sábado, 9 de enero de 2021

Stefan Zweig; ¿Fue él?

Pasar los días ya un poco apagados de nuestra vejez ocupándonos de los asuntos más nimios y plácidos de la vida, como las flores y los libros.


Pero resultaba difícil de soportar por la manera sonora y ostentosa que tenía de ser permanentemente feliz.


Jamás, antes de conocer a Limpley, habíamos visto nosotros, gente mayor, que virtudes tan justas como la bondad, la cordialidad, la franqueza y la afectuosidad, por culpa de un estridente exceso, pudieran llevarle a uno a la desesperación.


Es una desfachatez ser feliz de una manera tan ostentosa y andar por ahí ventilando con tanto descaro sus sentimientos.

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