No puede subir las cimas de los montes si no es capaz de andar con soltura por el llano.
Jesús Urteaga; Dios y Los Hijos (1960), 22ªEdición (2003), Rialp, S.A., Madrid, p. 274.
Corregíos y se corregirán.
Jesús Urteaga; Dios y Los Hijos (1960), 22ªEdición (2003), Rialp, S.A., Madrid, p. 275.
¡Padres! Un nuevo trabajo os encargo: fomentar en vuestros hijos una afición al margen de los estudios.
Jesús Urteaga; Dios y Los Hijos (1960), 22ªEdición (2003), Rialp, S.A., Madrid, p. 284.
En primer lugar, ¡formaos! ¿Cómo esperáis dar doctrina sin formación? ¿Creéis sinceramente que Dios suplirá vuestra pereza?
Jesús Urteaga; Dios y Los Hijos (1960), 22ªEdición (2003), Rialp, S.A., Madrid, p. 299.
Nuestra pobre tierra será siempre, un pequeño valle de lágrimas y dolores…pero no es de cristano quién ceda a la tentación de no mejorarla!
Jesús Urteaga; Dios y Los Hijos (1960), 22ªEdición (2003), Rialp, S.A., Madrid, p. 305.
El mañana será como lo hayamos preparado hoy; suelen darse pocas sorpresas.
Jesús Urteaga; Dios y Los Hijos (1960), 22ªEdición (2003), Rialp, S.A., Madrid, p. 306.
A la reforma de los hogares seguirá la reforma del mundo.
Jesús Urteaga; Dios y Los Hijos (1960), 22ªEdición (2003), Rialp, S.A., Madrid, p. 311.
"Porque tengo unos Angeles en la tierra que me eligen unos libros", es que puedo asomarme a la sabiduría de otros. Una recopilación de las mejores frases o citas de los libros que he leído.
viernes, 3 de agosto de 2007
martes, 31 de julio de 2007
Dios y los Hijos / Jesús Urteaga
Tres ventanas tiene el corazón cuando se llena de dolor: Hablar, llorar y rezar.
Jesús Urteaga; Dios y Los Hijos (1960), 22ªEdición (2003), Rialp, S.A., Madrid, p. 244.
Yo no puedo consolarte, pero Dios sí. No dejes de rezar.
Jesús Urteaga; Dios y Los Hijos (1960), 22ªEdición (2003), Rialp, S.A., Madrid, p. 247.
Los jóvenes abusarán siempre de la libertad si no os habéis preocupado de hacerlos libres.
Jesús Urteaga; Dios y Los Hijos (1960), 22ªEdición (2003), Rialp, S.A., Madrid, p. 253.
¿Has preparado rectamente la conciencia de tus hijos para que puedan, libremente, elegir siempre lo mejor?
Jesús Urteaga; Dios y Los Hijos (1960), 22ªEdición (2003), Rialp, S.A., Madrid, p. 253.
Elegir el mal no es libertad, sino capricho. La libertad está encaminada al perfeccionamiento del hombre y tiene, en consecuencia, por objeto lo verdadero y lo bueno.
Jesús Urteaga; Dios y Los Hijos (1960), 22ªEdición (2003), Rialp, S.A., Madrid, p. 259.
El mimo no es amor, sino frivolidad. En el amor te das; en el mimo te buscas. Mimar es buscar compensaciones en el amor.
Jesús Urteaga; Dios y Los Hijos (1960), 22ªEdición (2003), Rialp, S.A., Madrid, p. 266.
Cuando veáis sufrir a los hijos, no os ablandéis. No les mintáis cuando los llevéis al médico. NO tengáis miedo a pedirles esfuerzos. Fiaos de su reciedumbre. Estimulad ese heroísmo latente que vive en el alma de todo muchacho.
Jesús Urteaga; Dios y Los Hijos (1960), 22ªEdición (2003), Rialp, S.A., Madrid, p. 268.
Jesús Urteaga; Dios y Los Hijos (1960), 22ªEdición (2003), Rialp, S.A., Madrid, p. 244.
Yo no puedo consolarte, pero Dios sí. No dejes de rezar.
Jesús Urteaga; Dios y Los Hijos (1960), 22ªEdición (2003), Rialp, S.A., Madrid, p. 247.
Los jóvenes abusarán siempre de la libertad si no os habéis preocupado de hacerlos libres.
Jesús Urteaga; Dios y Los Hijos (1960), 22ªEdición (2003), Rialp, S.A., Madrid, p. 253.
¿Has preparado rectamente la conciencia de tus hijos para que puedan, libremente, elegir siempre lo mejor?
Jesús Urteaga; Dios y Los Hijos (1960), 22ªEdición (2003), Rialp, S.A., Madrid, p. 253.
Elegir el mal no es libertad, sino capricho. La libertad está encaminada al perfeccionamiento del hombre y tiene, en consecuencia, por objeto lo verdadero y lo bueno.
Jesús Urteaga; Dios y Los Hijos (1960), 22ªEdición (2003), Rialp, S.A., Madrid, p. 259.
El mimo no es amor, sino frivolidad. En el amor te das; en el mimo te buscas. Mimar es buscar compensaciones en el amor.
Jesús Urteaga; Dios y Los Hijos (1960), 22ªEdición (2003), Rialp, S.A., Madrid, p. 266.
Cuando veáis sufrir a los hijos, no os ablandéis. No les mintáis cuando los llevéis al médico. NO tengáis miedo a pedirles esfuerzos. Fiaos de su reciedumbre. Estimulad ese heroísmo latente que vive en el alma de todo muchacho.
Jesús Urteaga; Dios y Los Hijos (1960), 22ªEdición (2003), Rialp, S.A., Madrid, p. 268.
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