- Elisabeth Kübler-Ross; La rueda de la vida
Dado que no servía de nada negar la pérdida, la acepté. ¿Qué otra cosa podía hacer?
Dado que no servía de nada negar la pérdida, la acepté. ¿Qué otra cosa podía hacer?
- Elegir
sanar y continuar amando. Puesto que creo que la única finalidad de la
existencia es madurar.
-
Me
dije: «Si eres capaz de aguantar esto, puedes aguantar cualquier cosa en la
vida.»
- La
única manera como podemos encontrar la paz es dejar que el pasado sea el
pasado.
-
Si
ése era el precio que tenía que pagar por hacer lo que me parecía correcto y no
lo que se esperaba de mí, entonces no tenía otra opción que ser tan dura o más
que mi padre.
-
Comprendí
que no se puede contar con el futuro. La vida está en el presente.
- Un
corazón compasivo puede sanar casi todo.
-
El
mejor servicio que un médico puede prestar a un enfermo es ser una persona
amable, atenta, cariñosa y sensible.
-
¿Cómo
saben estos gansos cuándo es el momento de volar hacia el sol? ¿Quién les
anuncia las estaciones? ¿Cómo sabemos los seres humanos cuándo es el momento de
hacer otra cosa? ¿Cómo sabemos cuándo ponernos en marcha? Seguro que a nosotros
nos ocurre igual que a las aves migratorias; hay una voz interior, si estamos
dispuestos a escucharla, que nos dice con toda certeza cuándo adentrarnos en lo
desconocido.
-
Es
posible que no obtengamos lo que deseamos, pero Dios siempre nos da lo que
necesitamos.
-
No es
cuestión de preguntarse «¿se lo decimos?» ni «Escuchando, llegué a saber que todos los moribundos saben que se están muriendo.¿lo sabe?». La única pregunta es:
«¿Soy capaz de oírlo?»
-
Aprendí
que no existe ni un solo moribundo que no anhele cariño, contacto o
comunicación.
-
«Cuénteme
lo que está sufriendo —les decía—. Eso me servirá para ayudar a otras
personas.»
-
Vive
de tal forma que no lamentes las cosas que has hecho ni desees haber actuado de
otra manera. Vive con sinceridad y plenamente. Vive.
-
Ese
anciano había muerto sin poder decirle a otro ser humano lo que tanto había
deseado decir.
-
Tal
vez el principal obstáculo que nos impide comprender la muerte es que nuestro
inconsciente es incapaz de aceptar que nuestra existencia deba terminar. Sólo
ve la interrupción de la vida bajo el aspecto de un final trágico, un
asesinato, un accidente mortal o una enfermedad repentina e incurable. Es
decir, un dolor terrible. Para la mente del médico la muerte significaba otra
cosa: un fracaso. Yo no podía dejar de observar que todo el mundo en el
hospital evitaba el tema de la muerte.
-
Si
no se tiene una buena vida, incluso en los momentos finales, entonces no se
puede tener una buena muerte.
-
No
es necesario tener un gurú ni un consejero para crecer. Los maestros se
presentan en todas las formas y con toda clase de disfraces. Los niños, los
enfermos terminales, una mujer de la limpieza. Todas las teorías y toda la
ciencia del mundo no pueden ayudar a nadie tanto como un ser humano que no teme
abrir su corazón a otro.
-
Siempre
he dicho que los moribundos han sido mis mejores maestros, pero hacía falta
tener valor para escucharlos. Expresaban sin temor su insatisfacción respecto a
la atención médica, y no se referían a la falta de cuidados materiales sino a
la falta de compasión, simpatía y comprensión.
-
Vive
de tal forma que al mirar hacia atrás no lamentes haber desperdiciado la
existencia.
-
Esa
noche el reverendo Gaines y yo estábamos en la misma onda. Acordamos que hablar
de la muerte y la forma de morir nos enseñaba que los verdaderos interrogantes
que se planteaban la mayoría de los moribundos tenían más que ver con la vida
que con la muerte. Deseaban sinceridad, cercanía y paz.
-
Haré
por ti lo mismo que hago por todos mis pacientes, te ayudaré a vivir hasta que
mueras.
-
Eso
recalcaba que la forma de morir de una persona dependía de cómo vivía. Abarcaba
los dominios prácticos y filosóficos, psíquicos y espirituales, es decir, los
dos mundos que ambos ocupábamos.
-
La
vida acaba cuando hemos aprendido todo lo que tenemos que aprender.
-
La
vida es un reto, no una tragedia.
-
Ningún
niño nace tan defectuoso que Dios no lo dote con algún don especial.
-
La
necesidad de dormir mucho, lo que en Sobre la muerte y los moribundos yo llamo
«el último descanso antes del largo viaje».
-
El
verdadero amor incondicional. Éste se puede encontrar en el matrimonio o en un
simple acto de amabilidad hacia alguien que necesita ayuda. No hay forma de
confundir el amor, se siente en el corazón; es la fibra común de la vida, la
llama que nos calienta el alma, que da energía a nuestro espíritu y da pasión a
nuestra vida. Es nuestra conexión con Dios y con los demás.
-
Toda
persona pasa por dificultades en su vida. Algunas son grandes y otras no
parecen tan importantes. Pero son las lecciones que hemos de aprender. Eso lo
hacemos eligiendo. Yo digo que para llevar una buena vida y así tener una buena
muerte, hemos de tomar nuestras decisiones teniendo por objetivo el amor
incondicional y preguntándonos: «¿Qué servicio voy a prestar con esto?»
-
Cada
persona elige si sale de la dificultad aplastada o perfeccionada.
-
Aunque
el desenvolvimiento de la vida es cronológico, las lecciones nos llegan cuando
las necesitamos.
-
Es
imposible vivir plenamente la vida si no nos hemos liberado de la negatividad,
si no hemos concluido los asuntos pendientes
-
Algunas
flores sólo viven unos cuantos días; todo el mundo las admira y las quiere,
como a señales de primavera y esperanza. Después mueren, pero ya han hecho lo
que necesitaban hacer.
-
Esto
es lo que deberían hacer las familias —comenté—. Celebrar mientras todos están
vivos.
-
Sabía
que su vida acabó cuando tuvo que acabar, que había aprendido todo lo que vino
a aprender, y que había enseñado todo lo que vino a enseñar. Ahora paso la
mayor parte del tiempo tratando de comprender todo cuanto me enseñó durante su
vida y con su muerte.
-
Hemos
de compartir con los demás la esencia de lo que es más valioso. Amar,
compartir, hablar, enriquecer la vida de otras personas, acariciar y recibir
caricias, ¿hay otra cosa que esté a la altura de estos momentos?»
-
La
pérdida de posesiones era otra historia, eran cosas de mi vida, pero no mi vida
-
Ésta
es una oportunidad para crecer espiritualmente —pensé—. Uno no crece si todo es
perfecto. Pero el sufrimiento es un regalo que tiene una finalidad.»
-
En
la vida después de la muerte, todos escuchan la misma pregunta: «¿Cuánto
servicio has prestado? ¿Has hecho algo para ayudar?»
-
Morir
no es algo que haya que temer; puede ser la experiencia más maravillosa de la
vida. Todo depende de cómo hemos vivido. La muerte es sólo una transición de
esta vida a otra existencia en la cual ya no hay dolor ni angustias. Todo es
soportable cuando hay amor. Mi deseo es que usted trate de dar más amor a más
personas. Lo único que vive eternamente es el amor.
-
A
mis setenta y un años puedo decir que he vivido de verdad. Después de comenzar
como una «pizca de 900 gramos» que nadie esperaba que sobreviviera, me pasé la
mayor parte de mi vida luchando contra las fuerzas, tamaño Goliat, de la ignorancia
y el miedo.
-
Consideremos
la vida un desafío en el cual las decisiones más difíciles son las que más nos
exigen, las que nos harán actuar con rectitud y nos aportarán las fuerzas y el
conocimiento de El,
-
Le
aseguro que las mayores satisfacciones en la vida provienen de abrir el corazón
a las personas necesitadas. La mayor felicidad consiste en ayudar a los demás.