Hay más diferencias entre las almas que entre los rostros.
Philippe, Jacques; El Tiempo para Dios, San Pablo, Buenos Aires, 2005, p.47.
A veces debemos actuar, a veces debemos contentarnos con recibir. A veces debemos descansar, a veces debemos combatir.
Philippe, Jacques; El Tiempo para Dios, San Pablo, Buenos Aires, 2005, p.48.
Dios siempre puede hacer algo en lo profundo de nuestro ser, aunque nosotros no lo percibamos.
Philippe, Jacques; El Tiempo para Dios, San Pablo, Buenos Aires, 2005, p.55.
A veces no podemos pensar, no podemos meditar, no podemos sentir, pero siempre podemos amar.
Philippe, Jacques; El Tiempo para Dios, San Pablo, Buenos Aires, 2005, p.57.
Dios no busca tanto hacernos perfectos como unirnos a él.
Philippe, Jacques: El Tiempo para Dios, San Pablo, Buenos Aires, 2005, p. 83.
Consagrar cinco minutos a la oración no es dar de nuestro tiempo a Dios.
Philippe, Jacques: El Tiempo para Dios, San Pablo, Buenos Aires, 2005, p. 93.
El señor no permite nunca un tiempo de prueba que no sea seguido de una gracia más abundante a continuación.
Philippe, Jacques: El Tiempo para Dios, San Pablo, Buenos Aires, 2005, p. 108.
Philippe, Jacques; El Tiempo para Dios, San Pablo, Buenos Aires, 2005, p.47.
A veces debemos actuar, a veces debemos contentarnos con recibir. A veces debemos descansar, a veces debemos combatir.
Philippe, Jacques; El Tiempo para Dios, San Pablo, Buenos Aires, 2005, p.48.
Dios siempre puede hacer algo en lo profundo de nuestro ser, aunque nosotros no lo percibamos.
Philippe, Jacques; El Tiempo para Dios, San Pablo, Buenos Aires, 2005, p.55.
A veces no podemos pensar, no podemos meditar, no podemos sentir, pero siempre podemos amar.
Philippe, Jacques; El Tiempo para Dios, San Pablo, Buenos Aires, 2005, p.57.
Dios no busca tanto hacernos perfectos como unirnos a él.
Philippe, Jacques: El Tiempo para Dios, San Pablo, Buenos Aires, 2005, p. 83.
Consagrar cinco minutos a la oración no es dar de nuestro tiempo a Dios.
Philippe, Jacques: El Tiempo para Dios, San Pablo, Buenos Aires, 2005, p. 93.
El señor no permite nunca un tiempo de prueba que no sea seguido de una gracia más abundante a continuación.
Philippe, Jacques: El Tiempo para Dios, San Pablo, Buenos Aires, 2005, p. 108.