La capacidad de desear el
bien a cuantos nos rodean sinceramente y de corazón, perdonar el daño
recibido, o con profunda humildad pedir perdón, es un don y es una experiencia
interior que nos acerca a Dios.
La autoestima no es sino la
contemplación interior de lo que somos, de lo que tenemos, de lo que hemos
alcanzado en la vida.
la autoestima esconde una
importante trampa, porque tras ella se encuentra oculta una poderosísima fuerza
atractora, tan insaciable como intensa; el ego. El ego es intrínseco a la
naturaleza humana y es la fuerza que empuja a preocuparnos por nosotros mismos,
nuestro bienestar. Desgraciadamente no es una fuerza conformista, siempre
anhela más.
Renunciar a uno mismo es
renunciar a satisfacer nuestro ego.
Es curioso que viviendo al
amparo del cristianismo se busquen técnicas de relajación y meditación
orientales, quizás porque se ignora lo que significa la oración dentro de la
fe, y es que, seguramente es algo que pasa muy muy desapercibido para los propios
creyentes.
Da igual lo que hagamos, lo
que tengamos previsto hacer o decir o pensar, siempre existen dos
posibilidades; aquella que conlleva una intención recta que se inicia desde
nosotros y termina en el prójimo y que en última instancia busca a Dios… o
aquella que iniciada en nosotros, por buena que parezca la acción en sí misma,
termina igualmente en nosotros.
Cada instante cuenta, aunque
estemos quietos sin hacer nada, puede ser un momento lleno de buenas
intenciones o cargado de egoísmo.
Toda obra hecha con recta
intención de búsqueda de Dios es una obra de amor puro, por pequeña y sencilla
que sea. No hay contrapartida ni esperanza de la misma… es como el rayo de luz,
que una vez parte no esperamos volverlo a ver regresar, sino que sirve para
iluminar lo que tenemos por delante.
las intenciones con las que
se hacen las cosas las que van a determinar el estado del alma de cada cual, de
la paz o del sufrimiento.
El que cada intención sea
importante, aunque después ni siquiera se concrete en una acción, y además, tenga
tanta repercusión interior, da a la vida una intensidad tremenda.
La rectitud de intención es
algo tan importante que independientemente de lo que hagas, será lo que
determine tu felicidad, tu grado de dicha, la plenitud de tu vida.
¿Cómo se limpia el alma?… Se
trata de examinar la conciencia, con más intensidad, con mayor hondura… ya no
te basta estar simplemente descansando en la paz interior, pasivamente, ahora
quieres exprimir cada instante… buscar el amor en cada acto, en cada gesto y en
cada palabra… y de no ser así arrepentirse por ello. Descubres que como hebras
de algodón, en los hilos de las buenas acciones o pensamientos se enredan otros
que tienen un fin particular, egoísta… Pedir luz para ver, entendimiento para
discernir el mejor obrar y pensar, acudir a la confesión humildemente para
pedir perdón… así se limpia un alma. Sí…ya habíamos hablado de la rectitud de
intención antes, pero ahora, como un artista pintando un lienzo, no le basta el
blanco o el negro, hay un sin fin de colores distintos y busca aquél que es el
perfecto, el idóneo.
La paz interior es nuestra
brújula
Lo que revela el sufrimiento
son los restos de egoísmo que aún se adhieren a nuestra alma. Si sufres por
algo es porque tu ego teme perder ese algo.
El ego genera una sed
insaciable,… y sus metas no son sino espejismos.