El murmullo de las abejas
Tocó mi vida con sus cuentos.
El murmullo de las abejas
Ésta no es la historia que contaron, es sólo el cuento que inspiraron.
1. Niño azul, niño blanco
En busca de una poción de amor.
9. El niño de las abejas
Simonopio estaba para afuera, para el monte. Estaba para leer la vida, no los libros.
10. Promesas sin cumplir
Tal vez —ojalá— aún quedaba vida en lo que parecía muerto.
10. Promesas sin cumplir
¿Cómo puede enfrentar una generación a la siguiente, verla directo a los ojos y decirle: dejé morir una de las pocas cosas que di por sentado que te heredaría?
10. Promesas sin cumplir
Lo que podía hacer era tratar de mantenerse cuerda, y la única manera que conocía para hacerlo era manteniéndose ocupada con los asuntos de la familia, de los necesitados del pueblo, cosiendo en forma constante y sí, también planeando el baile anual.
10. Promesas sin cumplir
Con un padre peculiarmente cariñoso y atento, y una madre, si no cariñosa, muy inteligente y firme.
10. Promesas sin cumplir
Disfrutar una vejez llena de nietos.
10. Promesas sin cumplir
Por supuesto, antes de nietos, muchos hijos. Y antes de hijos, el matrimonio con el hombre ideal. Aun antes de eso, una juventud con muchos pretendientes, los cuales buscarían asistir a las fiestas donde ella estaría para ser cortejada.
10. Promesas sin cumplir
Temprano en la vida supo con qué tipo de hombre se casaría: de la localidad e hijo defamilia de abolengo. Eso antes de estar en edad para ponerle nombre y cara a su elegido. Tendrían muchos hijos e hijas y la mayoría sobreviviría, eso seguro. Y al lado de su marido habría muchos éxitos y algunos fracasos, salvables, claro. También habría heladas, sequías e inundaciones, como las había en forma cíclica.
10. Promesas sin cumplir
Nutrir de vida el vientre de una mujer, la que habría sido su mujer si acaso no se hubiera disparado un buen día la primera bala y si a ésta no le hubieran respondido con la segunda, y después con una ráfaga interminable.
10. Promesas sin cumplir
Ahora vivía con su única hija, pues al perder el marido, había perdido su esencia, su fortaleza y hasta su capacidad de ver por su hogar y por ella.
10. Promesas sin cumplir
Porque es mentira que una deje la casa de los padres para hacerse en exclusiva de una sola carne con el marido, ya que por más que lo amara —y amaba a Francisco porque él lo merecía—, tal cosa nunca le había ocurrido a Beatriz. En su mundo una se llevaba la casa de los padres adondequiera que fuera: a la escuela, a un viaje al extranjero, al viaje de bodas, a la cama con el esposo, a parir a los hijos, a sentarse cada día a la mesa con ellos para enseñarles la buena postura y los buenos modales, e incluso —creía— se los llevaba hasta el lecho de muerte.
11. La española llega en octubre
Sería el dolor del corazón que se esparce por todos lados?
14. El sinapismo de Simonopio
Los tres meses que duró lo más agudo de la crisis de la influenza española dejó en todos los sobrevivientes de Linares y del mundo entero cicatrices imposibles de sanar y huecos imposibles de llenar.
16. Polvo eres…
Como creía que el remedio para toda desmoralización era el trabajo, los mantenía ocupados en el quehacer de una hacienda u otra.
16. Polvo eres…
El corazón le dio vuelcos cuando se le ocurrió que las casas mueren cuando dejan de alimentarse de la energía de sus dueños.
17. La Singer y su trácata, trácata
Le había brindado horas y horas de sosiego.
17. La Singer y su trácata, trácata
Mi mamá siempre admitió que esa máquina de coser le salvó, si no la vida, sí la cordura.
17. La Singer y su trácata, trácata
Sumergida en ese fervor creativo.
21. Huecos que quedaron
Cuando mis papás llegaron dispuestos a hacer todo un recorrido de pésames, ya nadie quería oírlos. Ya habían cambiado de tema. Le habían dado la vuelta a la hoja de esa historia. La habían sobrevivido.
21. Huecos que quedaron
No importaba cuánta tragedia se presentara: la vida continúa.
23. Versos que conquistan
La vida no ofrecía garantías, y que por más planes que uno hiciera, eventos ajenos podían echarlos a perder.
72. Regando la tierra
Todas esas miradas intensas de amor que había ido ahorrando para gastarlas en épocas mejores, por falta de tiempo, por falta de energía, por sumirse en la rutina y rendirse ante las preocupaciones.
81. Tu mamá nunca se perdonó esa cachetada,
Mi mamá siguió cosiendo en su Singer casi hasta su último día, en su afán por recordar lo bueno, olvidar lo malo y fortalecerse para enfrentar las sorpresas de la vida, buenas y malas.
91. Canción del pasado
No quería consuelo ni explicación, porque no existían.
93. El futuro sin él
Me recordaba lo importante que era escuchar: escuchar lo que la vida a veces susurra al oído, al corazón o a la tripa.
100. Pero ahora vuelan estas abejas a nuestro alrededor
Caminamos sin mirar atrás, porque en este viaje lo único que nos importa es nuestro destino.
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