domingo, 27 de junio de 2021

Claudia Celis; Donde habitan los ángeles


Claudia Celis; Donde habitan los ángeles

 

Después del entierro

MIS pasos retumban en el corredor. Las casas vacías exageran los sonidos. Y más todavía las que extrañan a sus dueños. Las que están tristes. Las que están de luto. Me detengo. El silencio es tanto que se puede escuchar. La casa parece más grande. Enorme. ¿Será que la tristeza nos hace empequeñecer?… Tengo miedo. Necesito un abrazo de mis tíos. Su consuelo. Su compañía. Su amor. Me siento como aquel niño indefenso y atolondrado que llegó aquí de vacaciones hace dieciocho años, sin siquiera sospechar que esta ciudad se convertiría en su ciudad, esta casa en su casa, y estos tíos abuelos en sus padres.

 

Mi tía Chabela

MI tía Chabela era una sonrisa, unas manos suavecitas; un mi niño, mi amor, m’ijito; un abrir los ojos durante las noches que estaba enfermo y encontrarla sentada en la orilla de mi cama; un pásate con nosotros, cuando yo no podía dormir. Era una sopa riquísima; una cucharada de emulsión que me tenía que tomar, para que crezcas mi cielo, mi tío siempre agregaba: para que no te quedes chaparro como tu tío Rubén; unos tamales para desayunar, un pastel recién hecho para merendar, y un baño en la tina antes de empiyamarme. También era un perfume, un chal tejido cuando atardecía, un cabello plateado, una canción tarareada mientras regaba sus plantas, y otra cantada a dúo con su perico; era una piel blanquísima y unos ojos azules que tan pronto eran lilas como verdes.

 

Judith

Los recuerdos domados no lastiman…

 

Ramsés

Hay mucho amor dentro de usted, Panchito, y el amor es lo único que transforma a las almas en excelentes.

 

La petición de mano

Quisiera pedir esta pieza a quien, como linda flor, ha venido a perfumar nuestra familia.

 

Alejandra

Le voy a explicar —enterró la pala y se recargó en ella—: Usted ha perdido las ganas de vivir, es decir, lo ha perdido todo, porque la vida es lo único que tenemos y que en verdad nos pertenece. Usted está presente sólo para sufrir y hacemos sufrir a los que lo queremos —me tomó de los hombros—; mire, Panchito: el vivir realmente la vida, el tomar en serio la responsabilidad de vivir, nos exige mucho más que respirar y comer. Es nuestro deber superar los obstáculos y seguir adelante. Comprendo su pena, pero usted no está solo, nos tiene a nosotros que lo queremos tanto… me tiene a mí que lo quiero como a un hijo… Me abrazó y lloramos. Por primera vez di rienda suelta a ese llanto que me oprimía el alma. Después de un rato, ya tranquilos, nos alejamos de allí. Me despedí de Alejandra pensando en no regresar. No tenía para qué; a ella me la llevaba, para siempre, en el corazón.

 

Alejandra

Vivimos momentos terribles que no puedo describir; sólo de recordar mi corazón se desgarra.

 

Alejandra

Yo no pude llorar, pero dejé de vivir.

 

Mi vida

—Mire, Pan chito —se puso de pie—, usted necesita, a como dé lugar, salir del abismo en el que ha caído. Sé que no va a ser nada fácil, que le llevará bastante tiempo ponerse en forma y aprender a escalar la empinada montaña de la tristeza, pero, por lo menos, ya tiene su equipo; todo está en que se decida y comience a practicar. Volvió a sentarse, abrió el periódico y siguió leyendo. Pensativo, me senté junto a él. Sentí los rayos del sol calentándome y noté el aroma de las plantas. Fue un reencuentro con la vida. —Lo voy a lograr —le dije.

 

Vuelo envidiable

Sabe? —continuó—, muchos de los que me conocen pensaban que yo tenía las alas cortadas, pero eso no es cierto. Mi hermosa Chabelita nunca me tuvo a la fuerza. Si viví pegado a ella y siempre le fui fiel, fue por amor. Ahora yo quisiera salir volando tras ella, igual que el tal Rorro —su voz se quebró—. Fíjese, Panchito, lo que es la vida; tan sin gracia que siempre me pareció ese perico, y resulta que ahora lo envidio…

 

Extraña despedida

Doy por concluído mi compromiso con la vida. Chabelita y yo acordamos esperar hasta este día, pero ni uno más. Me voy con ella, Panchito, ahí está mi sitio.

 

Extraña despedida

El equipo de alpinismo se lo dejo casi completo, sólo me llevo la brújula para no perder el rumbo donde habitan los ángeles, no vaya a ser que me desoriente y me vaya para el lado contrario. No olvide leer las instrucciones para después de nuestra muerte.

 

Extraña despedida

A veces, cuando se ha querido tanto en la vida y el ser amado se va, el corazón se ve atacado por una terrible enfermedad, para la que no hay cura, que se llama pena.

 

Extraña despedida

Dos que se amaron en verdad.

 

La última voluntad

Cuando me acerqué a despedirme de mis tíos, algo brillante, en el fondo de la caja, me llamó la atención. Era la brújula. Mi tío la había soltado. —¡Hallaste el rumbo! —grité. Todos se sorprendieron. Chucho se acercó y me tomó del brazo.


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1 Y lo que es peor, el desmoronamiento se produjo de repente, sin que hubiera intervenido antes un signo de alerta, ni los ecos de aquella n...