Todo en él era viejo, salvo sus ojos; y éstos tenían el color mismo del mar y eran alegres e invictos.
La edad es mi despertador
—dijo el viejo—. ¿Por qué los viejos se despertarán tan temprano? ¿Será para
tener un día más largo?
Se consideraba una virtud no
hablar innecesariamente en el mar, y el viejo siempre lo había reconocido así y
lo respetaba. Pero ahora expresaba sus pensamientos en voz alta muchas veces,
puesto que no había nadie a quien pudiera mortificar.
Nadie debiera estar solo en
su vejez —pensó—. Pero es inevitable.
Jamás he cogido un pez tan
fuerte, ni que se portara de un modo tan extraño. Puede que sea demasiado
prudente para subir a la superficie. Brincando y precipitándose locamente
pudiera acabar conmigo. Pero es posible que haya sido enganchado ya muchas
veces y que sepa que ésta es la manera de pelear. No puede saber que no hay más
que un hombre contra él, ni que este hombre es un anciano.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario