Todo el bien que podamos hacer viene de Dios y sólo de El.
Philippe, Jacques; La Paz Interior, Ediciones Rialp, S.A., Madrid (1991), 2006, p.11.
Debemos intentar descubrir las condiciones espirituales que permiten a Dios actuar en nosotros.
Philippe, Jacques; La Paz Interior, Ediciones Rialp, S.A., Madrid (1991), 2006, p.12.
Cuanto más serena y tranquila está el alma, más se refleja Dios en ella.
Philippe, Jacques, La paz Interior, Ediciones Rialp, S.A., Madrid (1991), 2006, p.13.
Las razones por las que perdemos la paz son siempre malas razones.
Philippe, Jacques, La Paz Interior, Ediciones Rialp, S.A., Madrid (1991), 2006, p.20.
Son muchos los jóvenes que dudan en entregar totalmente su vida a dios porque no confían en que El será capaz de hacerles plenamente feliz.
Philippe, Jacques, La Paz Interior, Ediciones Rialp, S.A., Madrid (1991), 2006, p.30.
Mientras el paracaidista no salte al vacío, no podrá comprobar que le sostienen las cuerdas, pues el paracaídas aún no ha tenido la posibilidad de abrirse. Es preciso saltar primero, y sólo entonces se sentirá sostenido.
Philippe, Jacques, La Paz Interior, Ediciones Rialp, S.A., Madrid (1991), 2006, p.32.
"Porque tengo unos Angeles en la tierra que me eligen unos libros", es que puedo asomarme a la sabiduría de otros. Una recopilación de las mejores frases o citas de los libros que he leído.
viernes, 8 de junio de 2007
miércoles, 6 de junio de 2007
Jacques Philippe / En la Escuela del Espíritu Santo
La voluntad de Dios jamás se opone a lo que hay en mí de bueno: la aspiración a la verdad, a la vida, a la felicidad, a la plenitud del amor, etc. La sumisión a Dios poda cosas en mí, pero nunca ahoga lo mejor de mi mismo: las profundas aspiraciones positivas que me habitan. Por el contrario, las despierta, las fortalece, las orienta y las libera de los obstáculos para su realización.
Jacques Philippe; En la Escuela del Espíritu Santo, San Pablo, Buenos Aires, 2006, p.91.
El que camina con el señor y se deja conducir por él, experimenta paulatinamente un sentimiento de libertad; su corazón no se reduce, no se ahoga, sino, por el contrario, se dilata y respira continuamente más. Dios es el amor infinito, y en él no hay nada de estrecho ni reducido, sino que todo es ancho y amplio. El alma que camina con Dios se siente libre, siente que no tiene nada que temer, sino que por el contrario, todo le está sometido porque todo concurre a su bien, tanto las circunstancias favorables como las desfavorables, tanto el bien como el mal.
Jacques Philippe; En la Escuela del Espíritu Santo, San Pablo, Buenos Aires, 2006, p.91.
El adolescente está descontento de depender de sus padres, pues esta dependencia le pesa: preferiría ser autónomo y no necesitar a nadie. Pero el niño (en quién nos tenemos que convertir según el Evangelio) no sufre por depender totalmente de sus padres, en realidad lo que recibe es amor, al que responde amando, con una forma de amar que es precisamente la alegría de recibir y de devolver en amor lo que recibe.
Jacques Philippe; En la Escuela del Espíritu Santo, San Pablo, Buenos Aires, 2006, p.92.
Jacques Philippe; En la Escuela del Espíritu Santo, San Pablo, Buenos Aires, 2006, p.91.
El que camina con el señor y se deja conducir por él, experimenta paulatinamente un sentimiento de libertad; su corazón no se reduce, no se ahoga, sino, por el contrario, se dilata y respira continuamente más. Dios es el amor infinito, y en él no hay nada de estrecho ni reducido, sino que todo es ancho y amplio. El alma que camina con Dios se siente libre, siente que no tiene nada que temer, sino que por el contrario, todo le está sometido porque todo concurre a su bien, tanto las circunstancias favorables como las desfavorables, tanto el bien como el mal.
Jacques Philippe; En la Escuela del Espíritu Santo, San Pablo, Buenos Aires, 2006, p.91.
El adolescente está descontento de depender de sus padres, pues esta dependencia le pesa: preferiría ser autónomo y no necesitar a nadie. Pero el niño (en quién nos tenemos que convertir según el Evangelio) no sufre por depender totalmente de sus padres, en realidad lo que recibe es amor, al que responde amando, con una forma de amar que es precisamente la alegría de recibir y de devolver en amor lo que recibe.
Jacques Philippe; En la Escuela del Espíritu Santo, San Pablo, Buenos Aires, 2006, p.92.
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