En la noche
brilla tu luz. De dónde, no lo sé. Tan cerca parece y tan lejos. Cómo te llamas,
no lo sé. Lo que quiera que seas: ¡luce, pequeña estrella! (Según una vieja
canción infantil de Irlanda.)
Y cuando
escuchaban los acontecimientos conmovedores o cómicos que se representaban en
la escena, les parecía que la vida representada era, de modo misterioso, más
real que su vida cotidiana. Y les gustaba contemplar esa otra realidad. Una ciudad grande y una niña pequeña.
Ellos
también eran pobres y conocían la vida. Una
ciudad grande y una niña pequeña.
Fue una
fiesta muy divertida, como sólo saben celebrarlas la gente modesta. Una ciudad grande y una niña pequeña.
Lo que la
pequeña Momo sabía hacer como nadie era escuchar.
Todas las
desgracias del mundo nacían de las muchas mentiras, las dichas a propósito,
pero también las involuntarias, causadas por la prisa o la imprecisión. Un viejo callado y un joven parlanchín.
Nunca se ha
de pensar en toda la calle de una vez, ¿entiendes? Sólo hay que pensar en el
paso siguiente, en la inspiración siguiente, en la siguiente barrida. Nunca
nada más que en el siguiente. Un viejo
callado y un joven parlanchín.
Hay
calendarios y relojes para medirlo, pero eso significa poco, porque todos
sabemos que, a veces, una hora puede parecernos una eternidad, y otra, en
cambio, pasa en un instante; depende de lo que hagamos durante esa hora. Porque
el tiempo es vida. Y la vida reside en el corazón. La cuenta está equivocada, pero cuadra.
Para vivir
de verdad hay que tener tiempo. Hay que ser libre. La cuenta está equivocada, pero cuadra.
Un año
tiene, como sabe todo el mundo, trescientos sesenta y cinco días. Lo que nos da
treinta y un millones quinientos treinta y seis mil segundos por año. O
trescientos quince millones trescientos sesenta mil segundos en diez años. La cuenta está equivocada, pero cuadra.
Puedo darle,
pues, la bienvenida a la gran comunidad de los ahorradores de tiempo. Ahora
también usted, señor Fusi, es un hombre realmente moderno y progresista. ¡Le
felicito! La cuenta está equivocada, pero
cuadra.
El propósito
de ahorrar tiempo para poder empezar otra clase de vida en algún momento del
futuro se había clavado en su alma como un anzuelo. La cuenta está equivocada, pero cuadra.
Los niños
—explicó el juez— son nuestros enemigos naturales. Si no existieran, hace
tiempo que la Humanidad estaría en nuestras manos. Los niños son mucho más
difíciles de empujar al ahorro de tiempo que todos los demás hombres.
Momo comenzó
a sorprenderse que se pudiera andar tan lentamente y avanzar tan deprisa. Una
persecución alocada y una huida tranquila.
Quien posee
el tiempo de los hombres tiene un poder ilimitado. Para eso podría ayudarnos la
niña Momo, a quien todos ustedes quieren eliminar. Cuando los malos tratan de hacer de lo malo lo mejor.
Al igual que
tenéis ojos para ver la luz, oídos para oír los sonidos, tenéis un corazón para
percibir, con él, el tiempo. Y todo el tiempo que no se percibe con el corazón
está tan perdido como los colores del arco iris para un ciego o el canto de un
pájaro para un sordo.
Por
desgracia, hay corazones ciegos y sordos que no perciben nada, a pesar de
latir. Momo llega al lugar de donde viene
el tiempo.
Si los
hombres supiesen lo que es la muerte ya no le tendrían miedo. Y si ya no le
tuvieran miedo, nadie podría robarles, nunca más, su tiempo de vida. Momo llega al lugar de donde viene el tiempo.
Hay riquezas
que lo matan a uno si no puede compartirlas. Miseria en la abundancia.
El verdadero
tiempo no se puede medir por el reloj o el calendario. Miseria en la abundancia.