Miguel-Angel Martí García; La Elegancia, 2ªedición (2001), Ediciones Internacionales Universitarias, 1993, Madrid, p.72.
Las palabras no son indiferentes: unas nos hacen daño, nos irritan, crean distancia; otras, en cambio, nos abren al encuentro y nos dulcifican el alma. Quien las domina y sabe utilizarlas es un gran afortunado porque tiene mucho adelantado en la vida y se evitará muchos disgustos, y lo que es más importante: será sembrador de paz y alegría.
Miguel-Angel Martí García; La Elegancia, 2ªedición (2001), Ediciones Internacionales Universitarias, 1993, Madrid, p.73.
Omitir los pequeños sucesos que pueblan nuestros días es una prueba clara de elegancia, porque a la hora de hablar hay que elegir los mejores temas de conversación, los más interesantes, aquellos que por su riqueza espiritual son capaces de enamorar al alma. Pero para esto es necesario tener ideas, y para tenerlas es necesario leer, pensar, reflexionar, estar enamorado de la cultura en sus distintas manifestaciones.
Miguel-Angel Martí García; La Elegancia, 2ªedición (2001), Ediciones Internacionales Universitarias, 1993, Madrid, p.80.
Siempre es la cultura la que nos saca del pueblerino mundo de nuestro yo y nos sitúa ante un universo repleto de sugestivas búsquedas intelectuales.
Miguel-Angel Martí García; La Elegancia, 2ªedición (2001), Ediciones Internacionales Universitarias, 1993, Madrid, p.80.
La sonrisa es elegante. Y, también, todo lo que ella conlleva: el buen humor, la alegría, la paz interior. La sonrisa es lo mejor que podemos ofrecer a quienes nos acompañan, de ahí su elegancia.
Miguel-Angel Martí García; La Elegancia, 2ªedición (2001), Ediciones Internacionales Universitarias, 1993, Madrid, p.82.