La desgracia parece a veces un reto que incita al hombre,
obligándolo a superarse y a inventar la esperanza.
Michel Hubaut; Las Raíces de
la Esperanza, San Pablo, Madrid, 1996, p.12.
Todo hombre que se supera para darse a los otros es
portador de esperanza.
Michel Hubaut; Las Raíces de la Esperanza, San Pablo,
Madrid, 1996, p.17.
Aunque la esperanza cristiana sea un don, sólo puede
germinar en el mantillo de las esperanzas humanas.
Michel Hubaut; Las Raíces de
la Esperanza, San Pablo, Madrid, 1996, p.18.
Dios no nos trata como niños a los que dijera: “Ya está
todo trazado de antemano. Lo único que teneís que hacer es unir los puntitos”.
Dios realiza su acto creador en el tiempo con la colaboración del hombre.
Michel
Hubaut; Las Raíces de la Esperanza, San Pablo, Madrid, 1996, p.19.
Esa niña pequeña que es la esperanza es más resistente de
lo que se cree. Es una energía de Dios, un poder del Espíritu en el interior de
la fragilidad humana. Hay que amar mucho al hombre para seguir esperando en él
a pesar de sus debilidades y, a veces, de su perversidad.
Michel Hubaut; Las
Raíces de la Esperanza, San Pablo, Madrid, 1996, p.36.
¿Qué clima de confianza difundo en torno a mí?
Michel
Hubaut; Las Raíces de la Esperanza, San Pablo, Madrid, 1996, p.110.
El fracaso es algo imprevisible, con mil caras, que nos
ataca por sorpresa o nos va royendo lentamente el corazón y el espíritu.
Michel
Hubaut; Las Raíces de la Esperanza, San Pablo, Madrid, 1996, p.113.
La esperanza es una llamita vacilante en medio de la
noche, que requiere mucha atención. El desánimo nos acecha al menor síntoma de
debilidad, de fatiga física, o de torpeza espiritual, para destilar en nuestro
corazón y en nuestros pensamientos su veneno insidioso.
Michel Hubaut; Las
Raíces de la Esperanza, San Pablo, Madrid, 1996, p.124.