La
amistad de Cristo
Robert
Hugh Benson
La clave
de una perfecta amistad consiste en que los amigos se den a conocer mutuamente,
dejando a un lado las reservas y mostrándose tal y como cada uno es. PRÓLOGO
Ningún
hombre es realmente mi amigo, dice Maeterlinck, hasta que no hemos aprendido a
guardar silencio en nuestra mutua compañía. LA AMISTAD DE CRISTO
Si algo
hay patente en los evangelios es esto: Jesús desea en primer lugar y sobre
todo, nuestra amistad. LA AMISTAD DE CRISTO
La
vivencia de la amistad de Jesús es el auténtico secreto de los santos. LA
AMISTAD DE CRISTO
Se nos
acerca por incontables caminos; advertimos su presencia en situaciones muy
diversas, pero no podemos descubrirle sólo en algunas de estas ocasiones
ignorándole en otras. LA AMISTAD DE CRISTO
La
amistad humana se inicia generalmente por algún detalle externo. Captamos una
frase, percibimos una inflexión de voz, advertimos una forma de mirar o un modo
de caminar. Y estas leves impresiones nos parecen el comienzo de un mundo
nuevo. Consideramos estos detalles como la señal de todo un universo que se
oculta tras ellos; creemos haber descubierto al alma que coincide exactamente
con la nuestra, al temperamento que, por su semejanza o por su armoniosa
diferencia, es perfectamente adecuado para ser el compañero del nuestro. LA
INTIMIDAD CON CRISTO
Proceso
de la amistad: nos damos a conocer y conocemos al otro; encontramos, paso a
paso, lo que habíamos esperado, y comprobamos lo que imaginábamos. Y el amigo,
por su parte, sigue el mismo itinerario, hasta que llega el momento en que, por
una crisis o tras un período de prueba, podemos descubrir que nos hemos
equivocado, que hemos defraudado al otro o que el proceso ha seguido un curso
diferente. LA INTIMIDAD CON CRISTO
Y como
ocurre con el paso de las estaciones, ya no hay más frutos que esperar por
ninguna de las dos partes. LA INTIMIDAD CON CRISTO
Jesucristo
ha dado un salto de dos mil años y está a nuestro lado: se ha salido del
fresco; se ha levantado del pesebre... «Mi Amado es para mí y yo soy para mi
Amado». LA INTIMIDAD CON CRISTO
Jesús,
por su parte, nos pide lo mismo que nos ofrece. Se nos manifiesta abiertamente
y exige que hagamos lo mismo. LA INTIMIDAD CON CRISTO
Podríamos
decir que la diferencia entre el trato con un conocido y el que establecemos
con un amigo radica en que, en el primer caso, tratamos de disimular para
presentar una imagen agradable y atractiva; empleamos el lenguaje como un
disfraz y la conversación como un camuflaje. En el segundo caso, dejamos a un
lado los convencionalismos y las «presentaciones» e intentamos mostrarnos tal y
como somos, abriéndole nuestro corazón. LA INTIMIDAD CON CRISTO
Ésta es,
pues, la primera etapa de la vía purgativa; el alma siente desilusión ante las
cosas humanas y considera que los cristianos deberían ser –y después de todo no
son– otros Cristos. LA VÍA PURGATIVA
El
primer peligro se presenta inmediatamente: no hay procedimiento de limpieza que
no implique cierto poder destructor. LA VÍA PURGATIVA
Y si el
alma es un poco superficial, perderá la amistad con Cristo (la que tenía)
además de las atenciones y regalos con los que Él la obsequiaba y complacía. LA
VÍA PURGATIVA
La
divinidad no radica en las cosas materiales y que el amor de Cristo es algo
mucho más profundo que los mismos regalos que Él hace a sus nuevos amigos. LA
VÍA PURGATIVA
La
segunda etapa de la vía purgativa podría llamarse, en cierto modo, la
desilusión de las cosas divinas. El alma cree que le ha fallado el aspecto
terrenal devolviéndola a la realidad; y luego empieza a pensar que también le
ha fallado la vertiente divina. LA VÍA PURGATIVA
Los
sacramentos resultan rutinarios y monótonos, y parecen no cumplir sus promesas.
LA VÍA PURGATIVA
Las
cosas que ella consideraba como ayuda pasan a ser cargas adicionales. LA VÍA
PURGATIVA
En la
vía purgativa aparece una tercera etapa. El alma ya ha comprendido que ni las
cosas externas ni las internas son Cristo. LA VÍA PURGATIVA
En esta
tercera etapa empieza, pues, a percibir su ignorancia y su pecado, y a
descubrir su asombroso egocentrismo y su autocomplacencia. LA VÍA PURGATIVA
A lo
largo de la vía purgativa, Jesucristo, en su deseo de unirse estrechamente al
alma, va despojándola de todo lo que puede entorpecer dicha unión. Y que el
alma, consciente de su propia insignificancia, termina por abandonarse del todo
en Jesucristo. LA VÍA ILUMINATIVA
Cristo
purifica a sus amigos de todo lo que no es Él, para que sean plenamente suyos.
Y es que no hay alma capaz de comprender la fuerza ni el amor de Dios hasta que
no se ha abandonado completamente en Él. LA VÍA PURGATIVA
A lo
largo de su camino, el alma deberá ir enriqueciéndose con las gracias que
Cristo desee concederle. Ha abandonado al «hombre viejo» y ahora tiene que
revestirse del «nuevo». Los autores espirituales llaman a esta etapa vía
iluminativa. Conviene estudiarla siguiendo el itinerario de la vía purgativa y
apoyándose en ejemplos característicos de los efectos de la gracia. LA VÍA
ILUMINATIVA
Ocasionalmente,
puede rebelarse, pero rectificará con la gracia de Dios. Puede que no entienda
en toda su hondura el misterio del dolor, pero responderá a esas inquietudes
del único modo posible: aceptándolo y asumiéndolo. Entonces descubrirá su
sentido, un sentido del que ya no podrá dudar. LA VÍA ILUMINATIVA
La
segunda fase de la vía iluminativa, Dios concede al alma una luz relacionada
con las cosas espirituales y sobre todo con las verdades de la fe. LA VÍA
ILUMINATIVA
La
tercera fase de la vía iluminativa se refiere a las relaciones de amistad entre
Cristo y el alma. LA VÍA ILUMINATIVA
A
cualquier alma le resulta difícil pecar gravemente mientras siente la presión
de las manos de Cristo en las suyas. LA VÍA ILUMINATIVA
No hay
nada tan difícil como llegar a distinguir entre las inspiraciones del Espíritu
Santo y las aspiraciones o imaginaciones de uno mismo. LA VÍA ILUMINATIVA
La
amistad con Cristo. Una amistad que, recordemos, no se limita únicamente a los
católicos. CRISTO EN LA EUCARISTÍA
Una de
las características más sobresalientes de Jesús fue la amistad que mantuvo con
los pecadores, su extraordinaria comprensión y la facilidad con que aceptaba su
compañía. CRISTO EN EL PECADOR
Es tan
patente su amistad con los pecadores que podríamos llegar a pensar que se
desinteresa de los santos: CRISTO EN EL PECADOR
Del
relato del Evangelio se deduce una nueva lección: no conocemos a Cristo si no
somos capaces de encontrarlo en el pecador. CRISTO EN EL PECADOR
Cuando
pecamos, perdemos a Cristo, que ya no está presente en nosotros por la gracia;
pero por otra, asombrosamente real y trágica, Cristo sigue amándonos. Sigue
interesado en nuestra salvación. CRISTO EN EL PECADOR
El
descubrimiento de Cristo en el pecador es esencial para nuestra decisión de
ayudarle. CRISTO EN EL PECADOR
Quien
sirve o rechaza a su prójimo, le sirve o rechaza a Él. Sin embargo, no explica
el hecho de que unas acciones llevadas a cabo sin pleno conocimiento puedan ser
acreedoras de premio o de castigo. CRISTO EN EL HOMBRE CORRIENTE
Descubrir
a Cristo en el pecador no sólo significa un servicio a Cristo, sino también al
pecador. CRISTO EN EL PECADOR
Con el
fin de animar al alma en sus propósitos, Cristo la acaricia, la seduce y la
hechiza, especialmente en las primeras etapas de la vida interior. CRISTO EN EL
HOMBRE CORRIENTE
Me
resulta facilísimo adorar a Cristo en el sagrario, pero ¿me resulta igualmente
fácil servirle en mi prójimo? Porque si no es así, no estoy progresando en
absoluto. CRISTO EN EL HOMBRE CORRIENTE
A medida
que me conozco mejor, compruebo que el amor propio invade el conjunto, que mi
celo por la gloria de Dios es muy escaso e inmenso el celo por mi propio yo, y
que mis mejores acciones están envenenadas por los peores motivos. CRISTO EN EL HOMBRE CORRIENTE
Cuando
encuentres a Cristo en ti mismo, da un paso más y encuéntralo también en tu
prójimo. CRISTO EN EL HOMBRE CORRIENTE
El dolor
no es un desgraciado accidente en la vida, ni una muestra de despiadada
indiferencia, ni el denodado esfuerzo de un Dios rudimentario por aparecer,
sino una parte de la vida, tan augusta y trascendental que el mismo Creador
puede someterse a ella. CRISTO EN EL QUE SUFRE
Quien
acepta el sufrimiento por amor ha resuelto prácticamente –no en abstracto– el problema
del dolor. CRISTO EN EL QUE SUFRE
No
sentimos la urgencia de la necesidad de Dios, ignoramos la trascendencia de los
asuntos que ha dejado a nuestro cargo, el tremendo valor de cada alma y de los
actos, palabras y pensamientos que ayudarían a decidir su destino. Desconocemos
la tensa expectación con la que el cielo. LAS SIETE PALABRAS
Jugamos
como niños en un jardín, pisoteando las flores que Dios puede reemplazar, pero
nunca reparar. LAS SIETE PALABRAS
Son muy
pocos los que, al menos una vez en su juventud –o quizá en la edad madura–, no
han advertido que Cristo pretende algo más que una obediencia formal o una
adoración meramente externa. Su deseo es entablar con ellos una amistad que
signifique el inicio de una conversión interior. LAS SIETE PALABRAS
El milagro que se produce siempre que un alma humillada ocupa el último puesto.LAS
SIETE PALABRAS
Mientras
el ego domine nuestra alma, nos veremos instintivamente inclinados al amor
propio aunque esté disfrazado de amor a Dios. Ciertamente, un alma puede llegar
al cielo si lo desea perseverantemente; pero es también cierto que el amor
propio le impedirá alcanzar un lugar elevado y, menos aún, la posición de un
amigo íntimo de Cristo en la tierra. LAS SIETE PALABRAS
Intentamos
acomodar a la nuestra la voluntad divina, y alcanzar nuestra unión con Dios
procurando que sea Él quien cambie y no nosotros. LAS SIETE PALABRAS
Para ir
bien en el terreno espiritual debemos transformar nuestro comportamiento. LAS
SIETE PALABRAS
LAS
SIETE PALABRAS
Un afán que
debe llevar no a la autoafirmación, sino a la negación de sí mismos.
Victoria
fracasada. LAS SIETE PALABRAS
Había
estado luchando por conquistar a Dios en lugar de rendirse a Él. LAS SIETE
PALABRAS
El
pesar, mal aceptado, es una fuerza destructora más poderosa que cualquier otro
sentimiento humano. El pesar, soportado con resentimiento y amargura, aísla el
alma no sólo de Dios, sino de los amigos: el solitario agoniza lentamente en su
soledad. Sin embargo si la persona recibe y asume ese pesar, si hace un
auténtico esfuerzo por aceptarlo, crea un lazo de unión tan fuerte con los
demás que sufren, que todo el poder del infierno es incapaz de romperlo. LAS
SIETE PALABRAS
La
individualidad no se mantiene mas que sacrificando el individualismo. LAS SIETE
PALABRAS
Si hay
un momento en el que debamos volvernos hacia nuestro prójimo y calibrar nuestra
caridad, será cuando estemos junto a la cruz, porque la suprema gloria de la
cruz exige hacer del dolor el lazo más profundo en la relaciones humanas. LAS
SIETE PALABRAS
Y es
que, de vez en cuando, el hecho de vivir exige un esfuerzo intolerable, no sólo
por el cansancio que para el cuerpo supone obedecer a las exigencias del alma,
sino por el esfuerzo, aún mayor, que para el alma supone responder
adecuadamente a las inspiraciones y peticiones de la gracia. LAS SIETE PALABRAS
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