Federico Suárez; La Virgen Nuestra Señora; 25ª edición (1956) ediciones Rialp, Madrid 2002, p. 120.
Que el arbol que se tiene más cerca parezca el más grande del bosque no quiere decir en modo alguno que realmente lo sea, y una persona normal se da cuenta perfecta de ello. Pero si se obra en consecuencia con lo que parece y no de acuerdo con lo que es, entonces se llega a los mayores absurdos.
Federico Suárez; La Virgen Nuestra Señora; 25ª edición (1956) ediciones Rialp, Madrid 2002, p. 134.
El punto de contacto entre Dios y el hombre es la gracia.
Federico Suárez; La Virgen Nuestra Señora; 25ª edición (1956) ediciones Rialp, Madrid 2002, p. 141.
El deber, no es sino la manifestación de un amor más alto, aunque con frecuencia sea menos sensible.
Federico Suárez; La Virgen Nuestra Señora; 25ª edición (1956) ediciones Rialp, Madrid 2002, p. 160.
Es inexcusable no dar a los padres alegrías que se pueden dar.
Federico Suárez; La Virgen Nuestra Señora; 25ª edición (1956) ediciones Rialp, Madrid 2002, p. 175.
El ser padres no equivale a ser propietarios del hijo. Dios tiene, sobre los hijos, derechos muy superiores a los de los mismos padres, muy superiores también a los que tiene la comunidad. A fin de cuentas los padres no pueden ni siquiera elegir a los hijos, pero Dios si elige a los padres de cada uno.
Federico Suárez; La Virgen Nuestra Señora; 25ª edición (1956) ediciones Rialp, Madrid 2002, p. 184.
Es sorprendente contrastar los años de estudio que se dedican a obtener un tìtulo universitario, y la escaza atención que merece el prepararse adecuadamente para una misión tan decisiva como es el educar a los hijos.
Federico Suárez; La Virgen Nuestra Señora; 25ª edición (1956) ediciones Rialp, Madrid 2002, p. 185.
No hay nada que desperdiciar en un hogar cristiano: las alegrías y las penas, el trabajo y el descanso, la pobreza y la abundancia, el éxito y el fracaso, todo puede ser santificado.
Federico Suárez; La Virgen Nuestra Señora; 25ª edición (1956) ediciones Rialp, Madrid 2002, p. 190.
Sólo en el momento de la muerte se puede exclamar “Consummatum est”.
Federico Suárez; La Virgen Nuestra Señora; 25ª edición (1956) ediciones Rialp, Madrid 2002, p. 309.
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