Antonia J. Corrales; As de corazones
AMOR Nací para el amor. Es mi alegría este polvo de estrella en que habito. Te conocí. Me hallaste, coincidía tu gemido amoroso con mi grito y porque conservo todo de ese día ya ni vida, ni muerte necesito. GRISELDA ÁLVAREZ (Guadalajara, México, 1913-2009)
Hay tres cosas que no podemos dominar, que no podemos alterar: nacer, morir y enamorarnos. Las tres son inmunes a nuestra conciencia, a nuestro raciocinio y a nuestra voluntad.
Capítulo 1
Fui bróker en el mercado financiero español, escritor por un capricho del destino, y me enamoré de la mujer que no debía. En ambos mercados, el financiero y el literario, jugué al póquer, al póquer del mentiroso. En el amor creí ser el maestro, el dueño y señor de las cartas. Me equivoqué. Yo quería ganar la partida; ella, vivirla. Ninguno consiguió su propósito. El destino fue el que se alzó con el póquer de ases frente a nosotros, rompiéndonos la vida, el alma y el corazón.
Capítulo 1
El destino me regaló el comodín que necesitaba.
Capítulo 2
Siempre que comento mi ateísmo, el motivo y el día que comencé a practicarlo, mi hermano me reprocha mi injusticia en hacer culpable a Dios de lo que en realidad es responsable El Diablo.
Capítulo 2
Mis pensamientos se transforman en pantallazos que pasan por mi cerebro en forma de ráfagas instantáneas similares a los fotogramas.
Capítulo 3
Billetera llena y sentimientos inexistentes.
Capítulo 6
La familia debe ser una piña, un refugio, la cadena a la que se unen el resto de los eslabones. Una cadena en la que cualquier pieza suelta puede engarzarse. Debe ser así por naturaleza propia. Sin embargo, la mayoría de las veces la familia resulta más lejana, más desconocida e impropia que el vecino trashumante de la habitación de un hotel.
Capítulo 6
La memoria es caprichosa como un adolescente enamorado, anárquica como un revolucionario y protectora como una madre
Capítulo 9
Él tardó poco en dejar de echar en falta a mis padres. Era demasiado pequeño y la edad lo protegió para que siguiera creciendo, para que su corazón no se encogiese demasiado; como lo hizo el mío.
Capítulo 9
Quizá sus últimos pensamientos fueron para nosotros, estoy segura de que así fue, y ello nos conectó con esa dimensión a la que ahora pertenecen.
Capítulo 9
Mirada de madre
Capítulo 12
Desgraciadamente, hay muchas clases de dictadores y están en todos los ámbitos. Todos, absolutamente todos, son unos desgraciados, unos infelices que intentan aminorar sus complejos aplastando a los demás. Mi tío es uno de ellos.