Capítulo 4
Cuantos más testigos hay de una agresión, menos son los que reaccionan. Y con la pobreza pasa lo mismo.
Capítulo 4
Una costumbre de los tiempos del bufete. «La puntualidad es la cortesía de los reyes».
Capítulo 9
La felicidad de los demás es cruel. Te pone delante un espejo despiadado.
Capítulo 9
Para que la quisieran, se convirtió en lo que se esperaba que fuera. Se amoldó a los deseos de los demás, renegando de los suyos. Y por el camino se perdió.
Capítulo 9
Cualquier cosa en lugar de quedarse allí contemplando su vida echada a perder.
Capítulo 10
Al que estrecha entre los brazos con el pensamiento todas las noches, mientras se pregunta si podrá perdonarla algún día.
Capítulo 10
Ante tanto sufrimiento, las palabras, las pobres palabras, son impotentes.
Capítulo 18
Un primer paso en un largo camino.
Capítulo 20
Los grandes amores y los grandes proyectos se miden por los riesgos que se corren por ellos.
Capítulo 20
Nada como la poesía para endulzar la vida.
Capítulo 22
Abordar a la joven indigente significa crear un vínculo, abrir camino a la empatía. Entablar conversación es reconocer al otro en su humanidad. Luego es difícil sortearlo, seguir ignorándolo.
Capítulo 22
No hay que minusvalorar los pequeños gestos y las sonrisas: son poderosos. Apuntalan murallas contra la soledad y el abatimiento.
Capítulo 23
Los obstáculos solo son piedras en el sendero, le dice. La duda forma parte del camino. No es uniforme, hay trechos agradables y tramos desiguales y llenos de zarzas, de arena, de pedruscos, antes de las praderas cubiertas de flores… Hay que seguir avanzando, cueste lo que cueste.
Capítulo 23
Eres una guerrera —le susurra una noche—, un ángel combatiente. Tienes una fuerza inmensa. Tu vida dejará una huella profunda.
Capítulo 27
Debemos tener fe en nuestro trabajo y nuestros métodos, creer que algo va a ocurrir, y ocurrirá. WILLIAM BOOTH
Capítulo 28
Tiene el atractivo de las almas heridas, de quienes han caído y se han vuelto a levantar.
Capítulo 28
Una frase de Yvan Audouard que hay pintada en una pared no muy lejos de allí: «Bienaventurados los agrietados porque dejarán pasar la luz». Esa noche la luz es intensa, el palacio refulge con mil brillos.
Capítulo 28
Dad lo que poseáis, y lo que no tengáis. Cuando suene vuestra hora, alzaréis el vuelo hacia cielos desconocidos y os sentiréis más ligeras. Porque en verdad os digo: lo que no se dé se habrá perdido. Monja anónima del convento de las Hijas de la Cruz, siglo XIX
Capítulo 28
Ha llegado el momento de partir, de puntillas, sin hacer ruido. No me llevo nada conmigo. No he hecho nada aquí abajo, no he traído nada al mundo, no he construido ni producido, tampoco he engendrado. Mi vida solo ha sido una chispa breve y anónima como tantas otras, olvidadas por la Historia. Una llama minúscula y ridícula. Pero no importa. Aquí estoy, íntegra, en la oración que mis labios respiran. Vosotras, las que vendréis detrás, seguid luchando, seguid danzando, y no os olvidéis de dar. Dad vuestro tiempo, dad vuestro dinero.
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