lunes, 2 de abril de 2007

Lunes Santo

¡Cuántas personas se comportan como Judas en el Evangelio de hoy! Ven el bien que hacen otros, pero no quieren reconocerlo: se empeñan en descubrir intenciones torcidas, tienden a criticar, a murmurar, a hacer juicios temerarios. Reducen la caridad a lo puramente material -dar unas monedas al necesitado, quizá para tranquilizar su conciencia- y olvidan que -como escribe también San Josemaría Escrivá- «la caridad cristiana no se limita a socorrer al necesitado de bienes económicos; se dirige, antes que nada, a respetar y comprender a cada individuo en cuanto tal, en su intrínseca dignidad de hombre y de hijo del Creador».

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