martes, 29 de enero de 2008

Práctica de Amor a Jesucristo / San Alfonso María de Ligorio

La caridad es la que une y conserva todas las virtudes que perfeccionan al hombre.
San Alfonso María de Ligorio; Práctica de Amor a Jesucristo, Lumen, 2ª edición, Buenos Aires, 2005, p.11.

Mucho más amó que padeció.
San Alfonso María de Ligorio; Práctica de Amor a Jesucristo, Lumen, 2ª edición, Buenos Aires, 2005, p.20.

En las adversidades se conoce a los hombres.
San Alfonso María de Ligorio; Práctica de Amor a Jesucristo, Lumen, 2ª edición, Buenos Aires, 2005, p.87.

La caridad no tiene celos.
San Alfonso María de Ligorio; Práctica de Amor a Jesucristo, Lumen, 2ª edición, Buenos Aires, 2005, p.93.

¡Maldito amor propio, que echa a perder todo o la mayor parte del fruto de nustras buenas acciones!
San Alfonso María de Ligorio; Práctica de Amor a Jesucristo, Lumen, 2ª edición, Buenos Aires, 2005, p.95.

Entra también en la virtud de la pobreza verse privado de parientes y amigos en esta vida.
San Alfonso María de Ligorio; Práctica de Amor a Jesucristo, Lumen, 2ª edición, Buenos Aires, 2005, p.229.

Dios ama a quién lo ama y colma de gracias a quién con amor lo busca.
San Alfonso María de Ligorio; Práctica de Amor a Jesucristo, Lumen, 2ª edición, Buenos Aires, 2005, p.247.

Con la caridad vienen al alma toda suerte de bienes.
San Alfonso María de Ligorio; Práctica de Amor a Jesucristo, Lumen, 2ª edición, Buenos Aires, 2005, p.247.

Persuadámosnos, finalmente, de que de la oración depende todo nuestro bien; de la oración depende nuestra mudanza de vida; de la oración depende la victoria de las tentaciones; de la oración depende el alcanzar el amor divino, la perfección, la perseverancia y la salvación eterna. San Alfonso María de Ligorio; Práctica de Amor a Jesucristo, Lumen, 2ª edición, Buenos Aires, 2005, p.272.

Lo que impide la verdadera unión con Dios es el apego a nuestras desordenadas inclinaciones; por tanto, cuando el señor quiere atraer un alma a su perfecto amor, busca como desprenderla de todos los afectos a los bienes temporales, a los placeres mundanos, a la hacienda, a los honores, a los amigos, a los parientes, a la salud corporal; y con tales medios de pèrdidas, disgustos, desprecios, enfermedades y muertes, la va desprendiendo de todo lo creado, para que ponga en El todos sus afectos.
San Alfonso María de Ligorio; Práctica de Amor a Jesucristo, Lumen, 2ª edición, Buenos Aires, 2005, p.276.

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