Philippe Delerm; El primer trago de cerveza
Tantos instantes, tantas pequeñas historias, tantos minúsculos placeres, al alcance de todos y que, sin embargo, nos parecen tan ajenos!
Símbolo de vida sencilla.
En ese presente gratuito, el pasado duerme.
Amenazado destino.
Sencillos domingos de familia, sencillos domingos de antaño, sencillos domingos de hoy, el tiempo se balancea, como una custodia, al extremo de un cordel castaño.
Es casi siempre a esa hora muerta de la mañana en que el tiempo no nos empuja ya hacia la nada.
Perfumes cocidos a fuego lento de la comida.
Ese poder flotante del olor.
Un instante precioso.
Pero hay días en los que se atrapa el día en el flotante momento de los posibles, en el momento frágil de una honesta vacilación, sin orientar de antemano el fiel de la balanza. Hay días en los que casi podríamos.
La engañosa sensación de un placer que se abre al infinito…
Decepcionado alquimista tan solo salva las apariencias y bebe cada vez más cerveza con cada vez menos alegría.
Silencio acolchado de soledad.
El primer gesto que lo cambia todo.
Esa suave molicie de la luz.
Incluso para nosotros mismos es bueno vivir el final de las cosas en todos sus tonos. Elegir la comodidad de las melancolías.
Unos segundos de belleza.
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