lunes, 27 de junio de 2022

Banana Yoshimoto; El lago


Banana Yoshimoto; El lago

 

De toda su vida, mamá fue la única flor que olía a libertad.

 

Pero ellos dos jamás intentaron dejar la ciudad para encontrar su propia vida. Porque su vida consistía, precisamente, en vivirla juntos allí.

 

Porque sufría la discriminación en mis propias carnes, una discriminación tibia pero indiscutible.

 

En la vida, todo posee su vertiente positiva. Es triste, pero cierto: cuando sucede algo malo, el aspecto bueno destaca, se hace visible. Aunque no lo formularan con palabras, sus ojos me decían: «¡Sabemos muy bien que estás sufriendo!».

 

Yo, en cambio, prestaba una atención infinita a tonterías.

 

—¿Sabes, mi pequeña Chihiro? En cuanto te equivocas una vez, te pasas la vida irritada, tal como me ha pasado a mí. Pero el hecho de estar siempre enfadada, gritando a los demás, sólo significa que dependes de ellos.

 

Eras una flor oculta en lo alto de un precipicio escarpado al que nadie puede llegar.

 

Unicamente los pájaros y los ciervos, tú eras una persona dueña de una delicadeza y una transparencia sin límites. 

 

Y acabaste tus días viviendo una vida provisional en vez de una vida auténtica, ¿verdad?

 

Para esconder mi miedo bromeé, pero mi corazón sufría siempre, en todo momento.

 

Yo era tan vanidosa, eran tantas las cosas que me daban miedo, que no podía actuar de otro modo a fin de protegerme a mí misma. Pero a ti no debe sucederte lo mismo, ¿me oyes? Tú tienes que procurar mantener siempre el ombligo calentito, tener el cuerpo y la mente relajados para no perder jamás la serenidad. Vive como una flor. Tienes todo el derecho. Porque eso es algo que se adquiere, sin falta, viviendo. Y eso es todo lo que necesitas.

 

En definitiva, ser querido es eso: que deseen tocarte, ser cariñosos contigo. Mi cuerpo lo aprendió, todavía lo recuerda. Está bien preparado para no responder ante el amor falso. ¿Se podría decir, tal vez, que «ha sido educado» en este sentido?

 

Una puerta abierta dispuesta para la huida.

 

Cuando pierdes a alguien querido, desaparece el deseo sexual. Es como si te quedaras seco. En aquella época, yo estaba experimentándolo en mi propia carne, y si Nakajima hubiera ardido de deseo sexual, posiblemente lo hubiese echado de casa. De manera que también yo había estado evitando hablar de ello, intentando que no se diera la ocasión.

 

Escuchar las desgracias de la gente es como aceptar dinero. Las cosas jamás acaban ahí. Porque debes asumir la responsabilidad de haber oído lo que has oído.

 

Asomarse a la vida cotidiana de los demás es tan interesante como hacer un viaje.

 

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