Dios mío, hazme viuda, por favor; Josefina Vázquez Mota
Anulamos tres cuartas partes de nosotras
mismas, con el fin de complacer a los demás.
Cuando no nos amamos, somos vulnerables
y eso significa capaces de ser heridos.
Mujeres aburridas cuando hay tanto por
ser, por hacer, por querer, por compartir, por darnos más allá de un
satisfactor material. Mujeres en cuyos años de más energía decidieron hacer de
la cafetería cercana al colegio de sus hijos su segundo hogar, y mientras los
mandaban a estudiar a unos, y a trabajar a otros para deshacerse de ellos, las
horas parecían interminables comentando la vida de los demás. Elegir esta
opción es respetable, pero los resultados suelen ser pobres porque vamos
perdiendo la pasión y alegría por vivir. La vida se lleva al terreno
vegetativo, sin desarrollar lo que tenemos dentro.
Cuando no sabemos ni queremos elegir,
dejamos que otros lo hagan por nosotras y después nos andamos quejando de por
vida porque nos casamos con lo que sea, trabajamos en lo que sea, comemos lo
que sea, tenemos una familia como lo que sea.
Si basamos nuestra autoestima sólo en lo
externo corremos el riesgo de vaciarnos por dentro.
Cuando lo mejor de nosotras lo tenemos
fuera, resulta insuficiente para vivir y ser felices.
Gustarse es abrir los horizontes
afectivos, es arriesgarse y aumentar nuestras probabilidades de conocer a
otros. La verdad es que nadie puede dejar de gustarse si se observa con cuidado
y con afecto.
Si te tratas mal y eres irrespetuosa con
tu persona, tu diálogo obrará como un freno. Elimina de tus respuestas y
juicios el no soy capaz, porque cada vez que te lo repites confirmas tu
inseguridad y afianzas tus temores.
En el cuento de Alicia en el País de las
Maravillas hay una escena en donde Alicia se extravía y al encontrarse frente a
diversos caminos pregunta a un gato sabio:
—¿Qué camino debo seguir?
—¿A dónde quieres ir, Alicia?
—La verdad, no lo sé, responde ella.
—Entonces, Alicia, no importa qué camino
tomes, de todas formas te llevará a ninguna parte.
El dolor absorbe todas nuestras energías
y, hasta que lo manejamos con éxito o ya no podemos soportarlo, somos capaces de andar por
nuevos caminos, de volver a amarnos a nosotras mismas y a los demás.
DESDE FRASES tan trilladas y reveladoras
como: es que mi marido no me saca los domingos, como si fuéramos mascotas y no
personas, hasta toda una serie de expresiones que utilizamos para justificar
los múltiples "porqués" de nuestros fracasos y debilidades, son
características de la mujer víctima de las circunstancias.
Detrás de una víctima solemos encontrar
un ser humano con miedo de enfrentar su realidad. Las víctimas, para existir,
deben tener un victimario, un chivo expiatorio, y cuantos más sean pues mejor,
porque así tendrán más recursos para esconder temores y fracasos. Los
victimarios más comunes se encuentran entre aquéllos más cercanos a nosotras,
son aquéllos a quienes decimos amar y hacer la razón de nuestra existencia, y al
mismo tiempo los convertimos en causantes de nuestras pesadas cargas. Sin nuestros
victimarios la vida perdería sentido porque los actos frecuentemente
"heroicos" de una víctima no encontrarían sustento ni justificación
alguna.
Las víctimas viven muchas facetas y su
vida es una permanente actuación, un actuar en contra de sí mismas y también de
los demás. Una actuación que termina por confundirías, pues a la larga será muy
difícil distinguir a la verdadera persona de entre tantas máscaras que ha
fabricado.
Las víctimas desarrollan consciente o
inconscientemente armas poderosas y altamente dañinas que esgrimen contra
aquéllos a los que han tenido que dedicar toda su vida. La manipulación, el
chantaje, los llantos incontenibles, los reclamos por más atención y tiempo,
que pueden ser verbales y directos, o manifestarse por múltiples enfermedades o
mensajes manipuladores cuya intensidad y gravedad dependerán del propósito que
la víctima se proponga conseguir.
Aceptar toda la responsabilidad de
nuestros actos, incluyendo nuestras respuestas emocionales y de comportamiento
ante todas las situaciones de nuestra vida, es el paso definitivo a la madurez
humana.
Aceptar toda la responsabilidad de
nuestros actos, incluyendo nuestras respuestas emocionales y de comportamiento
ante todas las situaciones de nuestra vida, es el paso definitivo a la madurez
humana.
Rezaba un niño antes de dormir:
"Dios mío, haz a los malos buenos y a los buenos, divertidos".
El dolor no es inaguantable, lo
inaguantable es tener el cuerpo aquí y la mente en el pasado y el futuro.
ANTHONY DE MELLO
EL PASADO no puede cambiarse, por muy
bueno o doloroso que haya sido. Lo que sí podemos hacer es cambiar nuestra
actitud respecto al pasado y tomar de éste aquello que nos haga más fuertes.
Vivir atrapados en el pasado es elegir morir en el presente y negarnos la
posibilidad de un mejor futuro. Cuando creemos que todo era mejor ayer, o bien
cuando no superamos lo vivido, arrastramos cadenas que terminarán por hundirnos.
Cada cosa que hacemos deja huella en nosotros, por eso puede decirse que el
hombre es rehén de su historia. El pasado debe enlatarse y debemos fugarnos
hacia el futuro.
Los rencores, la venganza, el dolor, los
remordimientos y una interminable lista de culpas lograrán hacernos esclavas de
lo irremediable.
Si el pasado lastima, será mejor cerrar
la página y seguir adelante. Por el contrario, si los sucesos vividos nos dan
alegría y fortaleza, hay que construir sobre ellos el presente y hacer la
elección del futuro que queremos.
Renunciar a ciertas ideas viejas es
indispensable para crecer. Debo aprender cómo desprenderme de la imagen fija de
quien creo que soy. Si quiero crecer, debo desengancharme de mi pasado. La
adicción es lo contrario a la libertad. ...es cualquier cosa que mantenga el
control de nuestras vidas y es progresiva y mortal...
La adicción es un proceso que se usa
para evitar o eliminar cualquier realidad que sea para nosotros intolerable o
dolorosa.
El dar ejemplo está siendo uno de los
grandes ausentes en la vida familiar.
La mejor definición de matrimonio que he
encontrado es aquella que establece que un matrimonio es de tres: Tú, con todo
lo que eres, sientes, amas, anhelas. Yo, con todo mi ser y sentir. Nosotros,
con un proyecto de vida en común. En este tipo de relaciones:
"yo"puedo ser"yo", tú"puedes ser"tú"y
"nosotros" podemos ser "nosotros".
Es así que le damos al otro la misma
libertad que nosotros queremos tener y lo aceptamos tal cual es. No utilizamos
nuestro amor para cambiarlo, sino para afirmarlo.