Si el hombre no respeta el orden establecido por Dios, sino que rompe la armonía de su plan, provoca desórdenes que arrastran tras de sí su propio sufrimiento.
Georges Chevrot; Las Bienaventuranzas (1952), Rialp, Undécima edición, Madrid, 1991, p.29.
La felicidad depende de nosotros; su fuente reside en nosotros. Si vivimos como discípulos de Cristo, poseemos dentro de nosotros mismos los medios de ser dichosos.
Georges Chevrot; Las Bienaventuranzas (1952), Rialp, Undécima edición, Madrid, 1991, p.31.
Nadie espera en esta vida una felicidad completa. “la felicidad de los hombres – decía Bossuet – se compone de tantas piezas que siempre falta alguna”.
Georges Chevrot; Las Bienaventuranzas (1952), Rialp, Undécima edición, Madrid, 1991, p.33.
La felicidad es un don que Dios nos hace y que deriva de nuestra fidelidad a sus leyes. La dicha es una consecuencia, no un fin.
Georges Chevrot; Las Bienaventuranzas (1952), Rialp, Undécima edición, Madrid, 1991, p.34.
A quienes les falta Dios ignoran la cantidad de dicha que aquí abajo puede poseerse.
Georges Chevrot; Las Bienaventuranzas (1952), Rialp, Undécima edición, Madrid, 1991, p.34.
Los deseos de santidad no serían más que palabrería si no se tradujeran en servicio y en amor al prójimo.
Georges Chevrot; Las Bienaventuranzas (1952), Rialp, Undécima edición, Madrid, 1991, p.41.
Nuestro mundo necesita hombres que tomen al Evangelio como regla de vida.
Georges Chevrot; Las Bienaventuranzas (1952), Rialp, Undécima edición, Madrid, 1991, p.47.
Georges Chevrot; Las Bienaventuranzas (1952), Rialp, Undécima edición, Madrid, 1991, p.29.
La felicidad depende de nosotros; su fuente reside en nosotros. Si vivimos como discípulos de Cristo, poseemos dentro de nosotros mismos los medios de ser dichosos.
Georges Chevrot; Las Bienaventuranzas (1952), Rialp, Undécima edición, Madrid, 1991, p.31.
Nadie espera en esta vida una felicidad completa. “la felicidad de los hombres – decía Bossuet – se compone de tantas piezas que siempre falta alguna”.
Georges Chevrot; Las Bienaventuranzas (1952), Rialp, Undécima edición, Madrid, 1991, p.33.
La felicidad es un don que Dios nos hace y que deriva de nuestra fidelidad a sus leyes. La dicha es una consecuencia, no un fin.
Georges Chevrot; Las Bienaventuranzas (1952), Rialp, Undécima edición, Madrid, 1991, p.34.
A quienes les falta Dios ignoran la cantidad de dicha que aquí abajo puede poseerse.
Georges Chevrot; Las Bienaventuranzas (1952), Rialp, Undécima edición, Madrid, 1991, p.34.
Los deseos de santidad no serían más que palabrería si no se tradujeran en servicio y en amor al prójimo.
Georges Chevrot; Las Bienaventuranzas (1952), Rialp, Undécima edición, Madrid, 1991, p.41.
Nuestro mundo necesita hombres que tomen al Evangelio como regla de vida.
Georges Chevrot; Las Bienaventuranzas (1952), Rialp, Undécima edición, Madrid, 1991, p.47.
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