La vida
espiritual no es una vida de retiro y quietud, un invernadero donde crecen
prácticas ascéticas artificiales fuera del alcance de la gente que vive la vida
ordinaria. Thomas Merton; Vida y Santidad, Sal Terrae, España, 2006, p. 18.
El trabajo
diario del ser humano es un elemento importantísimo de la vida espiritual. Thomas
Merton; Vida y Santidad, Sal Terrae, España, 2006, p. 18.
Esforzarnos por
superar nuestra debilidad natural. Thomas Merton; Vida y Santidad, Sal Terrae, España, 2006, p. 21.
El pecado es el
rechazo de la vida espiritual, del orden y la paz interiores que provienen de
nuestra unión con la voluntad divina. Thomas Merton; Vida y Santidad, Sal Terrae,
España, 2006, p. 22.
El pecado es el
rechazo de la voluntad de dios y de su amor. Thomas Merton; Vida y Santidad,
Sal Terrae, España, 2006, p. 22.
Quien ame más
perfectamente estará más cerca de Dios, sea o no laico. Thomas Merton; Vida y
Santidad, Sal Terrae, España, 2006, p. 25.
Toda la vida
cristiana es un curso de educación espiritual. Thomas Merton; Vida y Santidad,
Sal Terrae, España, 2006, p. 27.
Las buenas intenciones
no se pierden a los ojos de Dios. Thomas Merton; Vida y Santidad, Sal Terrae, España, 2006, p. 29.
La gracia es la
misma presencia y acción de Dios dentro de nosotros. Thomas Merton; Vida y
Santidad, Sal Terrae, España, 2006, p. 42.
Nos hacemos
santos, no a base de superar violentamente nuestra propia debilidad, sino
dejando que el señor nos conceda la fortaleza y pureza de su Espíritu a cambio
de nuestra debilidad y miseria. Thomas Merton; Vida y Santidad, Sal Terrae, España, 2006, p. 44.
Hemos de
empezar a creer que Dios es nuestro Padre. Thomas Merton; Vida y Santidad, Sal
Terrae, España, 2006, p. 44.
Nuestra respuesta
a Cristo implica tomar nuestra cruz. Thomas Merton; Vida y Santidad, Sal Terrae,
España, 2006, p. 46.
El amor implica
preferencia y la preferencia exige sacrificio. Thomas Merton; Vida y Santidad,
Sal Terrae, España, 2006, p. 48.
La providencia
divina nos pone en contacto, directa o indirectamente, con aquellas personas en
cuyas vidas hemos de tomar parte como instrumentos de salvación. Thomas Merton;
Vida y Santidad, Sal Terrae, España, 2006,
p. 52.