En el hombre existe una intuición natural que lo mueve con frecuencia a aceptar porciones razonables de dolor con vistas a una conveniencia superior: ¡no hay mal que por bien no venga! Se afirma. En esta expresión popular late todavía de modo oscuro el sentido cristiano del dolor. La fe cristiana no suprime el sufrimiento; más bien lo eleva, lo purifica, lo sublima. Ciertamente el dolor es un mal, pero un mal susceptible de un uso saludable, capaz de rendir al hombre valiosos servicios.
Uno de los resultados de la descristianización de la sociedad y la cultura es la desvalorización de la mujer. Este fenómeno tiende a diluir las características más nobles del ser femenino, en aras de la conquista de unos ideales propugnados por una sociedad masculinizante abocada al culto de la producción, la eficacia y el éxito. Se estima, en consecuencia, que la posibilidad de la autorrealización femenina se circunscribe al mundo del trabajo y de la profesión, en desmedro de la propia familia y del hogar.
Raúl Williams; El Hombre en el Huracán, Centro de Estudios Bicentenario, 3ª Edición, Santiago, 2007, p. 63.
No basta con sufrir, hay que aprender a sufrir. Con la fuerza que viene de Dios es posible usar bien del sufrimiento, convertido en medio de maduración, de purificación y de santificación personal.
Raúl Williams; El Hombre en el Huracán, Centro de Estudios Bicentenario, 3ª Edición, Santiago, 2007, p. 64.
¿Se puede amar de verdad si no es para siempre?
Raúl Williams; El Hombre en el Huracán, Centro de Estudios Bicentenario, 3ª Edición, Santiago, 2007, p. 68.
Un matrimonio fracasado no es sinónimo de un matrimonio nulo.
Raúl Williams; El Hombre en el Huracán, Centro de Estudios Bicentenario, 3ª Edición, Santiago, 2007, p. 72.
Todo matrimonio que ha nacido vivo y sano, y que luego con el paso del tiempo, se ha enfermado no puede ser disuelto o abortado jurídicamente.
Raúl Williams; El Hombre en el Huracán, Centro de Estudios Bicentenario, 3ª Edición, Santiago, 2007, p. 72.
Se olvida que los cónyuges se casan “porque se quieren”, pero una vez contraído el matrimonio “deben quererse” porque están casados.
Raúl Williams; El Hombre en el Huracán, Centro de Estudios Bicentenario, 3ª Edición, Santiago, 2007, p. 77.
Tanto el varón como la mujer poseen valores propios, y cada cual supera al otro en su especificidad.
Raúl Williams; El Hombre en el Huracán, Centro de Estudios Bicentenario, 3ª Edición, Santiago, 2007, p. 108.
El hombre como persona se trasciende al relacionarse, de manera que sólo en la entrega a otra persona – para la cual quiere vivir y a la que quiere amar – puede encontrar la plena realización de su personalidad.
Raúl Williams; El Hombre en el Huracán, Centro de Estudios Bicentenario, 3ª Edición, Santiago, 2007, p. 108.
La sociedad se fue tornando misógina en la medida en que se alejó del mensaje de Jesucristo. Jutta Burggraf en Raúl Williams B.; El Hombre en el Huracán, Centro de Estudios Bicentenario, 3ª Edición, Santiago, 2007, p. 119.
Raúl Williams; El Hombre en el Huracán, Centro de Estudios Bicentenario, 3ª Edición, Santiago, 2007, p. 123.
La verdadera identidad femenina fue revelada por Dios en la figura de Santa María.
Raúl Williams; El Hombre en el Huracán, Centro de Estudios Bicentenario, 3ª Edición, Santiago, 2007, p. 140.
La única meta cristiana es la santidad.
Raúl Williams; El Hombre en el Huracán, Centro de Estudios Bicentenario, 3ª Edición, Santiago, 2007, p. 141.
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