martes, 29 de octubre de 2019

Henry James; El mentiroso


El más feliz de todos los estados para un artista— en el que las cosas en general sirven para enriquecer el proyecto en particular, se fusionan con él, logran que avance y lo justifican.

- Consideraba un auténtico regalo ese interés en contemplar la máscara humana y que ésta no fuera menos vivida de lo que era —en ocasiones, la clave de su éxito dependía de que se ciñera a esa pauta—, ya que debía ganarse la vida reproduciéndola.

- Fue la contemplación de aquel cuadro, el que usted tuvo la generosidad de regalarle, lo que hizo que me enamorara de ella.

- No siempre —dijo el anciano—. Ni por asomo puede usted considerar a este hombre un sinvergüenza. Lo que hace no perjudica a nadie. No tiene mala intención. No roba ni estafa. Tampoco juega ni bebe. Es muy amable. Está apegado a su esposa, y es cariñoso con sus hijos. Simplemente, no es capaz de ofrecer una respuesta sincera.

- Uno no pinta retratos durante tantos años sin llegar a adquirir ciertas aptitudes como psicólogo.

- La sensación de estar casada con un hombre cuya palabra no tenía ningún valor no le causaba, por cuanto él podía adivinar, ninguna desazón.

- Acaso no mentía también ella, después de todo, cuando dejaba pasar sus falsedades sin una sola protesta? ¿No era su vida una constante confabulación, y no se convertía en su cómplice por el mero hecho de no indignarse ante él?

- Es el mentiroso platónico por excelencia», se dijo a sí mismo.

- A la hora de conversar, sus mentiras constituían un estorbo, ocupaban indebidamente un espacio valioso, y lo convertían todo en una especie de brillante nebulosa salpicada de rayos de sol.

- Siempre se le puede hacer un hueco a una mentirijilla hecha bajo presión, como se le haría a alguien que se presentara en una noche de estreno teatral con un pase del propio autor. Pero la mentira superflua es el espectador que se planta con su taburete, sin invitación ni entrada, en medio del pasillo.

- Su técnica solía consistir en afirmar lo falso más que en negar lo verdadero. Sin embargo, dicha proporción a veces se invertía llamativamente.

- Había soñado durante años con pintar algo que llevara implícita la impronta de su habilidad como pintor y como psicólogo, y aquí, por fin, encontraba su modelo.

—¿Cómo va a irte muy bien pintar a mi marido? —preguntó la señora Capadose. —Bueno… Es un modelo tan infrecuente Un tema muy interesante. Posee una cara tan expresiva… Aprenderé infinidad de cosas. —¿Expresiva? ¿Expresiva de qué? —preguntó la señora Capadose. —¿De qué? De su carácter. —¿Y deseas representar su carácter? —Por supuesto. Eso es lo que puede aportar realmente un gran retrato, y yo haré uno excelente del coronel. Un retrato que me llevará a la cumbre.

- El pintor puso en práctica aquella idea, acariciada durante tantas semanas, de lograr que se revelara en el cuadro tal como era, y posiblemente no habría podido estar en mejor tesitura en relación con él para semejante propósito. Lo animaba, lo seducía, lo provocaba,

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