Si los hombres se sintiesen siempre mirados por Dios su vida sería bien distinto.
Enrique Cases; Mujeres Valientes, Meditaciones sobre las mujeres en el evangelio, eunsa, Pamplona, Segunda Edición, 1996, p. 58.
Llena de esperanza contemplar la obra de Dios en un alma fiel. Dios es siempre el mismo, somos nosotros los que podemos responder mejor o peor a su labor en nuestras almas.
Enrique Cases; Mujeres Valientes, Meditaciones sobre las mujeres en el evangelio, eunsa, Pamplona, Segunda Edición, 1996, p. 78.
Sacar de los males bienes, y de los grandes males, grandes bienes.
Enrique Cases; Mujeres Valientes, Meditaciones sobre las mujeres en el evangelio, eunsa, Pamplona, Segunda Edición, 1996, p. 86.
Servir es una de las formas de caridad más fina y delicada. El que sirve no alardea de virtud, pero la vive.
Enrique Cases; Mujeres Valientes, Meditaciones sobre las mujeres en el evangelio, eunsa, Pamplona, Segunda Edición, 1996, p. 88.
Los soberbios no entienden el servicio, quieren ser servidos por los demás.
Enrique Cases; Mujeres Valientes, Meditaciones sobre las mujeres en el evangelio, eunsa, Pamplona, Segunda Edición, 1996, p. 90.
En las discusiones es frecuente que ceda primero la persona de más categoría, ya que la terquedad es propia de personas de corta mente y flaca voluntad.
Enrique Cases; Mujeres Valientes, Meditaciones sobre las mujeres en el evangelio, eunsa, Pamplona, Segunda Edición, 1996, p. 97.
La fe es la condición de todo milagro.
Enrique Cases; Mujeres Valientes, Meditaciones sobre las mujeres en el evangelio, eunsa, Pamplona, Segunda Edición, 1996, p. 100.
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