Brindarle tiempo y espacio a Aquel que necesitaba estar vinculado con él.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 8.
¿Nos animamos a creer que es posible una relación de amor y cercanía entre Dios y nosotros? Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 11.
No permitamos que nuestro valor decaiga. Jesús va con nosotros y durante el camino habla con nosotros. Si escuchamos atentamente, descubriremos que ya durante el camino estamos en casa. Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 11.
Estoy convencido de que la necesidad de rezar, y de hacerlo continuamente, no se funda tanto en nuestro deseo de Dios, sino en el deseo de Dios hacia nosotros. Los pensamientos y esfuerzos apasionados de Dios hacia nosotros nos estimulan a rezar. La oración surge de la iniciativa de Dios, no de la nuestra.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 25.
No somos lo que conseguimos, sino lo que nos es dado.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 42.
Uno de los escritores cristianos avanzados compara el primer peldaño de la oración individual con una persona que durante años, vivió con las puertas abiertas y de pronto decide cerrarlas. Las visitas que antes entraban y salían, según sus deseos, golpean ahora las puertas y se preguntan irritadas porqué de pronto no pueden ingresar.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 46
Al estar solo dejo mi equipamiento. No hay ningún amigo para conversar, ninguna llamada telefónica, ninguna reunión, nada de música para entretenerme, ningún libro para distraerme, sólo yo: desnudo, vulnerable, débil, pecador, abandonado, quebrado. Al estar solo debo enfrentar esta nada, una nada tan terrible que todo en mí me empuja hacia mis amigos, mi trabajo y mis distracciones para poder olvidar mi nada y hacerme creer que tengo cierto valor.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 47
Sin quietud y silencio muere el espíritu que hay en nosotros.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 48.
Cada paso que das, lo haces porque eres conducido.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 11.
Cuanto más estés llamado a hablar del amor de Dios, tanto más deberás profundizar el conocimiento de este amor en tu propio corazón. Cuanto más avance tu viaje exterior, tanto más profundo deberá ser tu viaje interior.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 72.
Mientras continuemos preguntándonos qué piensan o dicen los demás acerca de nosotros, e intentemos actuar para impresionarlos, seguiremos siendo víctimas y prisioneros del mundo oscuro en el que vivimos. Porque en este mundo oscuro permitimos que sea el entorno el que nos diga el valor que tenemos.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 74.
El amor que buscamos ya nos fue dado.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 74.
El propio rechazo es el gran obstáculo que no permite que el espíritu actúe realmente en nosotros.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 79.
Ni bien sé que soy una persona amada, ni bien lo descubro, el espíritu puede actuar en mí y en los demás. Entonces puedo llevar a cabo verdaderos milagros. En cambio, ni bien digo. “No, Dios no me ama. No soy tan bueno como los demás”, de algún modo no aplico la verdad que jesús ha venido a notificarnos.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 80.
Una persona que vive en Gracia, que está bendecida, esté donde esté derrama bendiciones. Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 81.
Una vida espiritual requiere de una disciplina, ya que debemos hacer un esfuerzo para escuchar a Dios. Dios nos habla constantemente, pero pocas veces lo escuchamos.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 85.
Muchas veces comprobamos que nuestras palabras actúan más como muros que como puertas. Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 92.
No existe vida espiritual alguna sin disciplina. Disciplina significa crear un entorno específico y concreto, en el cual puede desarrollarse una vida en continua oración.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 95.
Quebrar el poder de nuestras preocupaciones con la oración.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 97.
En una sociedad que se siente totalmente ocupada con cosas urgentes e impostergables, la oración aparece como una conducta poco natural. Sin saber bien porqué, hemos aceptado la idea de que “hacer las cosas” es más importante que rezar. Entonces consideramos la oración como algo postergable cuando, en realidad, no existe nada más urgente….La oración no es nuestra respuesta más natural al mundo.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 98.
“Haz lo que puedas, Dios hará el resto”. Si separamos la vida en lo que “podemos hacer” y “el resto” que hará Dios, habremos convertido la oraci´çon en el último refugio, sólo necesario una vez agotados todos los demás recursos. Entonces, inclusive el señor se convertirá en una víctima de nuestra impaciencia. Ser discípulo no significa recurrir a Dios cuando nosotros mismos no podemos seguir adelante. Consiste en mucho más que esto: en el reconocimiento de que nada podemos hacer nosotros, pero sí lo puede hacer Dios a través de nosotros. Como discípulos no encontramos sólo algo de fuerza, sino toda la fuerza y la esperanza, todo el valor y toda la confianza en Dios. La oración debe ser entonces nuestra primera preocupación.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 99.
Desprendimiento interior de lo habitual.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 102.
¿Pero queremos realmente que nuestra mente se convierta en un canasto de basura para el mundo? Naturalmente no lo deseamos, pero requiere verdadera disciplina hacer que Dios, y no el mundo, sea el amo de nuestro pensamiento.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 104.
Nuestras ideas y sentimientos tendrían profunda influencia si siempre tuviéramos un libro a mano que nos inspirara y nos indicara la dirección en la que debemos ir…Si diariamente pudiéramos reservar al menos un cuarto de hora para leer un libro espiritual, para que nos inspire, pronto notaríamos que nuestra mente ya no es un canasto de basura, sino cada vez más una vasija que se colma de buenas ideas.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 105.
Lee espiritualmente quién lo hace con el deseo de acercarse más a Dios.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 105.
La finalidad de la lectura espiritual no consiste en adquirir conocimientos o información, sino en permitir que Dios disponga sobre nosotros…..La lectura espiritual permite que Dios nos lea a nosotros mismos.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 105.
Siempre existen partes de nuestro ser que están extraviadas en la dispersión o quedan atascadas en el rencor.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 111.
La oración es una transformación radical de todos nuestros procesos espirituales, porque al rezar vamos más allá – de nuestra pena, de nuestras preocupaciones y de nuestra satisfacción propia – y todo lo desviamos hacia Dios en la clara confianza de que su amor lo renovará.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 117.
Cuando comienzo el día, lo hago convencido de que Dios es quién hará que mi labor arroje frutos.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 118.
¡Señor, Hazme instrumento de tu paz!
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 119.
La vida está colmada de ganancias y pérdidas, alegrías y penas, alturas y profundidades, pero no tenemos porqué vivirlas solos. Beberemos juntos de nuestro caliz y así descubriremos que las heridas de nuestra vida personal, que vividas en soledad parecen insoportables, se convierten en fuentes sanadoras si las vivimos como parte de una familia que se brinda cuidado recíproco. Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 134.
Una comunidad es como un gran mosaico……Si faltara una pieza, aunque fuera la menos llamativa, el mosaico estaría incompleto….cada pieza es indispensable y realiza un aporte único a la gloria de Dios.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 135.
Rezar por los demás significa hacer que ellos sean parte de nosotros mismos. Rezar por los demás significa permitir que sus dolores y sufrimientos, sus necesidades y su soledad, su vergüenza y sus temores, resuenen en nuestro interior. Rezar es una identificación con aquellos por quienes rezamos: Nos convertimos en el niño enfermo, en la madre temerosa, en el padre infeliz, en el adolescente inquieto, en el estudiante enojado. Rezar significa solidarizarse con nuestros semejantes tan profundamente, de manera que puedan ser alcanzados por la fuerza sanadora del Espíritu de Dios.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 157.
Necesitamos perdonar y necesitamos el perdón: cada día, cada hora, sin cesar. Perdón significa estar continuamente dispuesto a disculpar a la otra persona en el hecho de que no sea Dios, de que no pueda satisfacer todas mis necesidades.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 161.
Todos somos personas heridas.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 163.
Aquellos que nos aman también nos hieren. Allí radica la tragedia de nuestra vida, que hace tan dificil el perdón desde el corazón. Porque nuestro corazón fue lastimado y grita: “Precisamente tú, a quién esperaba que estuvieses a mi lado, me has abandonado”. ¿Cómo te lo puedo perdonar?
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 157.
Dado que anhelamos tanto y obtenemos sólo una porción de lo que anhelamos, una y otra vez debemos perdonar a las personas por no poder brindarnos todo lo que deseamos.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p.164.
Lo primero que estamos llamados a hacer por quienes consideramos nuestros enemigos, es pedir por ellos….Requiere decisión permitir que aquellos que nos odian o quienes son hostiles a nosotros ingresen a lo más íntimo de nuestro corazón. Las personas que nos hacen la vida difícil, quienes nos han decepcionado, nos han lastimado e inclusive dañado, apenas hallarán lugar en nuestro corazón. Pero cada vez que superemos este rechazo y estemos dispuestos a escuchar el grito de ayuda de quienes nos persiguen, reconoceremos también en ellos a nuestros hermanos. Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 167.
Invocar perdón para nuestros enemigos es, por lo tanto, un verdadero acontecimiento de reconciliación. Es imposible elevar a nuestros enemigos a la presencia de Dios y continuar odiándolos….la oración transforma al adversario en un amigo, y representa así un nuevo paso hacia una nueva relación. No existe oración más poderosa que la invocación por ellos. Pero es también la oración más dificil, ya que nos resistimos intensamente a ella. Esto explica porqué ciertos santos consideran a la oración a favor de nuestros enemigos como la característica principal de la santidad.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 167
“No pierdan de vista el premio”, dijo Martin Luther King a su gente.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 201.
La vida eterna es lo que vivo ahora con y en Dios.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 202.
Fertil, no exitoso.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 210.
la pregunta que debemos hacernos es ¿Cómo hacer para que mi vida dé frutos?
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 210.
La fe significa para nosotros animarnos a una vida en la que abandonemos la pasividad, y partamos con confianza hacia nuevas direcciones.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 211.
¡Anda y no temas! No pienses que es necesaria garantía alguna para todo. ¡Deja que suceda! ¡Deja crecer algo nuevo! Este es el camino de la fe: caminar con el señor, siempre lejos de los sitios conocidos.
Henry J.M. Nouwen; El lenguaje del Corazón (2004), 2ª edición, Bonum, Buenos Aires, 2005, p. 211.