuestros te dejarán a gusto. Jamás habrá librero que dé alcance A los finos libros de este Paraíso ambulante.

 

Capítulo 2


Su rostro era una mezcla cómica de apacible picardía y algo de cinismo bien curtido. 

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Capítulo 2


Ahora, si teme tanto que su hermano se encapriche con el Parnaso, ¿por qué no lo compra usted misma y se va de viaje?

 

Capítulo 3


Soy un alma hogareña, supongo, y amo mi cocina tanto como mi abuela.

 

Capítulo 4


Señorita McGill», dijo el hombrecito, «este pabellón rodante ha sido para mí esposa, doctor y religión durante siete años.

 

Capítulo 4


Cuando le vendes un libro a alguien no solamente le estás vendiendo doce onzas de papel, tinta y pegamento. Le estás vendiendo una vida totalmente nueva. Amor, amistad y humor y barcos que navegan en la noche.

 

Capítulo 4


Libros que les devolverán el amor por la vida;

 

Capítulo 4.


A mi entender, un hombre que ama los libros no tiene por qué morirse de hambre.

 

Capítulo 4


Lo que la gente necesita es algo bueno, familiar, honesto. Algo que les llegue a las entrañas, que los haga reír y temblar y marearse y pensar en la pequeñez de esta bola de palomitas de maíz que gira en el espacio sin obtener nada a cambio. Algo que los estimule a mantener limpio el hogar y la leña bien partida para hacer el fuego y los platos bien lavados y secados y ordenados. Cualquiera que haga leer a la gente del campo cosas que valgan la pena le estará prestando un gran servicio a la nación. Y eso es lo que esta caravana de la cultura pretende hacer… ¡Supongo que la estaré hartando con mi arenga! ¿Y la Saga de Redfield? ¿También se pone a salmodiar así?»

 

Capítulo 4


La atmósfera era ya lo suficientemente literaria

 

Capítulo 5


Y con este sentimiento de alegría en el alma, descendimos serenamente por la pendiente hacia Greenbriar.

 

Capítulo 5


El hombre que tiene unos cuantos buenos libros en su biblioteca hace feliz a su esposa, les proporciona a sus hijos un negocio redondo y se da la oportunidad de ser un mejor ciudadano.

 

Capítulo 6


He mezclado tantas lecturas a lo largo de mi vida que mi mente está llena de ecos y voces de hombres mejores que yo. Pero este libro que planeo escribir realmente merece ser escrito, creo yo, porque tiene su propio mensaje.

 

Capítulo 10


Todas las grandes cosas de la vida fueron hechas por gente que no estaba conforme.

 

Capítulo 10


Solitario corazón del hombrecillo.

 

Capítulo 11


Creo que leer un buen libro te hace modesto.

 

Capítulo 11


Cuando uno logra ver con lucidez el interior de la naturaleza humana, cosa que te proporcionan los grandes libros, uno siente la necesidad de hacerse pequeño. 

 

Capítulo 11


Un buen libro debe ser simple

 

Capítulo 11


Debe haber un corazón latiendo en su interior

 

Capítulo 11


Agape literario.

 

Capítulo 11


Seguro que recordáis la historia de Abe Lincoln cuando dijo: Si llamas cola a una pata, ¿cuántas colas tiene un perro? Cinco, me diréis. No es correcto. Porque, como dijo el señor Lincoln, llamar cola a una pata…»

 

Capítulo 12


A bordo del Parnaso en compañía del profesor. A duras penas lo conocía, claro, ¿pero qué más daba? Había llevado el esplendor de un ideal a mi vida rutinaria y gris.

 

Capítulo 13


Una aventura que, habiendo comenzado como una mera broma o un capricho, había acabado por convertirse en la sustancia misma de la vida.

 

Capítulo 13


Me dan pena las mujeres que nunca tuvieron la oportunidad de vivir una extravagancia.

 

Capítulo 13


Himno para una mujer de mediana edad

 

Capítulo 15


ya no éramos jóvenes, pero nos aguardaban grandes cosas.

 

Capítulo 15


Helen», dijo, «¿te casarías conmigo? No soy rico, pero he ahorrado lo suficiente para vivir. Siempre tendremos el Parnaso y este invierno iremos a vivir a Brooklyn y allí escribiré mi libro. Viajaremos con Peg y predicaremos el amor por los libros y por los seres humanos. Helen, eres justo lo que necesito, que Dios te bendiga.



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