Aquello de lo que el hombre tiene más necesidad no se le puede garantizar por ley.
El hombre es frágil a causa de un impulso profundo, que lo mortifica en la capacidad de entrar en comunión con el prójimo. Abierto por naturaleza al libre flujo del compartir, siente dentro de sí una extraña fuerza de gravedad que lo lleva a replegarse en sí mismo, a imponerse por encima de los demás y contra ellos: es el egoísmo, consecuencia de la culpa original.
Convertirse a Cristo, creer en el Evangelio, significa precisamente esto: salir de la ilusión de la autosuficiencia para descubrir y aceptar la propia indigencia, indigencia de los demás y de Dios, exigencia de su perdón y de su amistad.
Benedicto XVI, Mensaje para la Cuaresma 2010.
Benedicto XVI, Mensaje para la Cuaresma 2010.
¿Cuál es la justicia de Cristo? Es, ante todo, la justicia que viene de la gracia, donde no es el hombre que repara, que se cura a sí mismo y a los demás.
Benedicto XVI, Mensaje para la Cuaresma 2010.
Benedicto XVI, Mensaje para la Cuaresma 2010.
La fe no es un hecho natural, cómodo, obvio: hace falta humildad para aceptar tener necesidad de Otro que me libere de lo “mío”, para darme gratuitamente lo “suyo”. Esto sucede especialmente en los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía. Gracias a la acción de Cristo, nosotros podemos entrar en la justicia “más grande”, que es la del amor (cf. Rm 13,8-10), la justicia de quien en cualquier caso se siente siempre más deudor que acreedor, porque ha recibido más de lo que podía esperar.
Benedicto XVI, Mensaje para la Cuaresma 2010.