Hay palabras que, aunque pronunciadas con aparente indiferencia, cobran de pronto un significado mágico. Extrañamente duras y precisas, se abren camino por delante de quien las emite, adelantándose por regiones desconocidas del futuro, para volver más tarde al punto de partida, con la terrible precisión de un boomerang. Son como un chapoteo de conceptos difusos y vagos que adquieren repentina solidez en el momento del adiós que conduce a la muerte, para luego abatirse como una ola de plomo sobre el que las pronuncia, haciéndole descubrir el terrible y a la vez seductor poderío del destino. Los enamorados y los combatientes, los que van a morir y los que todavía gozan del cósmico vigor de la existencia, sienten cómo tal fuerza, al caer sobre ellos de improviso, los ilumina con una luz que será gracia y servidumbre al propio tiempo, mientras las palabras se van hundiendo más y más en su interior.
- La palabra «pronto» expresa una idea atroz que estrangula el
futuro, lo empequeñece y acaba por sumirlo en una incertidumbre aniquiladora.
- El silencio de los que nada dicen resulta aterrador. Es el
silencio de quienes saben que todo está perdido.
- La desgracia se alberga en la propia vida, y el dolor es
vida.
- Atmósfera opresiva.
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