Tuya; Claudia Piñeiro
Teniendo tantas cosas no me voy a andar
fijando justo en lo único que me falta.
Siempre tapo todos los silencios, cubro
los baches cuando una conversación no está bien armadita. Es como un don que
tengo.
En definitiva, y por más que a una le
pese, a toda mujer, en algún momento, le meten los cuernos. Es como la
menopausia, puede tardar más o menos, pero ninguna se salva.
Lo que pasa es que hay algunas que nunca
se enteran. Y ésas la pasan mejor, porque para ellas la vida sigue igual. En
cambio, las que nos enteramos empezamos a preguntarnos quién será ella, dónde
fallamos, qué tenemos que hacer, si tenemos que perdonar o no, cómo cobrarles a
ellos lo que nos hicieron, y para cuando el susodicho ya dejó a la otra, el
enredo mental que nos armamos es tan grande que ya no podemos volver atrás.
Hasta corremos el riesgo de terminar inventando una historia mucho más grave y
rebuscada que la verdadera.
En la pareja hay que cuidarse todos los
días; si no, la convivencia te mata.
Cuando dos personas se conectan como lo
habíamos hecho nosotros, la cosa puede durar toda la vida. En cambio, hasta la
mejor atracción sexual se termina cuando llega el orgasmo.
Uno se cree que lo tiene todo, que su
familia es un modelo, y de un día para otro todo cambia. No sé si Lali será
capaz. No creo que sea. Pero
Aunque la justicia sea ciega, yo me
encargué de ponerle un par de anteojos. Tal vez no sean con el aumento
necesario, tal vez distorsionen un poco, pero son mejor que nada.