lunes, 7 de junio de 2010

Toda tentación vencida robustece el alma

Cada propósito que hacemos de seguir a Cristo es como una luz pequeña que se enciende.
Francisco Fernández Carvajal; El Evangelio de San Mateo (1974), Quinta edición, Ediciones Palabra, 1980, p.37.

Nuestro camino hacia la santidad es largo; y en un camino largo se pasa por diversos paisajes.
Francisco Fernández Carvajal; El Evangelio de San Mateo (1974), Quinta edición, Ediciones Palabra, 1980, p.41.
Dios nos ha encomendado preparar a los que nos rodean para que encuentren más fácilmente a cristo.
Francisco Fernández Carvajal; El Evangelio de San Mateo (1974), Quinta edición, Ediciones Palabra, 1980, p.50.

Nuestra vida de relación con Dios está hecha de muchas conversiones, que requieren un examen atento de nuestro actuar.
Francisco Fernández Carvajal; El Evangelio de San Mateo (1974), Quinta edición, Ediciones Palabra, 1980, p.51.

En el apostolado no se va a cosechar triunfos personales, ni a ser la figura principal: Cristo es la única figura.
Francisco Fernández Carvajal; El Evangelio de San Mateo (1974), Quinta edición, Ediciones Palabra, 1980, p.53.

Toda tentación vencida robustece el alma.
Francisco Fernández Carvajal; El Evangelio de San Mateo (1974), Quinta edición, Ediciones Palabra, 1980, p.57.

Los bienes materiales dejan de ser bienes si nos separan de Dios.
Francisco Fernández Carvajal; El Evangelio de San Mateo (1974), Quinta edición, Ediciones Palabra, 1980, p.61.

Uno de los grandes auxilios que el hombre tiene en la tentación es la ayuda poderosa de los ángeles.
Francisco Fernández Carvajal; El Evangelio de San Mateo (1974), Quinta edición, Ediciones Palabra, 1980, p.61.

Es necesaria la penitencia porque existe el pecado.
Francisco Fernández Carvajal; El Evangelio de San Mateo (1974), Quinta edición, Ediciones Palabra, 1980, p.65.
La penitencia mantiene despierta el alma ante Dios que llega sin cesar a nosotros.
Francisco Fernández Carvajal; El Evangelio de San Mateo (1974), Quinta edición, Ediciones Palabra, 1980, p.65.

Tiene espíritu de penitencia el que todos los días se sabe vencer ofreciendo una y otra vez, con sentido de reparación, contrariedades, trabajos, sufrimientos, esfuerzos, etc.
Francisco Fernández Carvajal; El Evangelio de San Mateo (1974), Quinta edición, Ediciones Palabra, 1980, p.65.

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