Judith
Los recuerdos domados no lastiman…
Ramsés
Mire, Panchito —me dijo—, usted debe tener en cuenta que su mamá no es una mujer común y corriente. Ella es extraordinariamente bella, y los que tienen algo de extraordinario no actúan como la generalidad de las personas. Imagínesela viviendo en forma rutinaria, como Reme o como Meche, y verá que esa imagen no le va. Es cierto que su belleza la ha convertido en una persona un poco individualista, con cierta tendencia a un inmoderado amor por sí misma… ¿cómo le explicaré?
Ramsés
Hay mucho amor dentro de usted, Panchito, y el amor es lo único que transforma a las almas en excelentes.
Primera consulta
Su mayor satisfacción eran nuestros logros.
La petición de mano
Quisiera pedir esta pieza a quien, como linda flor, ha venido a perfumar nuestra familia.
La petición de mano
El tiempo, Panchito!… El tiempo pone todo en su lugar —aseguró.
Alejandra
Le voy a explicar —enterró la pala y se recargó en ella—: Usted ha perdido las ganas de vivir, es decir, lo ha perdido todo, porque la vida es lo único que tenemos y que en verdad nos pertenece. Usted está presente sólo para sufrir y hacemos sufrir a los que lo queremos —me tomó de los hombros—; mire, Panchito: el vivir realmente la vida, el tomar en serio la responsabilidad de vivir, nos exige mucho más que respirar y comer. Es nuestro deber superar los obstáculos y seguir adelante. Comprendo su pena, pero usted no está solo, nos tiene a nosotros que lo queremos tanto… me tiene a mí que lo quiero como a un hijo… Me abrazó y lloramos. Por primera vez di rienda suelta a ese llanto que me oprimía el alma. Después de un rato, ya tranquilos, nos alejamos de allí. Me despedí de Alejandra pensando en no regresar. No tenía para qué; a ella me la llevaba, para siempre, en el corazón.
Alejandra
Vivimos momentos terribles que no puedo describir; sólo de recordar mi corazón se desgarra.
Alejandra
Yo no pude llorar, pero dejé de vivir.
Mi vida
Para escalar —me dijo. —¿Cómo dice? —mi extrañeza aumentaba. —Mire, Pan chito —se puso de pie—, usted necesita, a como dé lugar, salir del abismo en el que ha caído. Sé que no va a ser nada fácil, que le llevará bastante tiempo ponerse en forma y aprender a escalar la empinada montaña de la tristeza, pero, por lo menos, ya tiene su equipo; todo está en que se decida y comience a practicar. Volvió a sentarse, abrió el periódico y siguió leyendo. Pensativo, me senté junto a él. Sentí los rayos del sol calentándome y noté el aroma de las plantas. Fue un reencuentro con la vida. —Lo voy a lograr —le dije.
Vuelo envidiable
Sabe? —continuó—, muchos de los que me conocen pensaban que yo tenía las alas cortadas, pero eso no es cierto. Mi hermosa Chabelita nunca me tuvo a la fuerza. Si viví pegado a ella y siempre le fui fiel, fue por amor. Ahora yo quisiera salir volando tras ella, igual que el tal Rorro —su voz se quebró—. Fíjese, Panchito, lo que es la vida; tan sin gracia que siempre me pareció ese perico, y resulta que ahora lo envidio…
Extraña despedida
CUESTA trabajo creer que en tan poco tiempo la vida de uno pueda cambiar tanto…