La santidad es una respuesta libre a la gracia, que nunca ahoga la libertad.
Alfonso Aguiló; la llamada de Dios, Palabra, 2008, Madrid, p. 75.
Luz para ver, fuerza para querer.
Alfonso Aguiló; la llamada de Dios, Palabra, 2008, Madrid, p. 80.
La santidad aumenta más rápido cuando hay bondad. El mundo se pierde por falta de dulzura y amabilidad.
Alfonso Aguiló; la llamada de Dios, Palabra, 2008, Madrid, p. 97.
No debemos tener miedo, porque Dios da la gracia necesaria para seguir el camino que nos señala.
Alfonso Aguiló; la llamada de Dios, Palabra, 2008, Madrid, p. 101.
Las dificultades llegan, en cierta manera, a nuestro favor, porque nos disponen a hacernos más firmes, más maduros, más resistentes. Hacen lucir nuestra mediocridad, es más clara la necesidad de oponerse a ella y, por tanto, mejorar.
Alfonso Aguiló; la llamada de Dios, Palabra, 2008, Madrid, p. 153.
Toda tentación tiende a apartar a Dios en nuestra vida.
Alfonso Aguiló; la llamada de Dios, Palabra, 2008, Madrid, p. 240.
La sinceridad con uno mismo es vital para tener paz interior.
Alfonso Aguiló; la llamada de Dios, Palabra, 2008, Madrid, p. 241.
Alfonso Aguiló; la llamada de Dios, Palabra, 2008, Madrid, p. 75.
Luz para ver, fuerza para querer.
Alfonso Aguiló; la llamada de Dios, Palabra, 2008, Madrid, p. 80.
La santidad aumenta más rápido cuando hay bondad. El mundo se pierde por falta de dulzura y amabilidad.
Alfonso Aguiló; la llamada de Dios, Palabra, 2008, Madrid, p. 97.
No debemos tener miedo, porque Dios da la gracia necesaria para seguir el camino que nos señala.
Alfonso Aguiló; la llamada de Dios, Palabra, 2008, Madrid, p. 101.
Las dificultades llegan, en cierta manera, a nuestro favor, porque nos disponen a hacernos más firmes, más maduros, más resistentes. Hacen lucir nuestra mediocridad, es más clara la necesidad de oponerse a ella y, por tanto, mejorar.
Alfonso Aguiló; la llamada de Dios, Palabra, 2008, Madrid, p. 153.
Toda tentación tiende a apartar a Dios en nuestra vida.
Alfonso Aguiló; la llamada de Dios, Palabra, 2008, Madrid, p. 240.
La sinceridad con uno mismo es vital para tener paz interior.
Alfonso Aguiló; la llamada de Dios, Palabra, 2008, Madrid, p. 241.