viernes, 23 de noviembre de 2018

Cartas a un joven poeta


Rainer Maria Rilke; Cartas a un joven poeta.

La mayor parte de los acontecimientos son indecibles, se desarrollan en un ámbito donde nunca ha penetrado ninguna palabra. Y lo máximamente indecible son las obras de arte, existencias llenas de misterio cuya vida, en contraste con la nuestra, tan efímera, perdura. Carta número 1

Nadie puede aconsejarle ni ayudarle, nadie. Sólo hay un medio. Entre en sí mismo. Investigue el fundamento de lo que usted llama escribir; compruebe si está enraizado en lo más profundo de su corazón; confiésese a sí mismo si se moriría irremisiblemente en el caso de que se le impidiera escribir. Carta número 1

Excave en sí mismo en busca de una respuesta que venga de lo profundo. Carta número 1

Preste atención a lo que su propia vida cotidiana le ofrece; describa sus tristezas y anhelos, los pensamientos fugaces y la fe en algo bello; descríbalo todo con sinceridad íntima, callada y humilde y, para expresarse, sírvase de las cosas que le rodean, de las imágenes de sus sueños y de los objetos de sus recuerdos. Carta número 1

Si su vida diaria le parece pobre, no se queje de ella; quéjese de usted mismo, dígase que aún no es lo bastante poeta como para convocar su riqueza, pues para el creador no existe pobreza ni lugar pobre o indiferente. Carta número 1

Y si de ese retorno hacia dentro, de esa inmersión en su propio mundo, surgen versos, no se le ocurrirá preguntar a nadie si son buenos o no. Tampoco intentará interesar a las revistas, pues verá en ese trabajo su propiedad amada y natural, un fragmento y una voz de su vida. Una obra de arte es buena cuando surge de la necesidad. Carta número 1

En las cosas más profundas e importantes, estamos indeciblemente solos y, para que uno pueda aconsejar o ayudar a otro, tienen que ocurrir muchas cosas, muchas cosas han de producirse, toda una constelación de acontecimientos ha de suceder para que por una sola vez el consejo llegue a buen puerto. Carta número 2

Resonancia vibrante del recuerdo; ninguna experiencia ha sido demasiado pequeña, y el más diminuto acontecimiento se revela como un destino, y el destino mismo es como un maravilloso y amplio tapiz en el que cada hilo es llevado por una mano cariñosa e infinita, puesto junto a otros y soportado por otros cien. Carta número 3

Las obras de arte son soledades infinitas. Carta número 3

Todo progreso, debe venir, profundo, de dentro, y por nada puede ser presionado ni precipitado.

Todo es gestar y después parir. Carta número 3

No se deje engañar por la superficie. En lo profundo todo es ley. Carta número 4

La belleza de la madre es maternidad entregada. Carta número 4

Evite incrementar el drama siempre tenso entre padres e hijos. Les roba mucha fuerza a los hijos y agota el amor de los padres, que es eficaz y cálido, aunque no comprenda. No les exija ningún consejo y no cuente con ninguna comprensión de su parte, pero crea en su amor que le ha sido reservado como una herencia: en ese amor hay una fuerza y una bendición, de las que no tendrá necesidad de salirse para ir muy lejos. Carta número 4

Disfrutaré del gran silencio, del que espero el regalo de buenas y laboriosas horas… Carta número 5

Quizá llegaríamos a soportar nuestras tristezas con mayor confianza que nuestras alegrías. Pues son momentos en los que algo nuevo se ha introducido en nosotros, algo desconocido. Nuestros sentidos enmudecen con tímido encogimiento, todo en nosotros se retrae, nace un silencio y lo nuevo, lo que nadie conoce, se yergue en el centro y calla. Yo creo que casi todas nuestras tristezas son momentos de tensión que nosotros percibimos como parálisis, porque ya no sentimos la vida de nuestros sentidos alienados. Porque estamos solos con el extraño que se nos ha introducido; porque, por un momento, se nos arrebata todo lo habitual y lo que nos inspiraba confianza; porque nos encontramos en una encrucijada donde no podemos permanecer. Carta número 8

La soledad no es algo que se pueda dejar o tomar. Somos soledad. Carta número 8

Hemos de aceptar nuestra existencia tan ampliamente como nos sea posible. Todo, incluso lo inaudito, ha de ser posible. Esto es lo fundamental, el único valor que se nos exige: ser valientes ante lo más extraño, maravilloso e inexplicable que nos pueda acontecer. Carta número 8

No hay nada que deba asustarnos o torturarnos. Estamos puestos en la vida como en el elemento más afín y hemos llegado a hacernos tan similares a ella a través de siglos de adaptación que, si nos mantenemos en calma y en silencio, gracias a un feliz mimetismo, casi no se nos puede diferenciar de ella. No tenemos ningún fundamento para desconfiar de nuestro mundo, ya que no está contra nosotros. Si tiene miedos, son sólo nuestros miedos; si tiene abismos, esos abismos nos pertenecen; si hay peligros, debemos intentar amarlos. Y si disponemos nuestra vida según el principio que nos aconseja mantenernos siempre en lo difícil, lo que nos parecía extraño, se nos transformará en algo infinitamente fiel y digno de toda confianza. Carta número 8

Quizá todos los dragones de nuestra vida sean princesas que sólo esperan vernos una vez hermosos y valientes. Quizá todo lo horrible, en el fondo, sea sólo una forma de desamparo que solicita nuestra ayuda. Carta número 8

Deje que la vida vaya sucediendo y traiga lo que tenga que traer. Créame, la vida siempre, siempre tiene razón. Carta número 9

sábado, 17 de noviembre de 2018

El camino de la confianza y del amor


Dejarnos visitar en nuestra pequeñez, en nuestras pobrezas y debilidades, para recibir una fuerza nueva, la de la confianza y la fe. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.11.

Es fácil confiar cuando todo va bien, pero cuando las cosas van mal¡es muy distinto! Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.12.

Todos tenemos la necesidad de sanación, para llegar a ser más adultos en la fe, para sobrellevar con valentía la lucha hoy. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.24.

¿Cuál es ese pequeño acto de valentía y de confianza al que tú me llamas hoy? Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.24.

Entregarse confiadamente todos los días a la Sántísima Virgen diciendo un "Acordaos". Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.25.

Sólo Dios puede cambiarnos verdaderamente... ¡Tampoco podemos cambiar a los otros!....Es mejor aceptarlos como son. Y entonces se produce un pequeño milagro: Cuando se los acoge tal como son, comienzan a camniar poco a poco. es un pequeño secreto para las familias, las parejas, las comunidades. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.26.

El desánimo, es el principal peligro en la vida espiritual. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.35.

Cada día hacer lo que se nos pide sin inquietudes y sin miedo, seguros de que Dios es fiel y nos dará a cada instante lo que necesitamos. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.48.

Los dos signos más comunes y principales del orgullo son despreciar a los demás o desanimarse. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.51.

La verdadera humildad es aceptarse en paz, tal como uno es....Aceptar apaciblemente la pequeñez, los límites psíquicos, las fragilidades psicológicas, la falta de coraje y de virtud. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.51.

Me acepto tal como soy y eso atrae fuertemente la gracia e Dios. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.54.

Reconciliarse con la propia debilidad. Jacques Philippe; el camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.55.

Hago pagar a los otros, lo difícil que resulta aceptar mi pobreza. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.56.

La gran mayoría de los conflictos que se tienen con los demás son una simple proyección de los que se tienen con uno mismo. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.56.

Estamos muy heridos en el plano de la confianza. El hombre no se fía de Dios, le tiene miedo a Dios, huye de él en lugar de tenerle plena confianza. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.71.

Tanto alcanza de El cuanto ella (el alma) de El espera . San Juan de la Cruz en Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.71.

Con frecuencia nos inquietamos en lugar de contar confiadamente con el señor. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.75.

Confío en ti señor, te entrego esta situación, sé que tú te ocuparás. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.77.

Uno se da cuenta que en tal o cual situación, que parecía totalmente imposible de solucionar, las cosas se fueron poniendo en su lugar. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.78.

Cuanto mas crisis, más en paz debemos estar. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.84

No hay nada más ecológico que la oración.Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.85.

El trabajo de reconciliación con uno mismo es fruto de la oración.
Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.87.

Dios deposita secretamente en nuestro corazón tesoros, para los momentos en que los necesitamos. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.92.


Vivir de una manera positiva y confiada. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.93.

No dejemos que se instalen en nosotros reacciones negativas, como el temor, la inquietud, los mecanismos de defensa, la amargura, el resentimiento, los intereses egoistas, ni las actitudes dobles, de calculo politico. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.94.

Dios cuida nuestro corazón cuando se lo entregamos continuamente. Lo purifica, lo renueva, lo pacifica. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.94. 

Me encuentro con mis fallos... y entonces caigo en una especie de tristeza, de desánimo, y mi gran confianza en dios desaparece. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.97. 

No rumiar el pasado, sino ponerlo en manos de Dios. Jacques Philippe; el camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.94. 

La inquietud nunca resuelve los problemas. Lo que los resuelve es la confianza, la fe.  Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.105. 

Si vivimos el momento presente, de una manera misteriosa, encontramos la fueza. Tengo la gracia para vivir lo que debo vivir hoy. si mañana debo afrontar situaciones mas dificiles, Dios aumentará su gracia.  Jacques Philippe; eEcamino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.106. 

Un padre dominicano decía: "lo que mas me cansa, no es el trabajo que hago, sino el que no llego a hacer". Con frecuencia lo que nos agota es nuestra inquietud. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.107.

Vivir el momento presente supone aceptar cierta pobreza: la de renunciar a rehacer el pasado o a controlar el futuro, contentarse con el hoy. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.107.

Si reconoces que has recibido, si sabes agradecer lo que hay de bello y de bueno en tu vida, recibiraá más aún. Al revés, si siempre estas descontento e insatisfecho, recibirás cada vez menos. No es que falla Dios, ni que falla la vida, sino tu que te cierras en tu descontento y en tus amarguras.  Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.115.

Se trata de una elección de vida. La alternativa entre el descontento y la gratitud. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.115. 

Cuanto más descontento, menos recibo. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.115. 

Cuando la vida se acepta como es, con confianza, se convierte en una vida buena y bella, aún en sus aspectos difíciles. Al revés, cuando todos son lamentos, reivindicaciones, la vida se vuelve insoportable. No es culpa de Dios, no es culpa de la vida, es nuestra actitud interior la que es destructiva. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.116. 

Teresita de Lisieux, comprendió explícitamente el sufrimiento como un llamado a llegar al máximo de la confianza. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.115. 

Lo que nos va a salvar no es el hecho de saberlo todo, de comprender todo. sino la fe y la confianza. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.131. 

Dejar que las emociones se expresen y calmen. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.137. 

No siempre tenemos buenos argumentos para convencer al otro, ni luz para ayudarlos, y tenemos que aceptar también esa pobreza, y que sea la persona que haga su camino. Jacques Philippe; El camino de la confianza y del amor (2011), San Pablo, Buenos Aires, 2014, p.140. 


miércoles, 14 de noviembre de 2018

El Caballero de la armadura oxidada


Quizá siempre os habéis tomado la verdad como un insulto. En los bosques de Merlín

—¡Estáis tan asustado! —dijo Merlín—. Por supuesto, por eso os pusisteis la armadura desde el principio. En los bosques de Merlín

Cuando el alumno está preparado, el maestro aparece. El dilema del caballero

Pasado, presente y futuro son uno cuando estás conectado a la Fuente —replicó Merlín. En los bosques de Merlín

Si realmente erais bueno, generoso y amoroso, ¿por qué teníais que demostrarlo? En los bosques de Merlín

Cómo podéis cuidar de ellos si ni siquiera podéis cuidar de vos mismo? En los bosques de Merlín

¡Una parte de su visera se había roto y se había caído! «¿Cómo habrá sucedido?», se preguntó. Ardilla contestó a la pregunta que él no había formulado en voz alta. —Se ha oxidado y se ha caído. —Pero, ¿cómo? —preguntó el caballero. —Por las lágrimas que derramasteis después de ver la carta en blanco de vuestro hijo —dijo Rebeca. El Sendero de la Verdad

Tenéis razón, Merlín. Tengo que liberarme de esta armadura por mí mismo. El Sendero de la Verdad

No podéis continuar viviendo y pensando como lo habéis hecho hasta ahora —dijo Merlín—. Fue así como os quedasteis atrapado en ese montón de acero al principio. El Sendero de la Verdad

Vuestra decisión de transitar un sendero desconocido teniendo que cargar con una pesada armadura, requiere mucho coraje. El Sendero de la Verdad

Tenéis que aprender a salvaros vos primero. El Sendero de la Verdad

El primer castillo se llama Silencio, el segundo Conocimiento y el tercero Voluntad y Osadía. Una vez hayáis entrado en ellos, encontraréis la salida sólo cuando hayáis aprendido lo que habéis ido a aprender. El Sendero de la Verdad

El caballero meditó sobre esto. La pena que había sentido era tan profunda que su armadura no había podido protegerle. Al contrario, sus lágrimas habían comenzado a deshacer el acero que le rodeaba. El Sendero de la Verdad

¡Las lágrimas de auténticos sentimientos me liberarán de la armadura! El Sendero de la Verdad

Cuando aprendáis a aceptar en lugar de esperar, tendréis menos decepciones. El Sendero de la Verdad

Los animales aceptan, los humanos esperan. El Sendero de la Verdad

Nunca oiréis a un conejo decir: «Espero que el sol salga esta mañana para poder ir al lago a jugar». Si el sol no sale, no le estropeará el día al conejo. Es feliz siendo un conejo. El Sendero de la Verdad

La mayoría de la gente está atrapada en su armadura —declaró el rey. —¿Qué queréis decir? —preguntó el caballero. —Ponemos barreras para protegernos de quienes creemos que somos. Luego, un día quedamos atrapados tras las barreras y ya no podemos salir. El Castillo del Silencio

Uno nunca acaba de viajar por el Sendero de la Verdad. El Castillo del Silencio

Julieta debía de haberse sentido muy sola hablando con un hombre envuelto en acero; tan sola como él se había sentido en esta lúgubre habitación. Su propio dolor y su soledad afloraron. Comenzó a sentir el dolor y la soledad de Julieta también. Durante años la había obligado a vivir en un castillo de silencio. Se puso a llorar. El Castillo del Silencio

¡Había necesitado el amor de Julieta y Cristóbal porque no se amaba a sí mismo! De hecho, había necesitado el amor de todas las damiselas que había rescatado y de toda la gente por la que había luchado en las cruzadas porque no se amaba a sí mismo. El Castillo del Conocimiento

Pusiste una armadura invisible entre tú y tus verdaderos sentimientos. Ha estado ahí durante tanto tiempo que se ha hecho visible y permanente. El Castillo del Conocimiento

Las lágrimas de autocompasión no te pueden ayudar. No son del tipo que a tu armadura puedan eliminar. El Castillo del Conocimiento

La ambición de vuestra complicada mente os llevó a intentar demostrar que erais mejor que otros caballeros. El Castillo del Conocimiento

La ambición que proviene de la mente te puede servir para conseguir bonitos castillos y buenos caballos. Sin embargo, sólo la ambición que proviene del corazón puede darte, además, la felicidad. El Castillo del Conocimiento

Podemos aprender del manzano. Se ha convertido en un árbol hermoso y maduro que da generosamente sus frutos a todos. Cuantas más manzanas coge más gente —dijo Merlín—, más crece el árbol y más hermoso deviene. Este árbol hace exactamente lo que un manzano debe hacer: desarrollar su potencial para beneficio de todos. Lo mismo sucede con las personas que tienen ambiciones del corazón. El Castillo del Conocimiento

Merlín dijo una vez que el conocimiento de uno mismo podía matar al Dragón del Miedo y la Duda. El Castillo de la Voluntad y la Osadía

No necesitaba probar nada. Era bueno, generoso y amoroso. Por lo tanto, no debía sentir ni miedo ni dudas. El dragón no era más que una ilusión. El Castillo de la Voluntad y la Osadía

El miedo y la duda son ilusiones. El Castillo de la Voluntad y la Osadía

Aunque este Universo poseo, nada poseo, pues no puedo conocer lo desconocido si me aferro a lo conocido. La cima de la verdad

Ardilla y Rebeca se sintieron tentadas de ayudarle, pero se contuvieron, pues sabían que a veces la ayuda puede debilitar a un ser humano. La cima de la verdad

Antes, el temor a lo desconocido había entumecido sus sentidos, pero ahora podía experimentar todo con una claridad sorprendente. La calidez del sol del atardecer, la melodía de la suave brisa de la montaña y la belleza de las formas y los colores de la naturaleza que pintaban el paisaje causaron un placer indescriptible al caballero. Su corazón rebosaba de amor: por sí mismo, por Julieta y Cristóbal, por Merlín, por Ardilla y por Rebeca, por la vida y por todo el maravilloso mundo. La cima de la verdad.


jueves, 1 de noviembre de 2018

Milena Michiko Flasar; llamé corbata


Milena Michiko Flasar; Le llamé corbata.

Soy un ser humano comprimido.

Yo mismo era una raya sin sangre.

No quería encontrarme con nadie. Encontrarse con alguien significa implicarse. Quedar anudado a un hilo invisible.

Encontrarse con alguien hace que te conviertas en parte de su tejido; precisamente esto era lo que trataba de evitar.

Volver a mirar desde unos ojos perplejos. Me refiero a que fueron mis ojos los que enfermaron en primer lugar. Después les siguió mi corazón.

Vivimos unos con otros bajo el mismo techo y, si no sentimos la urgencia de salir fuera, es sencillamente porque consideramos que es normal vivir así, bajo un mismo techo.

Fue aquel viento el que nos presentó.

Alguien que suspira de ese modo, pensé, no está únicamente cansado. Lo sentía, más que pensarlo. Sentía que se trataba de alguien que estaba cansado de la vida.

Lo hacía siendo tan completamente consciente de lo que hacía que el acto cotidiano se convertía en algo relevante.

Llorar es un asunto privado.

Su mirada y el reconocimiento con el que me había alumbrado tan solo iluminaron un poco el espacio a mi alrededor.

Con mis ojos interiores vi.

Su secreto nos había hecho aliados.

Lo mejor del trabajo es volver a casa. Milena Michiko Flasar; Le llamé corbata.

Mientras haya esperanza, no quiero saber cómo sería si le dijera la verdad. ¿Y para qué, en todo caso? Se merece algo mejor, algo mucho mejor que la verdad.

Me llamo Taguchi Hiro. Tengo veinte años. Veinte años es la edad que escogí para mí.

Cada hombre es una acumulación de historias. 

Se pueden escribir poemas funerarios, cientos de poemas, acerca de una misma muerte; sin embargo, cada uno de ellos dirá una cosa diferente dependiendo de lo que decida omitirse.

Desde que fui despedido el tiempo se ha vuelto aproximado.

Nunca he engañado a Kyōko con otra mujer. Puedo afirmarlo con sinceridad. Ninguna tentación era tan poderosa como la promesa que le había dado.

Todo comienza con la primera mentira. Se instala en el sistema. Echa raíces en él. En este primer estadio de su crecimiento se siente la tentación de arrancarla. A esta le sigue una segunda mentira. Las raíces se hacen más profundas. La tercera, la cuarta, la quinta mentira. A partir de este momento, sería necesaria una pala. La sexta. La séptima. Se necesitaría una excavadora. Las raíces ya se han extendido demasiado. Una red subterránea. No puede verse. Solo si se arrancara, se haría perceptible como el agujero que queda. La octava, la novena, la décima mentira. En algún momento el sistema queda invadido por completo. Si se intentaran extraer las raíces de la tierra, la superficie se vendría abajo.

A eso me refería. La mentira tiene un precio. Una vez que mientes te encuentras en otro espacio. Vives bajo un mismo techo, permaneces en las mismas habitaciones, duermes en la misma cama, das vueltas bajo la misma colcha. Pero la mentira se mete en medio y lo corroe todo. Es una fosa. No se puede sortear. Hace que la casa se parta en dos. ¿Y quién sabe si no ocurre lo mismo con la verdad?

El tiempo tiene arrugas

Es difícil despertar a alguien que no duerme

Si me hubiese quedado sentado un momento más, y hubiese esperado su sonrisa, habría descubierto que su discapacidad era insignificante comparada con la mía. Que lo que se había endurecido en mi interior me impedía, en lo más íntimo y profundo, sentir la ternura de sus mejillas. De nosotros dos, era yo quien padecía la lesión cardiaca más grave.

En los ojos secos también hay lágrimas. 

Qué es peor, preguntó Kyōko después de un rato. ¿El hecho de que me ocultara su situación o el hecho de que yo le ayudara a ocultármela? 

En el último momento está en tu mano hacer algo para que todo cambie, y entonces no pasa nada. Te has convertido en parte del público. El otro está en el escenario. Es una obra para un solo actor, los focos apuntan hacia su rostro, una obra solitaria. Mientras que tú, en la última fila, en la oscuridad, incapaz de intervenir, contemplas cómo la acción continúa sin ti. Cae el telón. Desde el principio, no debí de colaborar en la obra. Aun cuando lo hiciera por amor a él, debí haber sabido que una obra de este tipo no podía terminar bien. 

El quería cumplir su promesa con la vida cotidiana, y yo quería cumplir la mía, la de permanecer a su lado por amor a nuestra vida cotidiana.

A él no le gustaba especialmente su trabajo. Lo único que le gustaba de él era la rutina, y la satisfacción que le proporcionaba seguirla.

Si se dice que solo se vive una vez, por qué se muere tantas veces. 

Aquello que se evita, con mucha frecuencia tiene consecuencias más dolorosas que aquello que se hace.

Se dice que un maestro es inmortal. Incluso después de abandonar el cuerpo, sus enseñanzas continúan con vida en el corazón de sus alumnos.

Este extenderse uno mismo hacia el otro, es lo que necesitamos con más urgencia.

De lo auténtico con ayuda de lo inauténtico.


martes, 23 de octubre de 2018

Tolstoi; La felicidad Conyugal


Lo que sonaba en mi alma era: ¿para qué? ¿Para qué hacer algo si de forma tan gratuita se desaprovechaban mis mejores años? ¿Para qué? Y a ese para qué no había más respuesta que las lágrimas. Capítulo I

Me parecía que mi vida estaba condenada a transcurrir en ese lugar solitario y apartado del mundo. Capítulo I

Usted no debe y no puede estar triste —dijo—. Tiene usted la música, que entiende, los libros, los estudios… Tiene toda una vida por delante, para la que ahora justamente debe prepararse si no quiere lamentarlo después. Dentro de un año ya será tarde. Capítulo I

Estudie más, no ceda a la melancolía. Capítulo I

Tanto con sus palabras como con sus ojos me colmó de caricias. Capítulo II

Los libros que antes leía sólo para matar el tedio de pronto fueron para mí uno de los mayores placeres en la vida; y todo únicamente porque él y yo hablábamos de libros, los leíamos juntos, y era él quien me los proporcionaba. Capítulo II

El decía que en la vida hay una felicidad indiscutible: vivir para el otro. Capítulo II

Él me descubrió todo un universo de alegrías en el presente, sin modificar nada en mi vida, sin añadir nada, salvo a sí mismo a cada una de mis impresiones. Capítulo II

Ese estado de ánimo especial de alegría inmotivada que tanto me gustaba en él y que llamábamos «loco entusiasmo». Capítulo III

El corazón me latió con tanta fuerza y una alegría tan inquietante, como prohibida. Capítulo III

Mi pecho estaba henchido de una felicidad tan grande que cuando volvía de la iglesia a casa tenía miedo de la vida, tenía miedo de cualquier impresión, de cualquier cosa que pudiese destruir esa felicidad. Capítulo IV

Ahora tiene en el alma una música que es mejor que cualquier otra música en el mundo. Capítulo IV

Sólo sentía que algo extraordinario me estaba ocurriendo. Capítulo V

Los sentimientos, las inquietudes y la felicidad de esos dos meses podrían ser suficientes para toda una vida. Capítulo VI

Nuestra vida no desmerecía frente a nuestros sueños. Capítulo VI

Leía, me dedicaba a la música, a su madre, a la escuela; pero todo era únicamente porque cada una de estas ocupaciones estaba relacionada con él y merecía su aprobación; pero en cuanto él no estaba ligado a alguna cosa, los brazos se me caían, y me resultaba muy extraño pensar que hubiese en el mundo algo aparte de él. Capítulo VI

Sólo él existía para mí en el mundo, y para mí era el más maravilloso y el más impecable de los hombres; por eso no podía vivir para nada más que no fuese él, que no fuese ser a sus ojos lo que él creía que yo era. Y él me creía la mejor y la primera de las mujeres del mundo, dotada de todas las virtudes posibles; y yo intentaba ser esa mujer a los ojos del mejor y el primer hombre de todo el universo. Capítulo VI


Quería movimiento y no el fluir sosegado de la vida. Quería inquietudes, peligros y sacrificio en aras del sentimiento. Había un exceso de energía en mí que no encontraba su lugar en nuestra vida apacible. Era presa de arrebatos de melancolía que yo, como si fuera algo malo, intentaba ocultarle, y también tenía arrebatos de una desbocada ternura y regocijo, que lo asustaban. Capítulo VI

Estaba tan ofuscada por ese súbito amor que por mí se había despertado de pronto en tanta gente extraña, por ese aire de elegancia, de placer y novedad que ahora respiraba por primera vez, había desaparecido tan repentinamente esa su influencia moral que tanto me oprimía, y me resultaba tan agradable en este nuevo mundo no sólo ponerme a su altura sino situarme por encima de él y de ese modo amarlo más y de forma más independiente que antes, que no lograba entender qué era aquello, tan dañino para mí, que él veía en la vida social.

Esas falsas relaciones pueden acabar con nuestras verdaderas relaciones, y yo aún tengo esperanza de que las verdaderas vuelvan. Capítulo VII

Una lucha de generosidades. ¿No es eso la felicidad conyugal? Capítulo VII

Me aterró que fuera a romperse para siempre esta relación que era toda mi felicidad, y quise volver. Capítulo VII


Sentí que todo un abismo se había abierto entre nosotros. Capítulo VII

De pronto su rostro me pareció viejo y desagradable. Capítulo VII

A partir de entonces nuestra vida cambió radicalmente, y también cambiaron nuestras relaciones. Ya no estábamos tan bien a solas como antes. Había cuestiones que evitábamos, y nos era más fácil hablar cuando había una tercera persona con nosotros que cuando estábamos frente a frente. En cuanto la conversación versaba sobre la vida en la aldea o sobre algún baile, era como si un tropel de chiquillos se nos pusiera a correr en plenos ojos y nos resultara incómodo mirarnos. Como si los dos sintiéramos dónde estaba el abismo que nos separaba y tuviésemos miedo de acercarnos a él. Capítulo VIII


Para cada uno de nosotros fueron surgiendo nuevos intereses, nuevas preocupaciones propias que ya no intentábamos hacer comunes. Dejó de inquietarnos que cada uno de nosotros tuviese un mundo propio, ajeno al mundo del otro. Capítulo VIII

Desaparecieron definitivamente sus accesos de alegría conmigo, sus niñerías; desapareció también su eterno perdón y su indiferencia por todo, eso que antes tanto me había molestado. Tampoco volvió a aparecer su mirada profunda que antes me desconcertaba y me alegraba; desaparecieron las plegarias juntos, los éxtasis compartidos, e incluso nos veíamos con poca frecuencia: él siempre estaba de viaje y ni se inquietaba ni se afligía por dejarme sola; yo llevaba una vida social muy intensa en la que él no me hacía falta. Capítulo VIII

Me hice a la idea de que no se trataba de falta de sinceridad, sino de la no necesidad de sinceridad. Capítulo IX

Ahora no sería capaz de entender eso que antes me parecía tan claro y tan justo: la felicidad de vivir para el otro. Capítulo IX

Cada época tiene su amor… Capítulo IX

De la misma manera que aquel año, cuando acababa de conocerte, pasaba noches enteras en vela pensando en ti, y yo mismo cultivé ese amor, y ese amor no hacía más que crecer en mi corazón, de esa misma manera en Petersburgo y en el extranjero pasé noches terribles en vela rompiendo, destruyendo ese amor que me atormentaba. Al amor no logré destruirlo, pero destruí lo que me atormentaba y me tranquilicé, y sigo amándote, pero con un amor distinto. Amor, pero no aquel; ha quedado su lugar, pero él ha estado muy enfermo, no tiene fuerza ni vitalidad, han quedado recuerdos y gratitud, pero…No vamos a intentar repetir lo vivido —continuó—, ni vamos a engañarnos. ¡Qué bien que no existan las inquietudes y las ansiedades de antaño! No tenemos nada que buscar ni por qué inquietarnos. Ya lo hemos encontrado y nos ha tocado una buena parte de felicidad. Ahora lo nuestro es borrarnos y despejar el camino, mira para quién —dijo, señalando a la nodriza que había llegado con Vania y se había detenido en la puerta de la terraza—. Así es, querida —concluyó, atrayendo mi cabeza hacia él y besándola. No me besaba un amante, sino un viejo amigo. Capítulo IX

Lloro por ese amor que se fue, que ya no existe ni volverá a existir. ¿Quién tiene la culpa? No lo sé. Ha quedado. Capítulo IX

Lo miré, y de pronto me sentí aliviada; como si me hubiesen amputado ese nervio emocional enfermo que tanto me había hecho sufrir. Capítulo IX
De pronto entendí clara y tranquilamente que el sentimiento de aquella época había pasado de manera irreversible, como el tiempo mismo, y que hacerlo volver no sólo era imposible, sino que provocaría opresión y malestar. Y, por otro lado, ¿de verdad había sido tan buena aquella época que a mí me parecía tan feliz? ¡Había pasado tanto tiempo, tanto! Capítulo IX
  
A partir de ese día el idilio con mi marido terminó. El sentimiento de antaño se convirtió en un recuerdo querido e irrevocable, y el nuevo sentimiento de amor por mis hijos y por el padre de mis hijos sentó el comienzo de otra vida, feliz de manera absolutamente distinta, una vida que aún no he terminado de vivir en este momento… Capítulo IX



martes, 16 de octubre de 2018

Nathaniel Hawthorne; El Artista de lo Bello


Su objetivo era siempre la elegancia y la armonía, y nunca la prosaica utilidad.

El espíritu de Owen era afín a lo microscópico, y tendía de manera natural a lo diminuto, de acuerdo con su estructura reducida y la asombrosa pequeñez y la fuerza delicada de sus dedos.

La idea de la belleza no tiene ninguna relación con el tamaño, y puede ser desarrollada a la perfección tanto en un área diminuta que precise de la investigación microscópica, como en el amplio espacio que delimita el arcoíris.

Los parientes del muchacho no vieron nada mejor que hacer con él —tal vez, no sin motivo— que ponerlo de aprendiz con un relojero, esperando que su extraño ingenio pudiera ser así regulado y puesto al servicio de objetivos más útiles.

Uno de sus proyectos más racionales fue conectar un dispositivo musical con la maquinaria de sus relojes, de manera que las ásperas disonancias de la vida pudieran volverse melodiosas, y que cada momento efímero de la existencia cayera en el abismo del pasado en gotas doradas de armonía.

Es así como las ideas que crecen en la imaginación y que a esta le parecen tan atractivas y de valor superior a lo que los hombres pueden estimar valioso, se exponen a ser sacudidas y aniquiladas por el contacto con lo práctico. Es requisito del artista ideal estar en posesión de una fuerza de carácter que parece difícilmente compatible con su delicadeza; debe mantener su fe en sí mismo mientras el mundo incrédulo lo ataca con su absoluto escepticismo; debe erigirse contra la humanidad y ser su único y propio discípulo.

¿llegarían alguna vez sus manos a plasmar la idea de lo bello como la mariposa que lo simbolizaba?

Pero, ¡ay!, el artista, sea en la poesía, o en cualquier otro ámbito, no puede contentarse con el disfrute interior de lo Bello, sino que se ve impulsado a perseguir el misterio fugaz más allá de los límites de ese dominio etéreo, y destruye su frágil presencia al encerrarlo en el ámbito de la materia. Owen Warland sentía la necesidad de dar realidad eterna a sus ideas de manera tan irresistible como cualquier de los poetas o pintores que habían adornado el mundo con una belleza tenue y ligera, copia imperfecta de sus sublimes visiones.

Cuando la parte etérea de un hombre de genio se oscurece, la parte terrenal ejerce una influencia especialmente incontrolable, pues las fuerzas del carácter se ven privadas del equilibrio con que la Providencia las ha armonizado, y que, en naturalezas más toscas, se regulan por algún otro método.

Probó todas las formas de dicha que se puedan encontrar en el exceso.

La gente de la ciudad tenía una buena explicación para todas estas excentricidades: Owen Warland se había vuelto loco. ¡Qué universalmente eficaz, y qué satisfactorio también, y reconfortante para las sensibilidades estrechas y mediocres, explicar por ese medio tan simple todo lo que sobrepasa los límites del entendimiento ordinario! Desde los días de san Pablo hasta nuestro pobre y pequeño Artista de lo Bello, siempre se ha aplicado el mismo talismán para elucidar todos los misterios en las palabras o en los hechos de quienes hablan o actúan con demasiada sabiduría.

En él iba el grito sofocado del corazón que el pobre artista reprimía en su interior.

Espiritualizar el mundo de la mecánica, y combinar con las nuevas formas de vida y movimiento así creadas, una belleza que alcanzaría el ideal que la naturaleza se había propuesto para sí en todas sus criaturas, pero que nunca se había esforzado en realizar. Sin embargo, parecía que él no conservaba una percepción muy clara del proceso para lograr ese objetivo, ni siquiera del diseño inicial.

Y allí estaba también Annie, ahora transformada en matrona, con gran parte de la naturaleza simple y robusta de su marido, pero todavía marcada, como Owen Warland seguía creyendo, por una gracia superior, susceptible de convertirla en mediadora entre la Fuerza y la Belleza.

Y bien, Owen —inquirió el viejo relojero a modo de saludo— ¿Qué pasa con lo Bello? ¿Por fin has conseguido crearlo?

Sí, lo he logrado —respondió el artista, con el rostro iluminado por una mirada triunfal y una sonrisa radiante, y sin embargo impregnado por un aire de profunda reflexión que casi le daba un todo de tristeza—. Sí, amigos, es la verdad. Lo he conseguido.

Es cuando avanzamos en la vida, cuando los objetos empiezan a perder la frescura de su color y nuestras almas su agudeza perceptiva, cuando más se necesita el espíritu de la belleza.

El artista abrió la caja de ébano e invitó a Annie a que pusiera su dedo en el borde. Así lo hizo ella, pero casi gritó cuando una mariposa salió aleteando y, posándose en la punta de su dedo, se quedó agitando la amplia magnificencia de sus alas purpúreas, moteadas de oro, como dispuesta a emprender su vuelo.

Qué hermosura! ¡Qué hermosura! —exclamó Annie—. Pero ¿está viva? Dime, ¿está viva? —¿Viva? Claro que está viva —respondió su marido—. ¿Crees que un simple mortal podría ser tan hábil como para crear una mariposa, o que se tomaría el trabajo de hacerlo, cuando cualquier niño puede atrapar decenas de ellas en una tarde de verano? ¿Viva? ¡Por supuesto que está viva! Pero sin duda esta bonita caja es creación de nuestro amigo Owen; ¡y en verdad que ese trabajo lo honra!

En aquel instante, la mariposa agitó de nuevo sus alas, con un movimiento tan perfectamente propio de la vida que Annie se asustó, e incluso se sobrecogió; pues, a pesar de la opinión de su marido, no podía determinar si se trataba, en efecto, de una criatura viva o de un maravilloso objeto mecánico.

Sí, Annie; se puede decir que posee la vida, pues ha absorbido mi propio ser; y en el secreto de esa mariposa, y en su belleza, que no es meramente externa, sino profunda como lo es todo su sistema, está representado el intelecto, la imaginación, la sensibilidad, ¡el alma de un Artista de lo Bello! Sí, yo la creé. Pero esta mariposa —y al decir esto su semblante se alteró ligeramente— no es ya para mí lo que fue cuando la contemplé desde lejos en las ensoñaciones de mi juventud.

El valor comparado de lo Bello y lo Práctico.

Convirtiendo en oro espiritual lo que era materia terrenal, había alcanzado lo Bello con el trabajo de sus manos.

Pero, para creciente asombro de Annie, cuando la punta del dedo de su padre tocó el dedo de su marido, en el que la mariposa todavía descansaba, el insecto bajó las alas y pareció estar a punto de derrumbarse al suelo. Incluso los puntos dorados de las alas, a no ser que sus ojos la engañaran, se atenuaron, la púrpura brillante de su cuerpo adquirió un tono más oscuro, y el halo estrellado que resplandecía alrededor de la mano del herrero se fue desvaneciendo hasta desaparecer por completo. —¡Se está muriendo! ¡Se muere! —gritó Annie, alarmada. —Ha sido trabajada con delicadeza —dijo el artista con tranquilidad—. Como te dije, ha absorbido una esencia espiritual, llámala magnetismo o como tú quieras. En una atmósfera de escepticismo y sarcasmo, su exquisita susceptibilidad sufre, como la sufre el alma de aquel que instiló su propia vida en ella. Ya ha perdido su belleza; ¡en unos instantes, su mecanismo quedará dañado de manera irreparable!

No, no! —murmuró Owen Warland, como si su obra pudiera entenderlo—. Ya has salido del corazón de tu amo. No hay regreso posible para ti.

Su fuerza pesada y brutal oscurece y confunde el elemento espiritual que habita en mi interior; pero también yo seré fuerte a mi manera. ¡No cederé ante él!

En cuanto a Owen Warland, contemplaba plácidamente lo que parecían ser las ruinas del trabajo de su vida, aunque, sin embargo, distaran de ser tal cosa. Owen había hecho suya otra mariposa muy distinta. Cuando el artista se elevó lo suficiente para alcanzar lo Bello, el símbolo por el cual lo había hecho perceptible a los sentidos mortales se convirtió, de hecho, en un objeto de escaso valor a sus ojos, una vez que su espíritu se poseía a sí mismo en su realidad más plena.



viernes, 28 de septiembre de 2018

El Adversario


De regreso en mi coche hacia París para empezar mi trabajo, yo no veía ya misterio alguno en la larga impostura de Jean-Claude, sino tan sólo una pobre mezcla de ceguera, aflicción y cobardía.

A pesar de todo, hace que rueden por sus mejillas lágrimas de alegría, ¿no sigue siendo el adversario quien le engaña? Pensé que escribir esta historia sólo podía ser un crimen o una plegaria.

Un amigo, un verdadero amigo, es también un testigo, alguien cuya mirada permite evaluar mejor la propia vida, y desde hacía veinte años, sin desmayo ni grandes palabras, ambos habían cumplido esa función recíproca.

El guión de los hechos desvariaba, revelaba lo que era: una pesadilla.

Cuando acaban de decirte que tu mejor amigo, el padrino de tu hija, el hombre más recto que conoces ha matado a su mujer, a sus hijos, a sus padres y que además te mentía en todo desde hacía años, ¿no es normal que sigas confiando en él, a pesar incluso de pruebas aplastantes? ¿Qué sería una amistad que se dejase convencer de su error tan fácilmente? Jean-Claude no podía ser un asesino. Por fuerza faltaba una pieza en el rompecabezas. En cuanto la encontrasen todo recobraría su sentido.

Tuvieron que admitir que su esperanza era vana y que deberían vivir con aquello: no solamente la pérdida de los fallecidos, sino el duelo de la confianza, la vida entera gangrenada por la mentira.

Quién era, si no era quien fingía ser?

La conmoción era tal, les precipitaba en semejante torbellino de preguntas y de dudas, que cortocircuitaba el duelo.

Preguntaban: ¿cómo hemos podido vivir tanto tiempo al lado de este hombre sin sospechar nada?

Nadie podía recogerse interiormente, encontrar en el fondo de sí mismo un rincón de calma, de aflicción aceptable donde refugiar su alma.

Los rostros colorados y rugosos de aquellos campesinos del Jura

Ostentaban la huella del insomnio

Le admiraban por haber prosperado tanto y por seguir siendo, pese a ello, tan sencillo, tan cariñoso con sus ancianos padres. Les telefoneaba todos los días. Se decía que había rechazado, por no alejarse de ellos, un puesto de prestigio en América.

«¿Quién hubiese creído que el muchacho ejemplar llegaría a ser un monstruo?»

Para los creyentes, el instante de la muerte es aquel en que ven a Dios, no ya oscuramente, como en un espejo, sino cara a cara. Incluso los no creyentes creen algo parecido: que en el momento de pasar al otro lado los moribundos ven desfilar en un relámpago la película completa de su vida, por fin inteligible. Y esta visión que hubiese debido poseer para los ancianos Romand la plenitud de las cosas cumplidas, había sido el triunfo de la mentira y el mal. Deberían haber visto a Dios y en su lugar habían visto, adoptando los rasgos de su hijo bienamado, a aquel a quien la Biblia llama Satán, es decir, el adversario.

Que él, Jean-Claude, la muerte personificada, permaneciera en el mundo de los vivos era una amenaza aterradora, en suspenso, la garantía de que la paz no volvería nunca, de que el horror no conocería fin.

Me gustaría que comprendiese que no me dirijo a usted movido por una curiosidad malsana o por el gusto del sensacionalismo. Lo que usted ha hecho no es, a mi entender, la obra de un criminal ordinario, ni tampoco la de un loco, sino la de un hombre empujado hasta el fondo por fuerzas que le superan, y son esas fuerzas terribles las que yo desearía mostrar en acción.

Esta historia y sobre todo mi interés por ella más bien me repugnaban. Por otro lado, no iba a decirle que no, que ahora ya no deseaba conocerle.

No existen sin duda treinta y seis mil maneras de dirigirse a alguien que ha matado a su mujer, a sus hijos y a sus padres y les ha sobrevivido

Viéndolo no como a alguien que ha hecho algo horrible, sino como a alguien a quien le ha sucedido algo espantoso, el juguete infortunado de fuerzas demoníacas.

Me hacía a mí mismo tantas preguntas que no me atrevía a hacerle ninguna

Entendí que contaba más conmigo que con los psiquiatras para hacerle inteligible su propia historia, y más que con los abogados para hacerla comprensible al mundo.

Pregunta: «¿Es usted creyente? Quiero decir: ¿piensa que existe, por encima de nosotros, una instancia que comprende lo que usted no llega a comprender en esta tragedia, y que quizá pueda absolverlo?»

De lo contrario no podría afrontar una historia tan atroz como la suya. Para mirar de frente, sin complacencia morbosa, la oscuridad en que ha estado usted, en la que todavía se halla inmerso, hay que creer que existe una luz bajo la cual todo lo que ha sido, incluso la desdicha y el mal excesivos, se nos hará inteligible.»

Algunas trabas de la vida carcelaria le pesaban, pero en conjunto la prisión le convenía.

Al lado del sufrimiento, disfrutaba de una libertad psíquica totalmente nueva

El horror en estado bruto, que te induce a cerrar los ojos instintivamente, a sacudir la cabeza para que eso no haya existido.

«No se tiene todos los días la ocasión de ver la cara del diablo»:

Trabajan de firme, son temerosos de Dios y su palabra equivale a un contrato.

No supe hablar… y cuando estás cogido en ese engranaje de no querer defraudar, la primera mentira llama a la siguiente y es así toda la vida…

Tan arraigada estaba la costumbre de la mentira piadosa en aquella familia donde la regla era no mentir jamás.

Tiene en esas fotos un aire de embeleso atontolinado que debía de enternecer a su mujer y persuadirla de que al fin y al cabo había elegido bien al amar a un hombre que les amaba así, a ella y a sus hijos.

Pero el misterio consiste en que no hay explicación y en que, por inverosímil que parezca, las cosas fueron así.

Una mentira, normalmente, sirve para encubrir una verdad, algo vergonzoso, quizá, pero real.

Es notorio que los hombres más notables son también los más modestos, los que menos se preocupan de la opinión que se tiene de ellos.

Al mentirles a las dos, podía contarles la misma mentira.

Falso médico pero auténtico espía, auténtico traficante de armas, verdadero terrorista, sin duda la habría seducido. Falso médico únicamente, encallado en el miedo y la rutina, estafando a pequeños jubilados cancerosos, no tenía la menor posibilidad, cosa que no era culpa de Corinne.

Ninguna mujer accedería a besar a aquella bestia que nunca se transformaría en un príncipe encantado. Ninguna mujer podía amar lo que él era realmente. Se preguntaba si habría en la tierra una verdad más inconfesable, si otros hombres se sentían avergonzados hasta aquel punto de sí mismos. Quizá algunos pervertidos

El silencio es el peor enemigo de las parejas

Una crisis superada, por el contrario, puede resultar su mejor aliado. Si él no lo hacía o tardaba en hacerlo, sería él, Luc, quien hablaría con Florence, por el bien de ambos.

Habría sido dulce y cálida, aquella vida en familia. Ellos creían que lo era. Pero él sabía que estaba podrida por dentro, que ni un solo instante, ni un gesto, ni siquiera el sueño de los cuatro escapaban a la podredumbre. Había crecido en el interior de Jean-Claude, poco a poco lo había devorado todo desde dentro sin que desde fuera se viese nada, y ahora no quedaba nada más que hacer, no quedaba más que la ponzoña que iba a reventar la cáscara y mostrarse a plena luz. Iban a encontrarse desnudos, indefensos, en el frío y el horror, y en eso consistiría la única realidad. Era ya, aunque no lo supiesen, la única realidad. Entornaba la puerta y se acercaba de puntillas a los niños. Dormían.

Les sorprendió la precisión de sus palabras y su afán constante de ofrecer de sí mismo una imagen favorable.

Soy un asesino, tengo la imagen más vil que pueda existir en la sociedad, pero es más fácil de soportar que los veinte años anteriores de mentiras.» Después de algunos tanteos, el cambio de programa pareció tener éxito. Al personaje del investigador respetado suplanta el no menos gratificante de gran criminal en el camino de la redención mística.

Miente. Es su manera de ser, no puede evitarlo, y pienso que lo hace más para engañarse a sí mismo que para engañar a otros.

Al cabo de cinco horas de deliberación, Jean-Claude Romand fue condenado a cadena perpetua, acompañada de una pena de prisión firme de veinte años. Si todo va bien, saldrá de la cárcel en 2015, a la edad de sesenta y un años.

Como yo había predicho sin creerlo demasiado, nuestra correspondencia se volvió más fácil en cuanto abandoné el libro.

Esas dos horas de oración al mes, a una hora muy tardía en que la diferencia entre el mundo exterior y el interior se atenúa, son momentos benditos

«Al descubrir que la Gracia no está en el cumplimiento de mis deseos, por generosos y altruistas que fuesen, sino en la fuerza de aceptarlo todo con alegría, desde el fondo de mi celda mi De Profundis se convierte en Magníficat, y todo es Luz.»

De que Jean-Claude Romand no representa una farsa para los demás, de eso estoy seguro; pero el mentiroso que hay en él, ¿no la representa para sí mismo? Cuando Cristo entra en su corazón, cuando la certeza de ser amado,

Mercedes Salisachs; El secreto de las flores

1 Y lo que es peor, el desmoronamiento se produjo de repente, sin que hubiera intervenido antes un signo de alerta, ni los ecos de aquella n...